Me miro en el espejo.
Una vez más
analizo cada detalle de mi piel,
cada grano,
cada estría,
cada defecto.
No me gusta lo que veo
pero he aprendido
que ese reflejo
es sólo mío,
es sólo una parte de lo que soy
y lo que me ayuda
a hacer las cosas que más amo.
Escribir,
bailar,
caminar,
abrazar,
besar,
acariciar.
Pretendemos ser queridos
cuando ni nosotros mismos
nos queremos.
Son pocos
los que se paran a pensar
en la importancia
del amor propio.
Creemos
que el amor verdadero
es el que le damos a otras personas,
pero cuando vas madurando
te empiezas a dar cuenta
que amándote tú,
no necesitas la aprobación
de otras personas,
dejas de aceptar
menos amor
del que te mereces.
Empiezas a entender
que cada centímetro de ti
es único,
y que esas cosas
que para tí son defectos
en realidad,
deberían considerarse una
de las 7 maravillas del mundo.