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Diez minutos antes de que dieran las nueve yo ya estaba lista. Me había dado el tiempo exacto para poder ducharme, vestirme, alistar mi cabello y ponerme poco maquillaje.

—Que linda estás—rio mi madre mientras abría el refrigerador para sacar una pequeña botella de agua.

—Jaja, eres tan graciosa—reí irónica y ella sonrió.

— ¿Se puede saber que estás haciendo?

— ¿Comiendo? —hablé obvia y ella rodé los ojos.

—Arruinaras ese hermoso vestido.

—No dejaré de comer por un tonto vestido—hablé mientras llevaba otra galleta a mi boca.

— ¿No crees que estás un poco formal? Según lo que Scott dijo no parecía algo muy formal y si algo más casual.

—Si bueno, yo creo que así estoy muy bien—comenté algo molesta. Mi madre era de ese tipo de madre que con cualquier prenda que me pusiera, ella siempre encontraría la falla y tendría algún comentario al respecto.

Cuando escuché el timbre me excusé y mientras caminaba hacia la puerta me quitaba algunas migas que se habían quedado atrapadas en la tela del vestido que traía puesto.
Abrí la gran puerta de madera y pude visualizar a Scott parado a poco más de un metro. Sus manos estaban metidas en los bolsillos de su casual jean color celeste, cubriendo su torso traía una sudadera color rojo obscuro y se podía notar que traía una remera blanca debajo.

En cuanto el muchacho clavó sus ojos en mí no pudo evitar soltar una sonora risa.

— ¿Qué traes puesto? —preguntó cubriendo su boca con la mano para dejar de reír.

— ¿Qué tiene de malo? —pregunté indignada mirando mi lindo vestido.

— ¿Sabes a dónde vamos? —volvió a reír—. Ve a cambiarte, Em.

— ¿Por qué debo hacerlo? —rodó los ojos.

Entró sin siquiera pedir permiso y luego de guiarme desde mi cintura hacia mi habitación, saludando a mi madre en el camino.

No entendía que estaba mal con mi vestimenta; traía un vestido que llegaba casi a las rodillas, era de un color carmín y para mí era muy lindo.

— ¿Qué haces? —pregunté cuándo comenzó a revisar mi armario.

— ¿Sabes a dónde vamos? —asentí—es una 'fiesta' en el colegio, ¿Por qué creíste que esa era una buena ropa para ir? —se giró hacia mi entregándome un jean color blanco y una blusa sin hombros negra, con algunas flores color rosadas.

— ¿Qué hago con esto? —pregunté confundida.

—Te cambias—sentenció pasándome unas zapatillas negras.

— ¿Por qué debo cambiarme? —pregunté decepcionada de mi elección en ropa.

—Amor—se arrodilló frente a mí—eres hermosa y te ves hermosa sin importar lo que uses, pero esto es muy formal—arrugó su nariz—puedes ir como tú quieras, sólo doy mi opinión y mi consejo de moda—me guiñó un ojo—. Si quieres puedes cambiarte o ir así como estás, es tu decisión—besó mi mejilla—te espero en el auto—caminó lentamente fuera de la habitación—. Oh, y por favor, no uses tacos cuando andas conmigo, me haces ver poco alto—hizo una mueca y yo reí.

Tal vez tenían razón, usar un vestido podría ser algo formal, no lo había pensado de tal forma. Y la verdad que la vestidura que traía Scott me demostraba lo poco formal que sería.
Yo no era una persona que solía ir a 'fiestas' las pocas veces que iba eran reuniones de mi madre (para las cuales sí debía estar muy formal), pocas veces salía a fiestas con personas que tuvieran mi misma edad.

Cuando nos amamos 2do LibroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora