*SEMANA 1; Día 1* (Salida del cuarto y mañana de escuela)

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—¡¿Donde maldita sea estaban?!

—H-hola, buenos días —dijo con una voz un tanto sumisa y cabizbajo, como si ante el estuviera uno de sus grandes miedos encarnado, esperando a atacar, y bueno, de hecho si lo estaba— Hay no, hay no, hay no, esto es malo, muy malo —palabras que se repetían dentro de la cabeza del joven

—¡Cállate!, ¡¿Qué rayos están haciendo?!, ¿Qué no les hablé de muy buena manera para que bajaran a desayunar?, el desayuno ya hasta se enfrío y yo ahí estoy como loca desde temprano preparándolo para que lo coman caliente y no, ¿Verdad?, por que a los niños les dio por perder el tiempo otra vez haciendo quien sabe que estupideses para que no se den prisa, y tú, despégate de tu... hermano —dijo algo forzado la progenitora, como si sintiera un poco de disgusto muy en lo profundo

—S-si m-mama —logró decir muy a su pesar la pobre chica aún con un poco de shock por la fuerte experiencia recién vivida y por la que se avecinava 

Tan pronto como el tercer hermano (y el mayor) salió de su habitación, casi corriendo, los dos chicos le siguieron, aunque un poco más lento, pues Derek tenia que servir de apoyo a su hermana, a quién aún le costaba caminar, como si se hubiera despertado súbitamente y la sangre aún no alcanzara a oxigenar todos sus músculos. En cuanto lograron atravesar el marco de la puerta lo primero que vieron fue como una figura de espaldas, procedente de su hermano mayor, estaba a punto de bajar por las escaleras. Por detrás de él y a un costado, podia observarse como se habría paso a una figura mucho más intimidante e imponente que él, aunque de estatura mucho menor, figura que traía un objeto circular en una de las extremidades y se acercaba con rapidez realizando movimientos fríos y concisos en dirección a los dos pobres desafortunados jóvenes, trayendo con sigo un aura de temor y resignación que muy pronto inundó los corazones de ambos muchachos en done se intensificó al reconocer en aquella silueta un rostro muy similar y que era común que se viera todas las mañanas aunque en esta ocación se podía vislumbrar un aura más oscura que de costumbre.

Efectivamente era su madre la que venía cargando consigo una rabia desmensurable que se alimentaba de cada fallo y error mínimo que cometieran las personas que la rodeaban, fueran o no conocidas, y en este caso, tenía muy buenas excusa para que avivara esa rabia tan profunda que encendía sus ojos en un amargo odio, frió pero punzante como una astilla en época de invierno, y le dotaba de una voz tremendamente dominante, capaz de llegar a lo más profundo del alma y hacer sentir a uno el temor de la muerte estando en vida y eso sin contar las palabras que salían de su boca, cada una como una sentencia de muerte que le hacía a uno experimentar el dolor de morir en vida, y sobre todo el aura que la rodeaba, un aura densa y negra que invadía los pasillos, el aire y todo a su alredor hasta lograr meterse en los pulmones aunque se contuviera la respiración, destrozando toda emoción en un torbellino de ansiedad y preocupación.

Sin embargo nada de esto preocupaba a ninguno de los dos chicos, pues para quienes habían vivido cosas peores durante su infancia esto no era más que el pan de cada día 

—¿Qué esperan? ¡Bajen a desayunar de una vez!, ¿O qué, también han de querer que les mastique y les de su comida en la boca como los niños pequeños que son, no?... ¡Rapido muevanse que no tenemos toda la mañana!

HERMANA ¡TU ERES MI PROPÓSITO! (EN PAUSA POR CORRECCIONES)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora