- ¡Ludmila! - exclamo Violetta, corriendo hacía ella. Contenta.
- ¿Qué pasa? ¿Has comido mucho chocolate? - rió, siempre que Vilu comía dulce en exceso andaba como una loca feliz, gritando y riendo por todas partes.
- No es eso. - entrecerró los ojos y la miro enfadada. Para luego volver a reír. -
- ¿Entonces qué es? - tomo la revista que leía hace unos momentos.
- Pues, he hablado con Felipe y quiere pedirte otra vez que seas su pareja para el baile de hoy. - dio un grito de emoción y comenzó a saltar. Definitivamente había puesto mucha azúcar a su cereal. - ¿Por qué no estás contenta?
- Porque no me interesa. Ya te lo he dicho Violetta. El no me interesa.
- Por Dios Ludmila ¿Qué no te olvidarás de él? - Ludmila la miró. - han pasado ya tres años. Quizás haga rehecho su vida y tú aquí, aun esperándolo.
- Claro, me dijo que volvería.
- Pero amiga. Eso paso hace años. Si te prometió que volvería debió haberlo hecho hace ya dos años atrás. Deja ya de pensar en él y vive la vida. Sin él. - algo imposible ¿cómo hacerlo? Si cada cosa que pasaba, veía o escuchaba le recordaba a él.
- No lo sé Vilu. He intentado y lo sabes.
- No lo has intentado. - se sentó al lado de Ludmila. - no has aceptado a ningún hombre en tu vida. Y eso es lo que te falta ¿por qué no le das una oportunidad a Felipe? - ¿Por qué no? Bueno, quizás podría. Nada decía que podía ser el amor de su vida y que pasarán toda esta juntos. Con cinco hijos y una mansión. Lo acompañaría como su pareja al baile y luego, volvería a su casa a descansar con un chocolate caliente mirando el fuego danzar en su chimenea.
- Está bien, le daré una oportunidad. Pero, solo para acompañarlo al baile. - Violetta sonrió satisfecha, no podía pedir más. Aunque Felipe podía ser un verdadero Don Juan, Ludmila le interesaba. Se podía notar en sus ojos.
- Bueno, entonces; que hacemos aquí. - se paro. - tenemos que conseguirte un vestido y unos zapatos y... - le interrumpió. -
- Ey. - rió Ludmila - calmate vaquera. Veré que tengo en mi armario.
- ¿Qué? - gritó. - no, no y no. Como se te ocurre Ludmila por Dios.
- Estás histérica, cálmate. Usaré algo que tengo, creo que tengo un viejo vestido el que nunca use. - sonrió de lado. Lo había comprado hace dos navidades, para él. Para Fede. Nunca lo uso.
Se paro de la hamaca y entro a la habitación. Dirigiéndose a su armario. Para sacar de entre sus cosas una gran caja blanca.
- ¿Qué tienes allí? - pregunto Vilu curiosa. Ludmila saco la tapa y le mostró un hermoso vestido azul. Quedo impresionada, pues era completamente hermoso. - pero... ¿De donde lo has sacado?
- Lo he comprado hace dos años. Nunca lo he usado.
- Es completamente hermoso. - y lo era. Le quedaba cinco dedos arriba de la rodilla. El vuelo tenía cinco capas y arriba un corsé, sin nada. Simple, sencillo y hermoso.
- Muy. Me pondré este. No tenemos que gastar en vestidos cuando tengo uno. - sonrió.
Quedaban sólo treinta minutos para que el avión aterrizara. El frío del ambiente empañaba los vidrios y la hermosa ciudad se veía como un hermoso cielo de noche. Parecían miles de estrellas que parpadeaban. Ese era su pueblito, estaba tal y como lo recordaba.
Su madre lo estaba recibiendo, con lágrimas en los ojos. Muy emocionada de poder verlo luego de tanto tiempo.
- Qué grande estás. - tallo la cara de su hijo, la cual estaba diferente. Aunque solo habían pasado tres años. Tenía la cara de un hombre adulto, muy apuesto.
- Te he extrañado. - musitó con lágrimas en los ojos abrazándola fuertemente.
- Yo también y mucho pequeño.
Estuvieron unos momentos más allí, abrazándose y diciendo lo mucho que se extrañaban.
El camino había sido del recuerdo. Todo cubierto de nieve como siempre solía ser, las mismas calles y tiendas. Absolutamente nada había cambiado.
Y se preguntaba si su Ludmila había cambiado. Se sentía una basura. No la había llamado hace mucho y por culpa de su padre. Que si se pasaba así, no se concentraría en los estudios. Pues, hablaban cada dos horas. Y el dejaba de lado los cuadernos por hablar con su hermosa novia.
Caminaron hasta llegar a la casa. Y en el árbol había un pequeño papel que decía; "Ven a disfrutar del baile bajo las estrellas. El día 24 de diciembre a las 20 horas. No te lo pierdas. En el colegio Weadsly."
Tal vez consideraría ir. He invitaría a Ludmila para que lo acompañase. Sería como una reconciliación, para que lo pudiera perdonar. Aunque sabía, que costaría mucho más que eso.
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