La cagué

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En el almuerzo, Victoria estaba haciéndome un centenar de preguntas acerca de mi visita al norte del país. Le dije la verdad: tragué cual cerda.
—Vic ¿Has probado alguna vez el majado de yuca?
—¿Qué rayos es eso?
—Yo también pensé eso hasta que me lo trajeron para acompañar mi ceviche, es como un puré, simplemente yuca chancada con unos ingredientes más que ya averiguaré. Fue lo más delicioso del mundo.
—Bueno ahora ya no vas a poder utilizar eso de "Me siento vacía" ya que no hay forma de que ese estómago se sienta así -se mató de risa- ¿Entiendes? Porque ya comiste demasiado.
—Qué graciosa, pero tienes razón. Voy a tener que buscar otros términos para poder decir que me siento de la mierda.
—Ari ¿De qué hablas? Me dijiste que ese viaje fue maravilloso.
—Lo fue, pero las aventuras se acaban. No voy a estar de tour por siempre. Tengo una carrera qué terminar y pues, ni modo. Apenas se terminan los viajes, todo vuelve a la normalidad y me doy cuenta que no progresé nada.
—Ya deja esa mierda, no te quiero ver con cara de culo este ciclo así que escúchame bien y mírame.
Victoria se paró de la silla y me jaló hacia arriba para que haga lo mismo.
—Vas a repetir conmigo: A partir de hoy...
—A partir de hoy -empezé, sin ganas.
—Voy a ser una mujer libre y empoderada.
—¡Ya soy una mujer libre y empoderada!
—Y estaré siempre...
—Y estaré siempre...
—Con la frente en alto -dijo, levantando su mirada.
—Con la frente... en alto. -imité su movimiento.
Una parte de mí dijo: "Ariana, no debiste mirar hacia el frente, a todos lados menos ahí" y la otra parte decía "Mierda ¿Quién diablos es él?"
Justo en el momento que mis ojos se quedaron paralizados, porque no existe otra palabra para describirlo, sentí una punzada extraña en el corazón. Su imagen empujando la puerta de la cafetería y cómo se le formaban los hoyuelos al más mínimo gesto que hacía, fue hipnotizante.
¿Quién es él? ¿Por qué jamás lo ví antes? ¿Será nuevo? Si lo hubiese visto, lo recordaría.
—¡Tierra llamando a Ariana! Lo hiciste muy bien. Ahora las cosas serán diferentes... Oye, Ari ¿Me estás escuchando?
—Sí nena, tengo que irme. Acabo de recordar que debía hacer algo importante.
—¡Pero acabas de salir de tu primera clase!
—¡Te veo al rato! -le grité, cuando ya estaba demasiado lejos para que me bombardee con más preguntas.

No sé cómo, pero me atreví a seguirlo. Esto no era acoso, o tal vez sí lo es. Necesitaba saber a dónde iba o al menos saber si estudiaba aquí. Salió por la puerta trasera de la cafetería y fue directo a los ascensores. No podía evitar admirar su porte, era bastante alto, al menos para mí porque medir 1.58 no es nada comparado con su altura. Finalmente,  él se metió a uno de los ascensores que estaban vacíos y corrí para meterme en el último segundo que la puerta permaneció abierta. Sí, casi muero aplastada.
—Ay demonios -Exhalé.
Me detuve unos segundos a pensar en la estupidez que había hecho hace un rato. Esta persona que dejó a su mejor amiga hablando sola en la mesa, que persiguió a alguien, que corrió a un ascensor a punto de cerrarse arriesgándose a tener un accidente, no era yo. Fue un instinto bastante fuerte que no pude evitar, pero que no quisiera que se repita por nada.

Entonces volteé a verlo, no vine hasta aquí por las puras. El chico estaba leyendo un libro, que le cubría la mitad del rostro.
—Eh... Oye -dije muy agitada, aún con la adrenalina mil.
—¿Te conozco? -bajó el libro.
No había dudas, este maravilloso ser tenía que venir del cielo. Y eso que no soy creyente.
—Aún no -dije apoyando mi mano contra la pared de metal.
¿Qué? A ver no, Ariana, deja de hablar impulsivamente, esta no eres tú.
—Wow. Tranquila pues. -Me miró extraño y se le formaron los hoyuelos de nuevo.
Sí, es un Dios.
—Perdón... ¿Tú eres?
—Namjoon
—Lindo nombre, soy Ariana.
—Uh...
—¿Qué pasó?
—Este es el piso de mi clase, estás bloqueando la puerta...
—¡Lo siento! -dije saliendo del ascensor junto con él.
—¿Tú también tienes clase aquí?
—Sí -miento, pero obvio no le iba decir que hice toda esta mierda solo para conocerlo.
—Bueno, adiós.
Él estará pensando en que soy bastante lanzada, y no quiero que lo piense, pero siento que esto es mejor a que lo haya perdido de vista allá abajo en la cafetería.
—¿Estás seguro de querer entrar? -escupí.
—¿Disculpa?
—Es Lunes, digo ¿En serio lo crees necesario?
—Sí... Ya dame permiso.
—Aburrido...
Namjoon miró hacia arriba, bastante incómodo. Lo entiendo, no es normal que una desconocida venga de la puta nada y te diga para escapar de tu primera clase.

Finalmente pasó de mí y se metió a su salón. Lo arruiné todo, mis impulsos lo hicieron. Bajando las escaleras, sentí mucha vergüenza y juraría que mis ojos estaban llorosos. Se me erizó la piel y solo quería llegar a casa a tumbarme en la cama y abrazar a mis peluches.
—Ari ¿Dónde te metiste? -me encontró Victoria.
—No sé qué demonios acabo de hacer.

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