The Northern Bastion: Raíces del norte.

VI

- ¿Cuánto tiempo llevamos aquí? ¿Horas? ¿Días? ¿Semanas? - Preguntó Einar luego de empujar los barrotes, ya había perdido la cuenta de cuántas veces lo había hecho.

- Si tan solo pudiera ver el sol desde aquí podría darte una respuesta, pero lo único que veo son los barrotes y heno, nada más que maldito heno por todas partes. - Respondió Asher acomodándose en el suelo.

El tiempo había pasado, ninguno sabía con certeza cuánto realmente, desde que fueron encerrados no veían algún tipo de luz más que cuando le traían algunos alimentos, un poco de pescado, pan y agua, al menos lo recibían dos veces al día. El lugar era frío, sumado al clima de la estación parecía que tranquilamente podían congelarse allí abajo. Aeduuard ni siquiera hablaba, los pensamientos que alguna vez tuvo en el barco sobre el error de haber viajado habían vuelto, pero prefería mantener el silencio, Asher simplemente se revolcaba en el heno tratando de pensar lo menos posible en su situación, y Einar comenzaba a considerar que todo había sido en vano, que simplemente llegó a esas tierras para morir encarcelado bajo tierra, pero no sentía lastima por el, la sentía por sus compañeros. Observaba a Aeduuard una y otra vez, podía sentir su, por decirlo de alguna manera, decepción ante el futuro al cuál les había traído, pero, no era su culpa, la fortuna que ofrecen los dioses siempre tiene un costo.
Mientras intentaban tomar una decisión al respecto, la puerta que daba a las celdas se abrió, de ella salió una figura que lucía agitada, luego de dar rápidas miradas hacia atrás en lo que, creían, era confirmar que nadie la seguía, se acercó a los jóvenes.

- Pero si eres... - Einar se puso de pie rápidamente, intentó dar identidad a la figura pero esta la interrumpió.

- Este noche se celebra el culto al Dios Thor, toda la gente estará en el sacrificio que se entregará a los dioses, yo vendré y los ayudaré a escapar, convencí a algunos hombres de que los acompañaran, prepárense para cuando llegue el momento. - Antes de que alguno de los jóvenes fuera capaz de pronunciar alguna palabra simplemente dejó una cesta con frutas para luego salir rápidamente de la habitación.

Todos se abalanzaron ante la cesta y comenzaron a tomar equitativamente las frutas, como si fuese el último alimento en la tierra las devoraron con rapidez, luego se miraron entre ellos para encontrar una respuesta a lo que había sucedido.

- ¿Qué fue eso? ¿Qué es lo que dijo? - Preguntó Einar mientras escondía la cesta entre el heno detrás de ellos.

- Dijo que nos ayudaría a escapar esta noche, y que nos escoltaran, que debemos estar listos. - Respondió Einar mientras se rascaba la barbilla.

- ¡Eso es bueno! ¿Verdad? - Preguntó Asher.

- No creo, seguramente solo nos llevarán a nuestra muerte, además, ya es un milagro que aún sigamos con vida. - Respondió Aeduuard, volviendo a acostarse.

- ¿Tenemos otra alternativa? Yo no lo creo, debemos intentarlo. - Replicó Asher.

- No me gustaría hacerlo, pero no tenemos otra alternativa, si nos quisieran muertos ya nos habrían asesinado, o al menos eso creo. - La voz de la toma de decisiones recaía sobre Einar una vez más, así que decidió hacerlo. - Además, prefiero que nos maten ahora a pasar más tiempo encerrado en este lugar. -

Aeduuard ignoraba las palabras de su compañero, deseaba no hacerlo pero la situación lo conducía a ello. Einar se sentó en medio de los tres, observó a ambos y colocó una mano sobre el brazo de Aeduuard, la otra, sobre el hombro de Asher, intentando transmitirle confianza para lo que estaba a punto de mencionar.

- Dijo que debemos estar preparados, que vendrá a buscarnos. - Observó las distintas reacciones, la felicidad por un lado, la omisión de el otro. - Entiendo como te sientes, les pido disculpa por traerlos a esto, no era lo que quería, a veces la voluntad de los dioses es ajena a nuestras necesidades, como ya mencioné varias veces, nosotros somos los instrumentos que los dioses usan para transmitir su voluntad, nada más que eso. - Trataba de suavizar lo acontecido.