33. ALGUIEN NO ME QUIERE AQUÍ.

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VIOLETA

Al día siguiente, salí a correr muy temprano. Me coloqué mis cascos y, aunque había amanecido, vestía un conjunto deportivo negro y amarillo fluorescente. Ya había gente trabajando en el campo. Sonreí al escuchar a Chicago y "You are my inspiration". Estaba muy concentrada en la canción, pero no me había salido ni un centímetro del arcén. En décimas de segundos, un coche se me echó encima. Casi no tuve capacidad de reacción. Pero algo tuve claro: ese coche venía a por mí. Lo único que pude hacer es arrojarme a la cuneta, llena de zarzas, por cierto.

Nada más caer, supe que estaba herida. No había nada importante roto, pero si tenía varios cortes y contusiones y el lado izquierdo me dolía mucho. Llevaba el móvil en el brazo en uno de esos brazaletes ajustables. Llamé a Daniel. Estaba muy cerca de su casa.

DANIEL

Leta me llamó mientras estaba preparando café. Iba a salir a correr temprano."Está en forma"—Pensé.

—Buenos días cariño, ¿quieres café?

—Dani, he tenido un accidente.

Se me cortó la respiración. La estaba escuchando, pero no la veía así que no sabía qué tipo de accidente era.

— ¿Dónde estás?

—No lo sé exactamente, pero muy cerca de tu casa. Te he mandado la ubicación. No te preocupes.

— ¿Qué no me preocupe? No me pidas eso. Sigue hablando.

—Creo que no tengo nada roto. Pero un coche casi me embiste y tuve que tirarme a una cuneta. Solo me duele un costado.

— ¿No te ha visto?

—Vas a pensar que estoy loca. Pero creo que ha sido a conciencia.

—Ya casi estoy. No te muevas y sigue hablando. El móvil dice que estoy a siete minutos .

—Dani, si me pasa algo...cuida de Jas.

—Deja de decir tonterías.

VIOLETA

Oí un motor y respiro más tranquila.

—¡Aquí! —gritó

Daniel miró desde arriba. Saltó sobre el quitamiedos de la carretera.

—No te muevas nena.

Yo observé su atuendo. Una camisa azul y un traje marrón.

—Vienes muy guapo para un rescate.

—Me has pillado arreglándome. Hoy tengo una reunión con los alemanes.

—Lo siento.

—Ven aquí. Ya te tengo.

¿Cómo estás?

—Me duele bastante este lado. Creo que es una costilla. Ya me la rompí una vez. Me caí de un caballo. Es el mismo dolor.

—Vamos a ir al hospital.

—Voy a llamar a Martin. Él me recogerá. Tú me dejas allí y te vas a tu reunión.

—Nena, lo siento. No puedo suspenderla. Es muy importante.

—Estoy bien, de verdad.

DANIEL

Nunca me había sentido tan mal teniendo que atender mis obligaciones. Leta estaba hecha polvo. Tenía arañazos en los brazos, la cara y las manos, un corte en la frente y se sujetaba el costado izquierdo.

Llamé a Martin y a Samuel y me marché a recibir a sus clientes con un humor de perros.

DANIEL

Imposté una sonrisa y traté de concentrarme. Los alemanes pretendían ser duros al negociar. Pero estar en un sitio en el que no quería estar en absoluto, me hizo ser totalmente inflexible en las negociaciones. Pretendían pensarlo unos días.

«¡Qué lo hagan!»  Pensé.

«Sé  cuál es la calidad de mis vinos. Trabajo en ellos a conciencia les doy lo mejor de mí»

Fui al hospital pitando. Leta estaba bien. Pero iban a dejarla en observación esta noche. Había cogido mi portátil para responder a algunos correos y algo de ropa y comida que había guardado en una bolsa de deportes. Cuando llegué mandé a Martin a casa. Jasmine no debía hacer esfuerzos y Adele necesitaría ayuda con los enanos.

Violeta estaba dormida. Mejor. Así no podría  echarme.

VIOLETA

Desperté al intentar moverme ¡Cómo dolía!

—Cariño, ten cuidado.

—Dani ¿Cómo ha ido la reunión?

—Razonablemente bien, teniendo en cuenta el humor en el que estoy.

—Me alegro.

—Nena, estás muy pálida.

—Esto me duele mucho.

Me siento muy mal. —Estaba sudorosa y débil.

—Dani, llama a un médico, me estoy muriendo.

—Nena, por favor.

—He visto esto más veces, creo que es el bazo.

Daniel acudió al mostrador de enfermería. Le oí gritar desde la habitación. Pero después... Las voces y los ruidos formaron parte de algo lejano. Era como si mi organismo se ralentizara completamente, sin poder alcanzar a oír ni siquiera a abrir los ojos. Cuando quise reaccionar, ya estaba en una camilla camino del quirófano.

Desperté en la sala de reanimación, con mucho frío. Me dijeron que esa noche la pasaría en la UCI. Le dije al médico que perfecto, que no tenía fuerzas para ir a ningún otro sitio y me sonrió.

Dieron permiso para que pasen dos personas y vi entrar a la sala a Martin y a Dani.

—Hola forasteros — dije—. Dani estaba devastado. Hasta hacía pucheros mientras hablaba.

—¿Cómo te encuentras?

—Como si me hubiera pasado un camión por encima. Débil y cansada.

Martin  besó mi mejilla.

—Tu bazo se rompió con el golpe.

Te quiero. Lo sabes ¿verdad?

—Y yo a ti, Martin.

—Os dejaré solos.

Daniel se apoyó ligeramente en la cama y rompió a llorar.

—No vuelvas a hacerme algo así, nunca.

—Procuraré no encontrarme con más coches mientras corro.

—Casi me muero de miedo.

—Necesito que hagas algo por mí.

—Lo que quieras.

—Voy a denunciar esto. Tengo sospechas. Pero van a pensar que estoy loca. Así que, quiero que contrates a un detective privado por mí. Creo que mi acosadora ha incumplido el régimen de alejamiento.

— ¿Crees que ha sido ella?

—Ha sido alguien que no me quiere aquí. Eso está claro.

COSECHARÁS CORAZONESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora