Aveline

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Recuerdo que de niña pensaba que ser una princesa sería fácil. Tendría toda la atención y lujos que quisiera, sería perseguida por príncipes que buscaran tomar mi mano en matrimonio, que la gente me mirara por lo linda y perfecta que sería.

Mi madre me mostraba lo que debía hacer para ser perfecta, ser callada, obediente y respetuosa, no alzar nunca la voz a un hombre ya que ellos serían quienes controlaran todo en mi vida. Mi padre, el Rey de Sedried incluído.

Él en concreto fue quien me mostró la realidad de como eso sería, algo que definitivamente no era fácil, el dejar que otros manejaran mi vida fue algo a lo que no podía acostumbrarme.

Pero era algo que debía hacer y en lo que no tenía voz ni voto.

Mi madre era una mujer de cabello corto y rizado de un color rubio oscuro, su piel un poco bronceada y su mirada azulada siempre gentil, a diferencia de mi padre, quien lucía siempre molesto y gruñón de ojos azules, cabello castaño oscuro pero ya un poco canoso y una complexión que a muchas personas lograba aterrar.

—Señorita Eddevane, es necesario que se encuentre a su padre en la sala del trono— me recordó una mujer que llevaba en las manos una bandeja con una tetera. Probablemente se la llevaba al médico del castillo, un hombre mayor con necesarias dosis de ello.

—Gracias Ellyn.—Agradeció mirándola desde la puerta de su alcoba.
Luego regresó la vista al espejo, mirándose una última vez antes de salir.

Ante cada paso que daba en dirección a la sala del trono comenzó a sentir como su vestido la sofocaba mucho más, si bien no se convertiría en una reina la sensación de que todos la vieran como si de un espectáculo se tratase era sencillamente aterradora.

Cuando las enormes puertas de la sala se abrieron inhaló profundo, mirando al frente con una mirada tranquila, lo contrario a lo que en realidad sentía, y comenzó a caminar observando como todos los invitados se ponían de pie y daban una reverencia ante su presencia.

Al llegar frente a sus padres hizo una reverencia y luego los miró.

Ambos estaban parados frente a sus tronos junto a seis miembros de la cohorte quiénes harían su coronación oficial ante las leyes de su reino.

Su padre dió permiso a uno de los hombre para poder acercarse a ella para dar comienzo a la ceremonia de coronación, en la cual el discurso se basaba en dar final a su "entrenamiento" como princesa y daba el permiso de poder ser elegida por alguno de los príncipes de reinos vecinos para tomar su mano y brindar descendencia obligatoria para ambos reinos, no era algo que su madre no le hubiera dicho.

— ¿Jura proteger a su reino por sobre todas las cosas? Buscar siempre el bien de su pueblo y gobernar de forma justa durante su mandato, siendo justa y firme por igual?

—Lo juro — dijo en un tono bajo y serio.

—¿Juras cumplir cada una de las reglas de este reino, escuchar sin dudar a quien te ordene y servir a tu pueblo en la adversidad y hambruna, así como en los días más fértiles?

—Lo juro - repitió solamente un par de palabras vacías.

—Levántate entonces, princesa de Sedried, hija de Arthur Eddevane y heredera al trono.—

— Salve la princesa heredera de Sedried - hablaron al unísono los demás miembros de la cohorte seguido del resto de los invitados presentes en la ceremonia mientras le colocaban la corona.

Así dio comienzo a una celebración en la que le presentaron algunos príncipes de reinos invitados, todos dando una lista casi interminable sobre sus aventuras durante todo su entrenamiento antes de convertirse en príncipes, cada historia un poco más aburrida que la anterior.

— ¡Y en mi última misión tuve que cazar a toda una aldea de magos, solo con una espada y sin ayuda!—Presumía uno de ellos.

Su padre estaba a su lado sosteniendo su mano escuchando cada historia esperando encontrar algo realmente impresionante, sabía que no sería muy fácil de convencer para ceder su mano.

—En mi última misión me aseguré de que toda la aldea de druídas del sur se extinguiera, sin una espada.— Presumió otro.

—Si usted me permite majestad - habló otro príncipe - puedo demostrarle que puedo proteger a su hija, permítame llevarla conmigo a una de mis cacerías, le mostraré cómo lo hace un hombre de verdad.— Pudo notar como los otros dos príncipes mostraban gestos ofendidos ante la declaración del tercero.

— Yo puedo llevarla también — Se ofreció otro príncipe.

Miró a su padre esperando una respuesta, su rostro parecía inexpresivo pero sabía que estaba pensando seriamente en considerar la oferta.

—Les concederé está petición - Habló por fin su padre - Como reto, mi hija deberá volver con una flor proveniente del centro del bosque perteneciente a mi reino, si ella no está sana y sin rasguños perderán su derecho a pedir su mano - Sentenció su padre.

—Cuidaré de ella majestad, verá quién es mejor esposo para ella.— Aseguró el segundo príncipe.

Así es como comenzó la cacería.

Y una nueva historia. 

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⏰ Última actualización: Sep 15, 2020 ⏰

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