❛ 𝐮́𝐧𝐢𝐜𝐚 𝐩𝐚𝐫𝐭𝐞. ୨୧♡

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Elsa Árnadalr iba a mudarse tras la muerte de sus padres e iría a vivir con sus tíos a Corona. Anna Hauge estaba dispuesta a convencer a Elsa, su novia desde hace años, de quedarse en Arendelle y vivir con ella. Gerda y Kai iban a estar más que encantados de tener a Elsa con ellos, veían la sonrisa en su hija, el brillo en sus ojos de ambas chicas al estar juntas. Pero había un enorme problema, Elsa parecía no tener muchas opciones: quedarse o irse.

Anna le había dado aquella opción en cuanto supo la verdad, en cuanto Elsa le dijo que sus padres habían muerto en un accidente de avión. Anna la abrazo esa noche, permitiéndole llorar sobre su hombro y permitirle desahogarse todo lo que quisiera, ella siempre estaría ahí para Árnadalr. Esa noche había sido realmente larga y dura para Elsa, quien se había quedado profundamente dormida sobre el pecho de Anna Hauge .

Ahora ambas estaban frente a gente, Elsa llevaba un suéter azul dos tallas más grandes y Anna usaba aquel hoodie amarillo con la frase "Be yourself" en negro. Los ojos de ambas estaban rojos, habían llorado por horas. Anna había tratado de hacerla cambiar de opinión, pretendía hacerla ver que debía quedarse en Arendelle, su hogar, el pueblo que la vio nacer y crecer. Pero Elsa ya tenía un plan y no podía cambiarlo por nada, era la decisión que sus padres le habían puesto y ella quería hacerla, alegaba que era lo mejor para ambas, para ella.

Y Anna no quería entenderlo, quería que viera que debía quedarse en Arendelle, donde toda su vida había estado. Pretendía hacerla ver la belleza que ocultaba aquel pueblo, hacerla cambiar aquella decisión.

Dio un paso hacia adelante, sonriéndole con tristeza y extendiendo su mano. No sabía cómo ni porque, pero cuando Elsa llegó a su vida, todo su mundo cambió de color. Había contado las veces en que se veían desde el día en que se vieron por primera vez, siempre soñaba que Elsa la mirara a ella. Aunque en un principio Anna no quería aceptarlo, trataba de engañar a su corazón con que aquello era una atracción pasajera que se esfumaría con el tiempo, pero al final cayó por Elsa Árnadalr y desde ese día no quiso alejarse más.

– Dame solo una noche para hacerte cambiar de opinión, para que te quedes aquí.– pidió Anna.

Elsa ahogó un sollozo, llevando una mano hasta sus labios y arrugando la nariz ligeramente. Trataba de no llorar otra vez, había llorado por horas. Pero sabía que Anna iba a arriesgar todo para que ella se quedara en Arendelle porque la decisión de sus padres las lastimaba a ambas. No quería perder a Anna y Anna no quería perderla a ella.

– Quédate... – susurro Anna.

– Anna...

La chica de pecas tomó su mano para hacerla caminar bajo el estrellado cielo de Arendelle, se quedaría un momento más en aquel lugar y le daría la oportunidad a Anna. Su mundo no iba a moverse sin Anna, se quedaría quieto, se volvería aburrido y gris. Realmente le estaba doliendo irse, pero creía que era lo mejor. Había tardado años en entender que con Anna el tiempo se detenía, que solo importaban ellas dos. Miró como Anna metía la mano libre dentro del pantalón y tarareaba una melodía que ella bien conocía, que le trajo recuerdos.






















Tres años antes...

Eran jóvenes, estaban comenzando su relación. Solían subirse al techo de la casa de la pelirroja, disfrutar las auroras boreales que Arendelle poseía y que eran pocas las ocasiones en donde podían apreciarlas a la perfección. Elsa tenía quince años, Anna dieciséis y estaban enamoradas. Sus manos entrelazadas, descansando en aquella manta con estampado de hombros de nieve y siendo cubiertas por millones de luces.

Elsa decidió apoyarse sobre el pecho de Anna, disfrutando de los latidos del corazón de la cobriza y las caricias que está le brindaba. Suspiro, disfrutando aquel momento tan Perfecto para la albina.

Quédate | ElsannaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora