Prólogo

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Habíamos discutido está noche, cómo veníamos haciéndolo los últimos meses. Ya no me sentía felíz a su lado, esa era la realidad. No podía negar que lo amo, pero tampoco puedo negar que me siento atrapada aquí. No quiero terminar como mi madre en este pueblo.

Salí del baño para mirar a Clyde dormir, me dio cierta nostalgia al recordar los momentos en los que éramos felices, "éramos" Mastique esa palabra y sabía rara en mi lengua. Cuantas veces fuí feliz en esa cama, ahora me siento vacía. Y la decisión que estoy apuntó de tomar se me hace la más difícil, pero si no lo hago me voy arrepentir el resto de mi vida y sinceramente no quiero más cosas de las cuales arrepentirme.

Tomé una pequeña maleta, con algunas de mis pertenecías, que no son muchas. Eso no fue difícil, lo más difícil fue sin duda la nota que escribiría para el, me tomó mucho tiempo descifrar que palabras eran las correctas para momentos así. No podía ser una nota de reclamos, porque realmente nunca me falto un techo, ropa o comida y mucho menos amor. Era algo más profundo, el jamás me lastimó ni físicamente y tampoco diría que psicológicamente, era solo que me sentía vacía a su lado, yo quería más que eso. Me sentí egoísta, pero me habia cansado de pensar en los demás y no en mi. Ó quizá el amor se acabó y aún me seguía negando a eso. Ahora no lo sabía con exactitud.

Dejé la nota en la mesita de noche, lo mire por última vez, tenía algo atorado en el pecho; un sentimiento, me acerque y su respiración era tranquila y serena. Me arriesgue a todo y lo besé, un último beso tierno y suave. Tape mi llanto y salí de inmediato de la habitación.

Se sentía tan pesada la maleta y solo llevaba dolor en ella. Al salir de la casa me esperaba un coche, la única persona en todo Virginia Occidental en el que podía confiar toda mi vida y quien me crió desde que era una niña despeinada y descalza.

Me miró con tristeza, pero abrió sus brazos y yo le di un gran abrazó. Earl era el padre que nunca tuve. Me monte en el auto y mire por última vez la casa donde pensé que seríamos felices, el pórtico donde me veía anciana junto a el, en una mecedora con nuestros nietos alrededor, cerré los ojos con pesar. Earl me habló suavemente, preguntando si estaba segura de irme. Le dije que si, que lo mejor para todos era que yo me fuera, y talvez algún día regresará, pero lo más práctico era jamás volvería a Summersville. El auto arrancó y yo me fuí, llevandome mis ilusiones y un corazón roto.

Dos Bodas Y Un DivorcioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora