En las alas del Oliam

Capítulo 2

Desde que había regresado muchas cosas fueron distintas para él.

Durante la guerra se había dado cuenta cuan poderoso era y como podía aprovechar su magia. Una vez que su cuerpo pudo acostumbrarse a los cambios, ya no podía parar de hacerlo, eran tantas las aves que él conocía y quería probarlas todas. Ser todas. Cuando cambiaba todo era distinto, el cómo veía, sentía, olía y escuchaba. Eso le gustaba.

Muchas veces al día se encontraba a sí mismo cambiando alguna parte de su cuerpo y cuando estaba solo, lo hacía por completo, desde aves pequeñas a las más grandes. Se hizo un maestro en el cambio de su cuerpo.

Debido a eso no se le hizo muy difícil asustar hasta que mojara sus pantalones al bastardo que había insultado a Sheyla. Dawson había decidido cambiar sus ojos y hacer crecer en su rostro un pico alargado de cuervo, quiso picarle los ojos, pero se contuvo. Sin embargo, le dejó como regalo lo que sería una bonita cicatriz en su cuello, la que le recordaría cuan profundo podían llegar sus garras.

Cuando terminó con él transformó su cuerpo a una bonita ave nocturna y espero sobre un tejado a que el bar cerrara. Las calles estaban limpias y la noche fresca, no era tan extraño, después de cuatro años se había acostumbrado a los cambios en la ciudad. Habían carteles con frases solemnes que invitaban a la comunidad a unirse a Los seguidores. Un grupo nacido gracias a la influencia de Zachcarías Losher en los humanos. Ellos habían llegado mientras Dawson estaba en la guerra y se habían adueñado de la ciudad, tenían reglas y casas de adoración en cada esquina. Sus discípulos vagaban durante el día buscando personas que quisieran unirse a ellos, o convenciéndolos. No eran tan amables, eran agresivos, amenazaban con un sinfín de torturas si la persona no accedía a darle una oportunidad a “la luz” en su vida.    

Dawson lo había presenciado ya varias veces, quería detenerlo, pero una plaga como esa no se detenía de esa forma. Ellos estaban engañando a los humanos, a su propia gente, Dawson había decidido que la forma de terminar con aquello era desenmascarándolos. Él mismo trabaja con informantes y filtraban información haciéndola pública. Había otro tipo de datos que Dawson guardaba para sí, la de los mágicos, la de planes y encuentros, esos los enviaba a Drawgie.

Faltaban tan solo minutos para la media noche cuando todos comenzaron a desalojar el bar, unos con euforia por la borrachera, otros tambaleándose y algunos con ganas de pelea. Desde donde Dawson estaba, los veía como insectos. La calle no tardó demasiado en volver a apaciguarse.

Entonces los vio salir, siempre se iban juntos, la cocinera y los dos meseros. Tenían expresiones de cansancio, pero sonrisas divertidas mientras conversaban en voz baja. Dawson los siguió hasta la parada de autobús, para asegurarse de que no tuvieran problemas. Espero con ellos, aunque ausente, hasta que el transporte nocturno llegó.

Como siempre sucedía, sintió ganas de seguir el autobús, pero no lo hizo, esa era un línea que nunca había cruzado y no pretendía hacerlo esa noche.

Una cosa era acompañarla secretamente hasta donde tomaba su autobús. Seguirla hasta su casa era otra muy distinta. Dawson no quería sentir que estaba abusando de la confianza que ella le daba, si la seguía hasta su casa sin su permiso, era como romper esa confianza y él no quería. Aunque ella no lo supiera nunca.

Se fue hacía su casa, su gran y moderna casa. Estaba ubicada en una urbanización pequeña de gente con estilos de vida cómoda. Contrario a lo que pensaba la gente, su familia no era superficial o egoísta, de hecho, eran personas muy amables y cariñosas con sus hijos. Su trato hacia Dawson siempre fue impecable, le daban su espacio, pero no al punto de que se sintiera solo o excluido, lo reñían, lo aconsejaban. Eran buenos padres.

Entró por la ventana que siempre dejaba abierta y explotó entre las sombras en su cuerpo humano desnudo. La magia consumía su ropa cuando hacia una transformación completa. Tomó un par de prendas que estaban sobre la cama y salió al baño del pasillo. Era el baño que compartía con su hermano. Y era un completo desastre.