Capitulo IV

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"Estimado Pedro, el panda.
Le otorgamos el honor de anunciarle la respuesta a todos sus problemas que le han estado sucediendo estos últimos días atrás.
Ha de saber que nosotros somos una secta mágica llamada Trewion donde conseguimos poder a través de la fuerza o energía de todo ser. Queríamos informarle que usted debería de venir a vernos, y insisto, que tendría que venir a nuestra secta lo antes posible. Lo digo por su seguridad y la de su pueblo, pronto sucederán terribles sucesos que harán desaparecer su pueblo si no consigue controlar su poder a tiempo. Espero verle pronto.

Estamos a unos cuantos kilómetros de donde te encuentras, en dirección norte hacia el bosque de hiwi. Allí solo tendrás que avisarnos y apareceremos para darle la bienvenida.
Un saludo. "

Maldije cada segundo que avanzaba leyendo esa carta. No entendía muy bien que querían de mi. No pensaba ir porque dada la situación podría ser alguien gastando una broma o que se yo. No lo iba a permitir.

Arrugue la carta con todas mis ganas y la queme con la llama del fogonillo de cocina. No comprendía nada de lo que me estaba sucediendo pero tampoco tenía la posibilidad de decirles a mis familiares que me estaban enviando cartas o que he hablado con un señor que me ha dicho no se cuanto de la magia. No se lo tomarían a bien, ya que la brujería o magia esta penado de muerte en esta comarca. Y no quiero ser una de esas personas a las que perseguirán en un futuro. Estoy feliz con la vida que llevó aquí y no quiero que nadie me estropeé lo que he conseguido durante años. 

A lo que me limito los días posteriores es a quedarme en casa indefinidamente. Mi cabeza estaba al borde del colapso y la ansiedad. No podía salir fuera, tenia miedo y me encontraba en un estado de shock continuo. Me mantuve en el sofá de mi salón, que esta justo al lado de la cocina, siendo este un lugar abierto. Solo me levantaba para mis necesidades o para distraerme un rato leyendo algún libro que tenia en la estantería de mi cuarto. Necesitaba que esto fuera una broma de mal gusto. No soportaba la idea de que esto fuese real. Acostado mientras miraba el infinito, me percate de que alguien estaba acercándose a mi puerta desde la calle por la línea de debajo de la puerta que da al exterior. Esos momentos fueron eternos. Solo deseaba que se girara para otro lado y no siguiera recto. Pero no. Tocaron a la puerta, y me quede observándola. No quería abrir. No en ese momento. 

Tocaron una vez más, no reaccione. Seguía sumido en mis pensamientos y en que se fuera. Tenia tanto miedo que me temblaban las piernas y las zarpas. La mano derecha se me resbalo de donde estaba apoyada, por suerte, no hice un golpe seco para no llamar la atención. Volvieron a tocar. Esta vez si reaccione y me levante de cuajo. Fui poco a poco mientras sentía un escalofrió interno y como el miedo se apoderaba de mi cuerpo lentamente. 

-Pedro, ¿Estas en casa?- Pregunto una voz ronca y pesada.

La voz que provenía de fuera, la pude llegar a reconocer. Pero seguía sin abrir. Por un momento pensé que si abría, mi vida iba a cambiar por completo. No quería. No encontraba ningún deseo por cambiar en estos momentos mi vida. Necesitaba que algo o algún milagro ocurriese para que esa persona de fuera se diera media vuelta y se largara.

De pronto, hubo un estallido proveniente a las afueras del pueblo, caí al suelo al momento. Todo empezó a temblar. Fueron unos segundos pero fueron devastadores. Cuando volví a mirar por debajo de la línea de la puerta que daba al exterior, ya no se encontraba nadie. Se había esfumado. Seguramente se fuera corriendo para cubrirse o para huir. Aproveche esa oportunidad para salir. Abri la puerta y cuando ví lo que había ocurrido ahogue un grito de angustia. La puerta principal del pueblo estaba totalmente calcinada y derruida. El pueblo entero se encontraba fuera de sus casas angustiados por lo sucedido.  Yo no encontraba sentimiento oportuno para ese momento, solo me quedé mirando la puerta fijamente y como todo el mundo empezaba a entrar a sus casas como moscas.

Trewion: El Poder De AshunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora