Don't Call Me Angel; larry stylinson [bottom!louis] [traducción]

7

—Harry.— Liam lo llama, está sosteniendo un montón de hojas. Hoy la oficina se encuentra silenciosa, es extraño, pero no inusual. —Rastreé cada tarjeta de crédito de los Alfas que han sido robados en los clubes nocturnos, incluyendo el club nudista, y las transacciones son extrañas. Hay evidencia de que los hombres ordenaron bebidas y después de eso sus cuentas bancarias fueron completamente vaciadas.— Liam esparce los papeles sobre la mesa y señala uno de ellos. —Éste es Ethan Calley, dueño de una reconocida editorial, ahora su empresa se ha declarado en bancarrota.— Harry parpadea en dirección a la fotografía del hombre quien tiene un ceño fruncido permanente. —Richard Tim, pudo haber quedado en bancarrota, pero tenía dinero escondido en un paraíso fiscal de las Bahamas.

—Jones Gerald, un famoso diseñador, incluso está a punto de convertirse en el hazmerreír de Manhattan. La prensa está viviendo de su fracaso. Phil Tanner, el dueño de Vinos Tanner, llegó ayer para reportar que le vaciaron su cuenta. Obviamente después de pasar una noche en un lujoso club local.

—Supongo que nuestra vigilancia no ha hecho mucho.— Harry dice sin ningún humor. Casi todas las noches, Liam y él merodean por un club nocturno para encontrar a su sospechoso. No han obtenido alguna pista de cual es el paradero del criminal, asumen que han eliminado la evidencia de la memoria de todos los Alfas.

—Estamos haciendo lo mejor que podemos.— Liam expresa su fracaso de manera diferente, hay esperanza en sus ojos. —Solo somos dos hombres, es imposible encontrar a alguien tan misterioso y astuto en esta gran ciudad.

Harry silba. —Así que no hay nada que podamos hacer.— Concluye, dejándose caer en su silla. La decepción pesa sobre sus hombros. —Quien sea que esté haciendo ésto, sabe demasiado bien sobre hackear.

Liam asiente. —Sus huellas están esencialmente ocultas y me llevan a un bucle cada vez que intento decodificarlas. El propietario de la cuenta que recibe el dinero tiene habilidad e ingenio, es como si hubiera estado haciendo ésto toda su vida.— Liam se frota la cara con su mano. —Si no encontramos rápido un nombre y un rostro, las más grandes riquezas económicas de Nueva York se desplomarán.

Harry gruñe, encorvándose y escuchando los pasos distantes de Liam. Casi inmediatamente, hay otro par de zapatos caminando dentro de su cubículo.

—Luces estresado, Alfa.— Por supuesto que es Manuel. El Beta aletea sus pestañas. —Hay problemas ¿cierto?

Harry solo suspira, sus ojos viajan desde el montón de hojas sobre su escritorio hasta la pantalla de su computadora que muestra la información del último Alfa. Es otro hombre rico, tiene alrededor de cincuenta años y es dueño de una popular cadena de talleres mecánicos que se distribuyen alrededor de la ciudad. —No tienes idea.

—Aw.— El tono de Manuel es lamentable. —¿Necesitas a alguien que te ayude a liberar el estrés?— Le da una mirada insinuante. Harry no tiene la fuerza para hacer otra cosa más que sacudir su cabeza. Manuel lo presiona una vez más, inclinándose sobre su escritorio con su labio inferior entre sus dientes. —Vamos Harry, no te arrepentirás.

—Oh, estoy seguro de que lo haré. Si Liam y yo no resolvemos este caso para septiembre, el jefe va a reclutar a un grupo de agentes.— El jefe se enterará de su fracaso y no se molestará en darle el caso a otros oficiales, el hombre se irá directamente a la punta de la pirámide del FBI.

Es inquietante el que su jefe tenga tan poca fe en él, Harry trata de no enfocarse en eso, pero el pensamiento de que le quiten el caso cuando apenas está empezando a ejercer su carrera es una pesadilla. Harry no quiere tener ese tipo de reputación. Es un milagro que el jefe les haya permitido llegar hasta este punto en el caso después de la cantidad de veces que la prensa ha hablado sobre la situación. Los Alfas ansían que se haga justicia y están tratando de que los ciudadanos de Manhattan ayuden a atrapar al culpable.