[Mía, completamente mía]
Natalia.No entendía a Makis, no entendía a Isaza y no entendía las razones porque Denise estaba extremadamente enojada conmigo. Lo cierto es que no comprendía nada del mundo desde el ataque de ese animal rabioso, y desde que el otro lobo entró a defenderme en un irreal acto de heroísmo que no salió bien del todo.
Ya llevaba casi dos semanas encerradas en la casa, con la pierna en alto y el brazo en las mismas condiciones; veía el techo durante las primeras tres horas del día, las siguientes dos leía alguno de los textos que nos pedían en la escuela. La hora del almuerzo era la mejor, porque ahí venía mamá, papá o alguno de mis hermanos a hacerme compañía para que no estuviera tanto tiempo sola. Las otras horas se pasaban entre el juegos del celular, redes sociales, o algún deber pendiente de la escuela; hasta que llegaban todo del trabajo y me venían a hacer compañía.
—¿Mamá? — Esa tarde había sido en exceso, aburrida, y ya me sentía abrumada por tantas horas de soledad. — ¿Te ha hablado Denise para preguntar por mí?
—No vida, ella no me ha hablado. — De inmediato un dolor extraño abordó mi corazón. Era como si una parte de mi estuviera ausente cuando mi mejor amiga no estaba a mi lado. — ¿Qué pasa, vida? ¿Ha pasado algo entre ustedes? — Me encogí de hombro con un renegado singo de ignorancia completa. — Cuéntame, amor, quiero ayudarte.
—Se enojo conmigo. — Farfullé con dolor. — Pero no sé qué fue lo que le hice, si desde hace dos semanas que no nos vemos, y ella ni siquiera ha tenido la descendía de preguntar por mí.
—¿Quieres llamarla?
Negué. — No creo que quiera saber de mí. — Volví a encogerme de hombros. — Como todos estos días.
—Amor. — Susurró mamá con calma. — Es tu mejor amiga desde pequeñita. — Concordó. — No hay forma humana de que ustedes se separen de forma alguna, cuando se adoran locamente.
Estaba deprimida, no podía negarlo de ninguna forma. Pero es que no me podían culpar con eso cuando me tenía que limitar a estar todo el día en cama, sin poder hacer nada más que mirar el techo y luego pensar en que nueva posición me debía poner en la cama; definitivamente estaba harta.
—¿Quieres que te traiga la cena? — Preguntó dándose por vencida con el tema. — Te hice unas hamburguesas. Sé que te suben el ánimo.
—Creo que quiero dormir. — Susurré.
De inmediato tiré de las cobijas para cubrirme hasta la barbilla, formando ese capullo que me protegía de las aberraciones del mundo que rugía a mi alrededor y me recordaba que era una completa inútil en este momento, y nadie me quería.
Estos últimos días solo quería perderme por completo, o que terminara la licencia médica para poder hacer algo más que estar viendo el techo, o que me permitiera ver a alguien más. Incluso podía decir que extrañaba a Makis y sus idiotas acosos en medio de los pasillos; puede que no le entendiera nada en absoluto, pero al menos implicaba ver a otra persona y poder pelear con ella.
¡Jesús, necesito que me salven de esta maldita prisión!
—Hablé con tu doctor. — Masculló mamá en tono cansino. — No me gusta verte así, cielo.
—No importa, mamá. — Espeté sin ganas. — Solo... estoy aburrida de no hacer nada.
—Pero te tengo una buena noticia. — Susurró con su cuerpo recargado sobre el mío con dulzura. Podría sentir las caricias en la parte baja de mi espalda tan características que solo lo hacía cuando yo era pequeña, y algo me ponía realmente triste. —Mañana tendremos que ir a ver a tu doctor, tu si las astilladuras de tu mueca soldaron, te sacará el cabestrillo y podrás ir a la escuela si así lo deseas.
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Mi Luna. - (Ventino) [Makia]
FanfictionNatalia Afanador vivía en un pueblo en el que "normalidad" no se podía definir como una palabra muy usada, porque hasta el cartel de bienvenida era raro. Un día cualquiera, una noticia llegó, el ataque de lobos hambrientos había inquietado a su ciu...