Paralelo

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─Tengo miedo, chicas─ Dice Jenny.

─Vamos a estar bien─ Le digo, la verdad es que no es la primera vez que hacemos esto.

Entramos a la fiesta con la invitación de Gabri, que solo nos invitó para que Maddie tenga que ir. Aunque M nunca se perdía una fiesta, las fiestas de Gabriel Bess eran conocidas por razones no muy lindas. La gente se volvía loca en estas fiestas.

─Entremos de una vez─ Dijo Maddie.

En las horas siguientes lo único que hicimos fue bailar. Tomamos algunas pausas para hablar con Gabri, otras chicas y demás. No tomamos nada en el transcurso de la noche, ninguna de nosotras, así que no habría problemas para cuando volviéramos a la casa de Maddie.

─Sue─ Me llamó Jenny ─Estoy cansada─.

─Yo también─ Le digo ─Tal vez ya sea hora de irnos, ¿dónde está Maddie? ─ Le pregunto.

─Entró al baño hace unos minutos, se está tardando mucho ahora que lo pienso─ Dice, noté que estaba un poco preocupada.

Fuimos a buscar en el baño, pero al entrar nos dimos cuenta que no había nadie. Buscamos por todas partes, Madison no estaba en ese lugar. No era propio de ella irse así sin nosotras o al menos sin avisar. Le avisamos a Gabri, quien llamó al 911 y reportó la situación.

Los policías de la NYPD (Departamento de Policía de Nueva York) no tardaron mucho en llegar al edificio. Nos dijeron que esperemos afuera mientras buscaban en el lugar y los alrededores, pero mucho no podrían hacer, ya que no podrían hacer una búsqueda oficial hasta pasadas las 48 horas.

...

Después de hacer todo lo que tenía que hacer en el baño salí. Al salir me pareció raro ver que el departamento estaba repleto de gente que no conocía, y yo conocía a toda la gente de esta parte de Nueva York. No le dí importancia y fui en busca de Jenny y Sue. Encontrar a dos chicas altas, flacas y rubias sería difícil en esta fiesta, muchas de las chicas en el pent-house tenían esas características.

A medida que me adentraba más en la fiesta me sentía más sofocada y rara.

─Donde te has metido, Madison─ Me dije a mi misma, sabía que este no era el pent-house al que entré horas antes.

Mi estómago empezó a doler cada vez más, en un punto tuve que parar para tomar una bocanada de aire. No encontrar a mis amigas estaba poniéndome nerviosa, deseaba al menos reconocer la cara de Gabri, de cualquiera a quien si conozca. Era como si me hubiese transportado a otra fiesta totalmente diferente.

Finalmente encontré una puerta. La abrí y salí. El cielo se pintaba de un rojizo muy fuerte que iba difuminándose con un naranja en la parte más baja.

─El amanecer es hermoso, ¿no crees? ─ Me dijo un chico.

─¿Amanecer? ─ Dije, un amanecer rojo intenso no era normal.

─Si, ¿qué pasa contigo Madison Neeve?, parece que acabas de correr una maratón─.

Solo lo miré. No tenía idea como sabría este extraño mi nombre, pero ahora no me importaba. Debía encontrar a Susan y Jennifer. Caminé por las calles, por unos minutos. De a poco veía como el cielo se convertía de un rojo intenso a uno más pastel. Lo que me parecía más raro era el calor infernal que hacía en este lugar, era como estar en un horno gigante. Confirme que estaba en Nueva York al ver el hotel Palace, en donde Sue estaba alojada por el momento. Todo tenía una pinta de oxidado, las cosas se veían más sucias y feas que de lo común. Todo se sentía depresivo, como un Nueva York decaído. Caminé hasta la entrada del Palace, me detuve a pensar un momento hasta que decidí entrar a ver si mi amiga habría vuelto.

─Disculpe, La habitación de la familia Jefferson es la 734, ¿verdad?─ Pregunto al señor que estaba en el vestíbulo.

─La familia Jefferson ya no poseen la habitación─ Dice.

─Oh... Gracias─ Doy media vuelta y me voy.

Tomé mi teléfono y marqué el número de Sue. No atendió. Lo mismo con el número de Jenny. Estaba volviéndome loca. El cielo estaba haciendo que mis ojos empiecen a doler. Me dije que lo único que podría hacer era volver al pent-house de Gabri y descubrir que estaba pasando. Al llegar me encuentro al mismo chico que me habló del amanecer.

─¿Por qué desapareciste? Te busqué en todas partes─ Dice.

─No te conozco─ Respondo.

─Si que me conoces, me conoces desde la primaria, no podrías olvidar a Gabriel Bess─ Responde. Quede en shock.

─¿Gabri?─ Digo.

─Ya nadie me llama así, M─ Me responde con una sonrisa.

─¿Por qué el cielo es rojo?─Digo, él ríe.

─¿No conoces las características de tu planeta?─ Me dice.

─Si claro, como no... Explícame─ Respondo, Gabri ríe y me responde.

─Bueno, nuestro sol irradia luces de colores desde el rojo hasta el violeta, el rojo, naranja y amarillo son de ondas cortas y el verde, azul y violeta son de ondas más largas; Vemos el cielo de color rojo ya que nuestros ojos lo aceptan mejor que al naranja o amarillo, aunque al atardecer cambia de rojo a amarillo y de ahí a negro, y al amanecer de negro a naranja y luego a rojo─ Me explica, aunque en mi realidad el cielo era azul hasta hace unas horas ─Se nota que no pasaste la mejor noche, ve a refrescarte─ Me dice al ver mi cara de confusión y sudada de los nervios.

Subí las escaleras pensando en lo que dijo. Al entrar al baño me miré al espejo. Estaba hecha un desastre. Me lavé la cara con agua bien fría. Al sentirme mejor salí del baño. A penas pasé por el marco de la puerta sentí como mis nervios y mi dolor de estómago se iban de inmediato, y empecé a sentir como me desvanecía. Antes de caer del todo escuché un grito.

─¡La encontramos, está desmayada!─.

Desperté en una sala de hospital, mis amigas estaban a mi lado.

─Buenos días M, ¿cómo te sientes?─ Dice Sue.

Logre a ver afuera de la ventana, el cielo era azul de vuelta.

─No lo sé, ¿dónde estoy?─ Pregunto.

─En un hospital, desapareciste de la fiesta de Gabri ayer en la noche─ Dijo Jenny.

─Te encontraron desmayada en el baño, lo cual es raro por que nosotras revisamos y no estabas cuando fuimos a buscarte­─ Dijo Sue─, ¿Qué te pasó, donde fuiste?

─No lo sé... realmente no lo sé─.

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