13 de septiembre de 2020
Toco el timbre de nuevo, pero la puerta sigue sin abrirse. Empiezo a pensar que tal vez me haya equivocado de sitio. Reviso la hoja de papel cuadriculada que me ha dado uno de los seguidores de White Hair.
No, es aquí.
Levanto la vista de nuevo pero tan solo veo madera y una mirilla. Casi puedo imaginarme al hacker pegado a ella. La tensión se siente en el aire. Respiro hondo y vuelvo a tocar el timbre. Se oye un golpe en el interior y agudizo el oído. Tras unos instantes, la puerta se abre por fin revelando un apartamento casi vacío, como si tan solo acabase de mudarse. Sería muy luminosa, de no ser porque todas las persianas, menos la de la cocina están bajadas.
En frente mía, hay una chica de pelo blanco con una máscara de Guy Fawkes y los brazos cruzados. Sé que es una chica por la complexión de su cuerpo y su manos finas. Abro la boca sorprendido, pero tan solo obtengo un fuerte tirón del brazo hacia el interior de la habitación y el sonido de la puerta cerrarse con estrépito. Me preparo para lo peor, pero nada ocurre.
Tan solo me hace entrega de un trozo de papel impreso y me indica con el dedo enguantado que lo lea.
REGLAS
Nada de micrófonos, cámaras o localizadores. El móvil y los zapatos a la habitación de al lado. No hagas preguntas y sobre todo, no contestes si te preguntan por mí. Si continuas aquí es porque aceptas las condiciones y el peligro que esto pueda ocasionar. El baño está en el pasillo de la izquierda. Hqy qgua en la nevera y sándwiches de jamón en la cocina. Si eres vegetariano lo siento. Y ahora no te muevas; voy a cachearte.
Levanto la vista alzando las cejas.
«Menuda psicópata. Si fuese legal hasta podría trabajar con nosotros», pienso.
Me quedo muy quieto e incómodo mientras ella me recorre el cuerpo con sus manos, buscando los posibles objetos mencionados en la nota. Mientras se agacha puedo ver que el largo pelo blanco que tiene es una peluca. Ni siquiera deja ver su pelo natural. Después se alza de nuevo y me observa con su estremecedora máscara. Ladea la cabeza, como evaluándome.
Y hace lo impensable: empieza a rebuscar en mi propio pelo como si fuese a encontrar de un momento a otro una colonia de piojos. Después se acerca a cada uno de mis oídos y los observa con una linternita que se saca del bolsillo. Busca auriculares ocultos, pero no los encuentra. Suerte que hoy no me los he puesto.
Por último, cuando ya pensaba que aquella incómoda escena iba a terminar vuelve a sorprenderme apuntándome con la linterna a los ojos. Si no fuese espía, pensaría que está loca. Pero sé lo que busca: lentillas con cámaras.
Tras unos segundos eternos levanta el pulgar con aprobación y señala la habitación de la izquierda con parsimonia, como si ya estuviese acostumbrada a hacer ese tipo de cosas. Entro y tan solo veo una estancia completamente vacía pero esta si que está iluminada por grandes ventanales. Me descalzo y dejo las zapatillas pegadas a la pared.
Camino de vuelta al sombrío pasillo del recibidor, pero ella me cierra el paso en la puerta. Me doy cuenta de que es unos centímetros más baja que yo, pero no mucho más. No puedo determinar su edad.
Extiende el meñique y el pulgar y acerca la mano a su oído. Después extiende la palma hacia mí. A regañadientes le entrego el móvil. Desaparece con él por el pasillo y yo me quedo quieto sin saber muy bien qué hacer, si salir de la habitación o no. Regresa en unos instantes y por fin habla.
-¿Vienes? ¿O prefieres quedarte aquí con las ratas? -Su voz es suave y calculadora, pero dulce. Parece tener mi misma edad.
Miro a mi alrededor y ella suelta una risita.
-No seas imbécil, el suelo está impoluto. -Podría jurar que debajo de la máscara ha puesto los ojos en blanco-. Sígueme.
Me rasco la cabeza y la sigo hasta una puerta al final del pasillo. La abre y deja ver una gran sala que junta el salón, el comedor y la cocina en uno. Empotrado en una pared hay un gran equipo de ordenadores y cables sobre una mesa. Me fijo en que ninguno de ellos tiene webcam, obviamente. Algunos proyectan números en la pantalla que corren hacia arriba. Distingo dos palabras: "proxy" en la izquierda y "connected" en verde.
Esta saturando los sistemas de alguna página web. En ocasiones normales ya habría sido detenida pero..., esta es una ocasión especial. Y antes de arrestarla debo averiguar todo lo que pueda sobre su organización. He de ganarme su confianza y después me lo contará todo.
-Bueno, siéntate.
Hago lo que me dice y me siento en una de las sillas con ruedas frente a la maraña de ordenadores. A continuación me explica exactamente lo que quiere.
-... y espero que seas bueno de verdad, porque sino...
Trago saliva. Pasé toda mi adolescencia haciendo diseños en Photoshop y editando vídeos. Quizás por eso me escogieron a mí para espiarla. Y pensar que estoy en la misma habitación que una de las personas más buscadas por la CIA. Solo espero que mis fuentes sean verídicas y que en verdad es la líder de la organización.
-¿Cu-cuál de estos uso? -pregunto, intentando parecer demasiado tímido.
-Este. -Señala el de la esquina-. Este es para los diseños.
Me agarro a la silla y ruedo la derecha, hacia un ordenador que parece bastante normal. Mientras comienzo a teclear noto su mirada en mi nuca. Vuelve a evaluarme.
Una chica. ¿Quién lo pensaría? Siempre he creído que bajo esa máscara había un hombre cuarentón, hacker prácticamente desde nacimiento y bastante más temible. Aunque, pensándolo bien, la compañía de White me incomoda bastante.
Suspiro de forma pausada. Empieza el juego.
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White Hair
FanfictionTras varios ciberataques provocados durante los últimos años por White Hair, un hacker enmascarado y supuesto líder de una organización contra el gobierno, la inteligencia secreta decide intervenir de forma pacífica para descubrir su identidad y con...