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-Narra Aitana -
19-1-20
Esta mañana me desperté súper tarde y lo primero que hice fue levantarme e ir al baño para hacer mis necesidades, cómo Paulo ya se había ido a desayunar cuando yo entre tuve que esperarle para que me traiga él desayuno de abajo ya que yo no podía bajar a por él.
Mientras esperaba a mi compañero de casa y padre de mis hijos me puse a ensayar unas canciones en el piano, gracias a dios puedo componer en paz últimamente y tomarme todo un poco más tranquila.
-YA ESTOY AQUÍ - oí gritar desde la planta baja a Paulo.
-YO SIGO DONDE SIEMPRE - grité de vuelta y oí su risa y como subía las escaleras.
Yo seguí tocando el piano intentando encontrar una melodía acorde con una letra que tengo en la mente.
Estos últimos cinco días Paulo me tuvo que ayudar a hacer todo, la tripa me dolía de las patadas que me daban, tengo la espalda apunto de morir y las piernas cansadas de no moverlas.
Estaba acostumbrada a no parar quieta y parar así de repente de un día para otro me fastidió más de lo que pensaba.
Suerte que mis amigos me ayudaban a distraerme y por otro lado me vi todas las series que tenía pendientes y ahora he empezado con otras que me recomendó la gente en un story que puse en mi instagram.
Paulo entró en la habitación o eso supuse ya que oí la puerta pero yo no me giré y seguí tocando el piano.
Como el banco donde estaba sentada era grande él se sentó a mi lado y seguí tocando el piano que él me regaló.
-Veo que amaneciste bien- dijo y yo paré.
-Si quería componer un poco- le dije y vi que hizo una mueca.
-Me alegro ¿aún que debes tener ya hambre? - preguntó y yo asentí haciendo un puchero y el sonrió - ¿Qué te apetece para comer? - me preguntó y yo me quedé pensando.
-Mmm... Pollo con patatas fritas - dije y sonreí pensando en la comida.
-Vale lo voy a pedir pero te pido también algo de verduras- ya arruinó mi fantasía - y no me mires así que sabes que debes comer lo mejor posible - dijo y yo asentí y puse una mueca.
El tomó su teléfono del pantalón negro de chándal que lleva puesto para entrenar y llamó a un restaurante que hay en nuestra zona.
Como a Paulo no se le da bien cocinar y no tiene mucho tiempo solemos pedirlo y nos lo traen a casa, Paulo lo recoge y me lo da y comemos juntos en mi cama.
-¿Y esta poronga como se usa? - preguntó señalando mi instrumento.
-¿Quieres qué te enseñe? - le pregunté y él no dijo nada así que yo tomé sus manos y las coloqué en las teclas.
