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El día había amanecido fresco y despejado, con un frío vivificante y una niebla que obsiculaba las carreteras quizás la joven chica debió tomarse el frío como una advertencia pero para ella que hiciera tanto frío solo significaba que debía ponerse una capa más de ropa y correr un poco más rápido para lograr entrar en calor antes y así mismo lo hizo, se escabulló de casa con sigilo y cautela y simplemente corrió, corrió sin un rumbo fijo, corrió, corrió sin querer llegar a un lugar en concreto, deseando llegar a ninguna parte...

Siguió y siguió corriendo sus pulmones ardían mientras con dificultad abría la boca para intentar que una pizca de oxígeno lograra calmarlos pero por mucho que inhalara era como si el oxígeno no lograra penetrar en lo más profundo de sus órganos pero aún así no se detenía y por cada zancada que daba más le faltaba el aire, más le ardían los pulmones pero no le importaba, no le importaría nada, no mientras la rabia le consumiera de este modo, no mientras ese sentimiento de culpabilidad siguiera clavado en su mente destrozándola, consumiéndola, matándola...

De repente sin saber como sus rodillas impactaron duramente contra el cemento de la carretera haciendo que de su blanca y fina piel de sus rodillas empezara a brotar gotas de sangre

- Mierda, perdón-.

Dijo una voz masculina a sus espaldas mientras unas manos delgadas y pálidas le cogieron de sus brazos, la chica de ojos grises levantó la mirada y cuando sus ojos conectaron pudo ver sorpresa asomándose de esos amables y dulces ojos azules.

- ¿Kimberly?-.

Murmuro el chico mirándola con confusión, ella rápidamente le dio un empujón haciéndolo retroceder unos pasos mientras ella se levantaba rápidamente y daba un rápida mirada a sus heridas.

- ¿Que haces tú aquí ? Estás muy lejos de casa-.

Le dijo, Kimberly lo miró de arriba a abajo mientras con una voz ronca y fría murmuró.

- Métete en tus putos asuntos Clay...-.

Seguidamente se dio la vuelta y se fue por donde había venido aunque esta vez caminando a paso rápido y con la mirada clavada en el suelo.

Cuando abrió la puerta de casa un profundo silencio reinaba en ella, se adentro y subió las escaleras. Cuando entro en su habitación todo estaba igual que antes, antes de que todo se cayera en picado, parecía que los días, horas y minutos no hubieran pasado que el tiempo se hubiera congelado entre esas cuatro paredes, pero por mucho que lo deseara el tiempo había pasado, lento, duro y doloroso, pero lo había hecho y ya no había nada para evitarlo.

Miro el reloj banco de su pared y marcaba que faltaban apenas unos minutos para que tuviera que ir al instituto, tan rápido como pudo se vistió con un vestido negro que acentuaba sus curvas y se recogió su largo cabello en una coleta alta,  adorno su cuello con un collar de plata, un viejo collar que pertenecía a la que quizás fue su mejor amiga. 

Sus pensamientos se vieron interrumpidos cuando un fuerte y grabe pitido se hizo resonar a las afueras de su casa, miro por la ventana y sonrió de lado al ver el mítico coche rojo cereza de Tony, bajo las escaleras colgándose la mochila en su hombro derecho y salio de casa. 

Dio unos pasos para adentrarse al coche y cuando su blanca piel acaricio el suave terciopelo de el asiento de copiloto, soltó un suspiro de alivio, un suspiro que ni si quiera sabia que retenía, entonces la cálida voz de su amigo se colo por sus oídos.

Empezaron hablar animadamente como solían hacer cada mañana mientras la suave y vieja música adornaba el ambiente pero las risas cesaron cuando el coche paso por delante de su casa, la casa de hanna.

La casa donde Kim había pasado, días, horas, noches...

La casa donde había llorado, reído, donde había logrado ser feliz...

La cálida y grande mano de Tony se poso cariñosamente en el brazo de la chica de ojos grises para así lograr reconfortarla.

- ¿Estas bien?-

Pregunto el mientras intercalaba su mirada en la carretera y Kimberly, ella se limito a asentir con la cabeza intentando no hablar de mas para no acabar revelando que todo había sido su culpa , que ella era el motivo tres por el cual Hanna decidió suicidarse, se trago el nudo de su garganta que amenazaba con salir en forma de llanto y se limito a mirar por la ventana, en apenas unos minutos donde el coche se había mantenido el silencio, llegaron al instituto. 

Se bajo del coche y con pequeños pasos se adentro por los pasillos del instituto liberty, su mirada se mantenía mirando al frente mientras saludaba a las personas falsamente y Tony miraba con desprecio a aquellos que se hacían fotos delante del altar de Hanna que algunos estudiantes habían hecho con la intención de aparentar que la echaban de menos y que nunca le habían hecho daño.

Putos hipócritas.

Entraron en la clase del profesor de matemáticas sentándose como solían hacer en las mesas del fondo junto a Zach Dempsey para así poder dormir durante lo que duraba esa aburrida clase. 

Soltó una dulce carcajada cuando Zach le paso por debajo de la mesa un papelito con un burlón dibujo del profesor  y justo en el momento que el profesor abría la boca para regañarla o quizás castigarle la puerta se abrió y entro el.

El chico que había logrado arrancarle suspiros, carcajadas y hasta lágrimas.

Justin Foley

Porque el, era la extraña paradoja de preguntarle a su alma "¿a donde vamos?" y que responda " Al extremo corazón, al extremo".




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⏰ Última actualización: Jul 03, 2020 ⏰

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Gone ~ 13 reasons why~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora