CAPÍTULO XXXIII . Usando el mural para divagar

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   Después de secretear en el oído de Guillermo, Anna regresó a acompañar a Nancy dejándolo solo en la delantera, entonces Amanda apresuró el paso para alcanzarlo e intentar obtener información adicional sobre lo que iban a ver.

- Oye Memo, ¿me podrías decir más del mural que encontraron?

Guillermo reflexionó un instante lo que iba a decir.

- Del otro lado del río está la grieta que da acceso a la cueva en donde lo descubrimos –Pausó para preguntar- ¿Conoces el código Aubin y el siglo Nahóa de cincuenta y dos años?

- Estudié el código en la escuela, pero eso fue hace muchos años; del siglo de cincuenta y dos años recuerdo que se basa en cuatro trecenas en las que se repiten los años caña, conejo, casa, y pedernal.

- Bien, sí, así es, y yo estoy casi igual que tú, por lo que lo primero que hay que hacer es calcar los dibujos para estudiarlos con calma, a mí me parece que las ilustraciones del mural son similares a las que recuerdo del Códice Aubin, y lo mismo creo de la ilustración del año diez pedernal, de la que no sabremos la fecha que representa hasta que no descubramos a que ciclo de cincuenta y dos años corresponde.

Guillermo ya había establecido que el año era 1528, pero ante la advertencia que Anna le había transmitido, prefirió mostrarse menos habilidoso.

- ¡Qué maravilla! –Explotó Amanda-, ¿Crees que necesita preservación?

- Está en perfectas condiciones y es indispensable hacer lo necesario para que permanezca así, cosa que será difícil a partir del momento que en llegue el primer visitante, porque inevitablemente el ambiente será agredido con humedad, sudor, grasa corporal, gases intestinales, ácaros, mantequilla, cátchup, mostaza, frijoles, hedores...

Amanda soltó una franca carcajada.

- ¡Ay Memo! ahora sí te estás pasando, ¡tan bien que ibas!, pero no, no vas a lograr que me sienta culpable por ser la primera visitante.

Y Guillermo, quien era de naturaleza muy caballerosa, cayó en cuenta de lo que había dicho y de que efectivamente Amanda iba a ser la primera visitante, tuvo el impulso de corregir el rumbo, pero al ver la pícara sonrisa de Amanda en espera de una disculpa optó por continuar la broma.

- Bueno..., retiro lo de hedores...

- Memo –dijo Amanda en tono de ultimátum, pero con una sonrisa en los labios-

¿Si yo olvido que me dijiste sudorosa, grasosa, flatulenta, acarosa, y apestosa, te olvidarías de que vengo impuesta?

Vamos, te propongo que tratemos de ser amigos, ¿sale?

Guillermo moviendo la cabeza de un lado a otro, extendió su mano para estrechar la de su nueva amiga y dijo "¡sale!".

Anna y Nancy, quienes venían atrás de ellos a dos pasos de distancia, escucharon todo y rieron también de buena gana, lo que hizo que Amanda y Guillermo voltearan a verlas para estrechar sus manos como si se tratara de un saludo de paz eclesiástico.

Terminada la ceremonia todos volvieron a mirar al frente y Anna secreteándose con Nancy dijo.

- Simpática la flatulenta.

Causando que Nancy soltara una carcajada que por poco le saca el corazón por la boca.

- ¡Oh my God! –Dijo en medio de estertores de risa-

Bob suspendió su escrutinio del entorno para decirle a Nancy con sorna.

¿Me puedes explicarr de ñuevo eso de las chachalacas?

EN EL CERRO DE CUATRO CARASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora