21- El secreto detrás de la verdad

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"La dama oscura dijo: podrás desterrarme del paraíso pero siempre tendrás la marca de la Bestia, y cuando de mi sangre vuelva a nacer, el Apocalipsis va a caer"

- Frase de: Abby Green, Leyenda de los sanguinarios.

Desde que era pequeña siempre había querido vivir cerca del mar, sintiendo las olas romper contra la orilla y la estela de espuma cuando éstas volvían a juntarse en esa masa azul y amorfa

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Desde que era pequeña siempre había querido vivir cerca del mar, sintiendo las olas romper contra la orilla y la estela de espuma cuando éstas volvían a juntarse en esa masa azul y amorfa. Mis padres y yo vivíamos en una isla, pero los muros eran tan altos que solo los privilegiados eran capaces de ver qué había más allá. Incluso Audrey, quien había tenido la posibilidad de comenzar un bachillerato en la secundaria, o sus padres que tenían trabajos estupendos, jamás habían visto qué había más allá. Pero ahora lo sabía.

El tren paró en una estación mucho más concurrida de la de York Maine, a un lado había una parada de autobús y nos subimos a uno. Estábamos en una ciudad, bastante lejos de la Industria pero aún así, debíamos cuidarnos. Pasamos de las casas pequeñas a unos chalets más grandes que abrían paso a una especie de colonia con casas estilo cabaña.

Audrey tenía la dirección del lugar donde estaría Blakely, pero cuando vi que no había más nada que aquellas cabañas altas cerca de la arena y el agua, con pequeños jardines, quise preguntarle si había mirado bien el papel.

Antes de cruzar al nuevo barrio privado, unos gritos opacados por el interior del autobús llamaron nuestra atención. Había una pequeña multitud de personas alzando carteles en el aire frente a una casa blanca de paredes altas. Parecían estar manifestándose pero no fui capaz de avistar las pancartas antes de que el autobús acelerase.

-¿Es aquí?- le pregunté a mi amiga mientras bajábamos del autobús con expresiones embobadas.

-Si es aquí Émory, tal vez sea solo para despistar.

Cruzamos la pequeña cerca puntiaguda y la primera en golpear la puerta fue Stella, quien ya estaba harta de sentir el peligro de la persecución y de caminar con su herida. No había parado de quejarse en todo el camino, incluso cuando nuestros pies pararon frente a la vereda del porche.

La puerta se abrió con rapidez y un hombre joven con el cabello desordenado y sus gafas sobre el puente de la nariz nos miró a todos.

-¡Chicos! Estaba de los nervios creí que no llegarían- dijo Blakely y nos instó a entrar antes de que nos vieran demasiado- bienvenidos a su hogar por algunos días.

-Esto es increíble- musitó Erick observando todo mientras giraba sobre sus pies.

Estaba totalmente de acuerdo. Las paredes eran altísimas y tenían paneles de madera y el suelo también lo era de un color oscuro, con sillones de cuero y mantas de colores cálidos en la sala. Esta estaba dividida de la cocina por una barra de postes viejos.

ÉMORY: cuando los monstruos gritanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora