Estaba a varios metros de ellos, fingiendo trabajar. No había podido despegar sus ojos de su hermano y Sheyla, examinaba cada coqueteo de él y cada respuesta de ella. Sheyla lucía aún más joven de lo que parecía en el bar cuando trabajaba, Dawson sabía perfectamente por qué. Allí, en esa mesa no era una empleada, no llamaba a su hermano “cariño”, “cielo” o “amigo”, nada de eso, ella lo llamaba por su nombre, pero seguía siendo amable, aunque se permitía hacer muecas y mostrar su desaprobación cuando Benett le sugería malas ideas. Era una estudiante enfocada en hacer un trabajo.
Su hermano, en cambio, no perdía oportunidad para hacerle cumplidos y sonreírle como un idiota. Dawson quería enviarle más mensajes, exigirle que se comportara, pero no quería que su odioso hermano sospechara de algo que…ni siquiera Dawson sabía lo que era. Se aferraba a su laptop y los miraba por encima de ella, Benett le estaba diciendo a Sheyla lo estúpidos que eran en la universidad por prejuzgarla tan mal cuando ella era tan genial.
¿Tan genial? ¿Solo eso? Sheyla no era solo eso, ella era…tan humana, en el sentido más puro. No era como los mágicos en ningún sentido, tampoco era como…los que decían llamarse “humanos”. Ella era amable, tenía una sonrisa chispeante que hacía que todo lo malo del mundo pareciese insignificante, era divertida incluso cuando ni siquiera lo intentaba, era inteligente y aplicada, sus estudios eran la prueba y las charlas sinceras que tenía con algunos clientes del bar, cuando discutían sobre la ética y moralidad, cuando mencionaban términos que Dawson no conocía en lo absoluto. Ella también era astuta y honesta, siempre era honesta.
Pero lo que más le gustaba a Dawson era lo orgullosa que estaba ella por ser ella misma. Desde que Dawson la conocía, nunca la había oído contradecirse, ella se aferraba a sus principios, ideas y creencias. Tenía opiniones duras y no dudaba en expresarlas.
Nunca podría decírselo, aunque Dawson sabía que nunca podría acercarse a ella realmente, todo tenía que seguir como era, platónico.
Él sabía que en algún momento tendría que volver a irse y no quería…tener que dejar algo más atrás. Dejar a su familia ya era doloroso. Dawson no necesitaba más.Se lo recordó llevando su vista a sus pies descalzos, se había vestido tan rápido que no se molestó en ponerse zapatos. Se sintió tonto por eso, ¿Qué era lo que estaba haciendo? Ella era libre de convivir con quien quisiera y si era necesario podría a su hermano en su lugar si el idiota se excedía con sus halagos.
Cerró su laptop y se puso de pie para marcharse, pero como había pasado aquella tarde, cuando Libriana lo había llevado al bar, ella sonrió y se rió por algo que había dicho Benett, el sonido fue como un cielo lleno de nubes grandes y de curvas curiosas. Volvió a caer sobre el sofá.
Era patético, pero no pudo evitar cuestionarse si lo que necesitaba era una noche –o varias- de compañía femenina. Alguien que solo necesitara lo mismo que él, alguien que entendiera el silencio y que solo entre caricias se soltaran los nudos tan pesados que cargaban sus espíritus.
No había nada malo en ese tipo de encuentros, siempre que ambas partes estuvieran de acuerdo en lo que se buscara. Era perfecto.
Dawson lo había intentado años atrás, pero se encontró incomodo consigo mismo luego, cuando Sheyla le sirvió su bebida del día y lo llamó “cielo”. Sabía que ella había tenido novios y amantes también, él no tuvo problema con eso, después de todo, él nunca había intentado acercarse a ella de esa forma. Pero él sabía lo que había en su interior y sentía que incluso pensar en…tener entre sus brazos el cuerpo de otra mujer, era como engañarla.
Se resignó a que no pasaría la noche con alguien que no fuera ella. No podía, no cuando un halo de luz parecía rodearla.
*****
Pasaron dos horas hasta que terminaron el trabajo y ella necesito irse, sabía que ella se dirigía a su trabajo por lo que Dawson fue a terminar de vestirse para poder alcanzarla en la calle.
Para su sorpresa, cuando ella se giró y vio que él se acercaba, se detuvo y lo esperó. Dawson le sonrió con timidez sin mirarla directamente, su vista estaba fija en el suelo.
—¿Vas al bar? —le preguntó ella con su voz suave. Él asintió—. ¿No es un poco temprano?
Se preguntó si ella se sentiría incomoda con su presencia, pero al mirarla no lo parecía.
Se encogió de hombros.
—Fue muy divertido encontrarte allí, lo siento —se rió de pronto—. Nunca pensé que te encontraría en un lugar como este…No me malinterpretes, tienes una casa absolutamente hermosa, sueño con poder establecerme en un lugar como este —farfullaba—. La cosa es que me parece raro, no sé, que vayas a un bar tan…pequeño y alejado cuando por aquí cerca hay tantos.
Ella parpadeó en su dirección cuando Dawson no pudo hacer otra cosa que quedársele mirando. Si tan solo supiera…Cuando volvió a mirarla ella le sonrió con suavidad y comenzó a hablarle sobre cualquier cosa, no hacía preguntas solo hablaba.
El que él no pudiera responderle, ¿le resultaría desagradable?, se preguntaba. Él no tenía problema con escucharla, pero, ¿y si a ella no le gustaba? ¿y si se sentía forzada a hacerlo porque sabía que él no lo haría?
La miro, ella no parecía disgustada, estaba…apasionada mientras hablaba sobre una película que había visto, una triste historia de amor. Le gustaban ese tipo de películas, las dramáticas y románticas. Aunque podía disfrutar de cualquier género. Era curioso escucharla hablar de esa forma, divino.
Pero se calló, lo hizo en el momento que dos personas se montaron al autobús y comenzaron a hablar sobre Los seguidores.
—Si estás perdido en tu camino, escucha, nuestra casa es tu refugio —prometió una chica con la mano empuñada en su corazón—. No veas a tu alrededor por respuestas, escucha mi voz, ven a mi casa. Las palabras de mi salvador te guiaran.
Por el rabillo del ojo le pareció ver que Sheyla temblaba.
—La oscuridad siempre ha estado presente en nuestras vidas, pero cuando te unes a su luz, ya no tienes miedo, no hay nada más que gozo y pureza —él chico miraba a cada pasajero, tenía una especie de cinta entrecruzada rodeándole la cabeza—. Va llegar el día, cuando la maldad pise esta tierra. Solo aquellos iluminados por el salvador tendrán su piedad —parecía estar a punto de llorar—. ¡No es tarde! ¡Te prometo que no es tarde! —exclamó—. Ven a mi casa, ven a nuestra casa —comenzó a repartir panfletos. Sheyla lo ignoró, Dawson lo tomó—. Purifica tu alma y podrás pertenecerle a la luz.
Dawson observó lo que el chico le había entregado.
Por supuesto, le pertenecerían a alguien, pero ese no sería ningún ser de luz.
$+$+$
Amo la lluvia, pero cada vez que llueve por mi casa se va la luz. Y la señal. He estado peleando todo el día con la señal.
Últimamente escucho algo extraño en mi habitación, es como si fuera un grillo, pero el sonido es distinto. Quizás es otro insecto y tan solo pensarlo me pongo paranoica.
Necesito de su ayuda, recomiendenme canciones así para dedicarles a una mejor amiga. Se acerca el cumpleaños de la mía y siento que no tengo ni idea de que regalarle, si fuera una época normal, le compraría algo bonito y escribiría un mensaje. Pero no sé, en el día del amor y la amistad le hice una carta. Y ahora se acerca su cumpleaños y no se me ocurre que otra cosa pudiera escribirle.
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En las alas del Oliam
Fantastik¿Has escuchado de las criaturas que cambian su cuerpo a uno con alas? No es necesario leer ninguna historia anterior para comprender esta. ADVERTENCIA: CONTIENE SPOILER DE LOS MESTIZOS. Está historia pertenece a la saga: La sangre de los mágicos. R...