Capitulo 21: Cruel sacrificio

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Parecía difícil de creer, pero pocas veces Marcos había visto el cuerpo totalmente desnudo de Meredith. Habían muchas cosas que no entendía de ella, cosas que sabía tenían que ver con su pasado pero le daba miedo preguntar. Aquella tarde, leía un libro y escuchó la ducha abrirse. Sintió que la única manera de ver el cuerpo desnudo de Meredith; y era tan curioso y extraño una mujer tan fuerte y explosiva como ella pero que constantemente se negaba a mostrarse completamente ante el. Entró al baño sin que ella lo notase y por primera vez pudo ver tras el cristal el cuerpo de Meredith quedando maravillado y al mismo tiempo preocupado por lo que había visto. Su espalda estaba cubierta de cicatrices parecidas a mordidas y otras más difícil de distinguir. Meredith se sentó en el suelo de la ducha bajo el agua y solo bajó la cabeza recostando su frente en sus rodillas. El agua estaba hirviendo, agonizaba de dolor mientras sentía como su piel se escocia. Tenía la idea que dolor borraba dolor. Que autocastigandose podría minimizar sus traumas, sus constantes pesadillas que apenas la dejaban dormir. Pero era cuando único podía dejar de pensar, cuando sentía tal dolor que su mente bloqueaba todo lo demás concentrándose solo en ese dolor que su cuerpo sentía.  La piel se le había tornado roja, tanto que comenzaba a quemarse causándole laceraciones en toda la espalda. Marcos rápidamente corrió a la ducha y cerrando la llave la sacó en brazos llevándola al cuarto. Meredith buscó lo primero que tenía cerca y cubriéndose reclamó.

— ¿Qué diablos haces? Te he dicho mil veces que no entres sin tocar.

— No, dime mejor que demonios hacías tú. Déjame ver tu espalda.

— ¡No! No te atrevas a tocarme. ¡Vete! Quiero vestirme.

Marcos enojado vociferó

— ¡Estoy harto! Estoy cansado de que me evites, estoy cansado de hacerle el amor a una mujer sin poder ver su cuerpo cuando la acaricio, cuando la beso. Pero no conozco tu cuerpo, me evitas cuando quiero tocarte. Joder ya no sé si te molesto o no; si debo alejarme. Meredith necesito que seas honesta conmigo. ¿Por qué no me dejas verte?

— No tengo nada que decir. No tengo nada que enseñar. Déjame en paz.

— ¿Crees que es justo para mi?

Encogió los hombros sin mucha importancia

— Nada en esta vida es justo, Marcos.

— Como quieras

Marcos salió de la habitación dejándola sola. Azotó la puerta y enfurecido se sirvió una copa de whisky buscando relajar un poco el humor. Cada vez se le hacía más difícil entender y tolerar las enigmas de Meredith. Mientras, ella en la habitación se puso de pie dejando caer el sabana que la cubría y caminando al espejo se acercó y al ver su reflejo y voltearse un poco mirando su espalda no pudo evitar sollozar sintiendo asco de ella misma. Aquella era su debilidad, su pasado, sus demonios..., esas marcas que no podía borrar por más que intentara quemarlas. La acompañarían siempre recordándole lo que ella era, en lo que la habían convertido. Tragó saliva y había tomado una decisión, quizá mostrándole su debilidad, su verdad a Marcos podría alejarlo y salvarlo de todo lo que estaba por venir. Cubriéndose con un sobretodo salió de la habitación y divisó a Marcos sentado junto a la chimenea mirando el fuego arder con la copa en sus manos. Algo temerosa se acercó a él y yendo contra sus miedos dijo.

— Quieres ver mi cuerpo desnudo, deseas conocer el porqué de mis evasivas porque alegas tener derecho. Bien, creo que tienes razón.

Venciéndose a sí misma dejó caer el albornoz al suelo quedando desnuda ante los ojos de Marcos. Con un nudo en la garganta bajó la mirada.

— No muestro mi cuerpo porque quienes lo han visto han expresado el asco que han sentido al verlo. He sido rechazada innumerables veces, y si no he sido rechazada, he sido usada como un mero objeto sexual. Respecto a mi espalda ...— Se volteó haciendo su cabello a un lado mostrando las cicatrices que llevaba en su espalda — Dijiste que querías saber que eran las marcas que tengo en la espalda. Bueno..., son mordidas y marcas de fustas. Las tengo desde que diez años.

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