Migraña infernal

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MIGRAÑA INFERNAL
Escrito por Besfast Docks
Traducido por Palabragrís

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Nota del traductor: Hola. Esta es una traducción que Besfast Docks amablemente me permitió realizar de su historia. Los créditos de la historia original van a su nombre. Dejo los datos de la historia original y su autora en mi perfil en caso que desees comunicarte (solo en inglés).

Timeframe: Esta historia transcurre durante la primera batalla contra Shabranigdú (Temporada 1 del animé).

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Estaba lavando los trastes cuando ocurrió, cuando una extraña, fea y horrenda andanada de poder se deslizó por su columna vertebral hasta crujirle en la base del cráneo.

Se quedó congelada. Su mandíbula apretada y sus dientes atrapados mientras un dolor filoso se abría paso hasta detrás de sus ojos. El plato que sostenía cayó de sus manos y se hizo pedazos contra el piso.

Desde la noche anterior sabía que algo terrible había ocurrido, pues aquel poder que yacía en su interior y que le pertenecía y le era ajeno por igual se había encendido como fuego dentro de ella, de forma completamente inesperada, justo cuando se preparaba para irse a la cama. Había sentido una contracción de miedo en el estómago que no tenía nada que ver con lo que ocurría a su alrededor y no tenía mucho sentido. Se había martillado el cerebro buscando la razón y solo se le había ocurrido una explicación posible.

Mil años atrás, Shagranigudú había sido dividido en siete partes, y esas partes habían sido selladas al interior de seres humanos para que pudieran renacer a través de los milenios, en un esfuerzo desesperado para debilitar el poder del Rey Mazoku. La única explicación para que el poder de Ceiphied encendiera de esa manera sería el despertar de una de las siete piezas de Shabranigudú.

La preocupación y el miedo pertenecían a Ceiphied, no necesariamente a ella misma. Había aceptado su particular rol desde el momento en que lo había comprendido cuando era muy pequeña. Su vida nunca le había pertenecido realmente a ella y lo más probable es que nunca le perteneciera. Al final, era la sirviente de Ceiphied.

Por supuesto, el mero hecho de saber que una pieza de Shabranigudú había renacido fue suficiente para hacerle pasar una noche horrible y sin descanso, con todos los sentidos muy atentos mientras aguardaba a que estallara el caos a su alrededor.

Pero no ocurrió nada. Sintió algunas pequeñas contracciones de poder que provenían desde más allá del horizonte, pero nada más.

¿Por qué Shabranigudú no la atacaba? ¿Acaso no se había percatado de que la voluntad de Ceiphied aún existía en el mundo? ¿O se había dado cuenta de que Ceiphied continuaba existiendo?

Y ¿por qué Ceiphied no le había exigido a ella atacar primero?

A pesar de su exterior normalmente frío, una jaqueca muy dolorosa le hacía sentir que se le iba a partir la cabeza furiosamente detrás de su ojo derecho, molestándola mientras trataba de formular respuestas para el silencio tanto de Shabranigudú como de los restos de Ceiphied. ¿Acaso había malentendido la situación? ¿Podría ser que Shabranigudú no hubiera renacido?

No. No creía estar equivocada, su instinto era particularmente acercado y refinado por la influencia de la voluntad de Ceiphied en su interior, por lo que raramente (o más bien nunca) se equivocaba.

A la mañana siguiente, la combinación de falta de sueño y una horrenda migraña le significaron por primera vez en la vida ser incapaz de realizar la más simple tarea cotidiana. Las cosas se le caían de las manos y se chocaba con todo, tanto así que hasta su jefe terminó preocupándose por su salud, enviándola de vuelta a la cocina para que descansara un poco.

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