Prólogo - Una Novia Fingida

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        Nora Wilson, una chica de dieciséis años de edad, de altura normal, tez blanca y cabello entre liso y ondulado color castaño, sus ojos eran de un marrón oscuro, tanto que parecía como si fuesen negros.

Es hija única, pero, hace dos años y cuatro meses, quedó huérfana.
Su madre murió en una tragedia que ocurrió en la empresa en donde ésta trabajaba; hubo un horrible incendio el cual le cobró la vida.
Nora nunca conoció a su padre, ya que este abandonó a su madre cuando ella aún seguía en el vientre.
Vive con su abuela, y se mantienen estables económicamente por la pensión de la señora Wilson.
A Nora la idea de estar así, no la afecta del todo, pero,ella pensaba era... En satisfacerse a ambas en cuanto al desayuno, el almuerzo, la cena. O al menos una merienda que pueda alegrar los días.

        Ella caminaba por la calle, acababa de comprarle un pequeño regalo a su abuela con algo de sus ahorros que se deben a que, al ser una buena estudiante y ser inteligente, muchos jóvenes Pagaban para que ella les hiciera sus tareas y trabajos. Ella no se negaba, puesto que, necesitaba el dinero.

Había comprado una taza de vidrio color blanco, tenía un par de decoraciones con flores color rosa pastel... Era una bonita decoración para una sencilla taza para tomar un café por las mañanas o un tecito por las tardes, que era lo que claramente hacía su abuela.

Iba distraída por su camino, rodeada de personas desconocidas.Miraba sus zapatos con atención mientras caminada. Pensaba cuándo podría comprarse otros, ya que los Converse que cargaba puestos comenzaban a deteriorarse por su tan largo tiempo.

Suspira y mira al frente, pero al hacerlo, alguien la tropieza sin cuidado alguno. Cae en la acera de la calle junto con la bolsa en donde estaba la taza. En cuanto presta atención al suelo, y ve aquello que había comprado tirado y... quebrado, queda totalmente desconcertada.

—Perdóname —Escucha de parte el joven el cual la tropezó he hizo que eso haya pasado.Ella lo mira, al reconocer ese rostro rueda los ojos y baja su mirada—. Perdona en serio, Nora —Dice. Ella abre sus ojos más dela cuenta y lo observa fijamente. Él toma con cuidado la bolsa con aquellos pedazos de vidrio, aún en el suelo. La mira al momento, y al notar su reacción emboza una sonrisa—. ¿Qué? ¿Tu nombre es Nora, verdad? —Cuestiona con diversión en su tono.

—Sí —Dice mientras asiente con su cabeza, confundida. Ambos se levantan.

—Estudiamos en la misma escuela ¿No lo sabías? —Dice él, observándola. Nora se encoje de hombros al momento.

—Sí, lo sé. Lo que me impresiona es que tú sepas mi nombre, Nicolás.

—Después de todo no es tan difícil —Dice, subiendo los hombros por un segundo—, Oye, discúlpame, no quería quebrarla —Nora se cruza de brazos y baja su mirada.

—No importa, olvídalo —Dice, con una pequeña y falsa sonrisa e intenta rodearlo para seguir caminando. Éste la detiene.

—Espera, escucha... —Dice, ubicado frente a ella. Nora respira profundo,estaba impacientándose después de eso—. Tengo la misma taza en mi casa, te la daré ¿Si?.

—¿Qué? —Pregunta ella, sin pensar. Sus ojos están más abiertos que de costumbre y su boca se abre desprevenida.

—Es en serio... está la misma y, no estamos lejos de mi casa —Dice, con algo de rapidez mientras habla—, Vamos. —Dice para, posteriormente, tomar la mano de Nora y llevarla. Nicolás comienza a caminar con paso algo acelerado, Nora se encontraba atónita de lo que estaba sucediendo.

—Nicolás, suéltame, Yo puedo caminar sola —Se queja ella, observándolo con un poco de enojo. Él la suelta y la mira de reojo. Nora camina cruzada de brazos, indignada. Pero en su interior quería era recuperar lo que había comprado. Aunque muchos lo vean exagerado, para ella en estos momentos hasta una simple taza valía mucho.

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