Capitulo Once

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Mate mate mate mate mate.

Bueno, ya lo encontré, ahora solo tengo que sobrevivir a él, ¿Pan comido no?

El lobo chocolate sigue gruñendome y ladrándome mientras me ve furioso. Después de unos segundos de vacilación yo también le respondo ladrando enojada, yo no fui la que nos ataco, aún si la chica es conocida suya, yo solo estaba definiéndome a mí misma y al inútil de mi medio hermano que salió corriendo cuando tuvo la oportunidad.

Sentí el aura del lobo golpeándome como un ladrillo contra una ventana de cristal, no tan asfixiante y demoledor como el de mis padres pero si bastante más fuerte de lo que un rouge debiera tener.

Sacudí mi cabeza mientras dejaba que mi propia magia resonara entre nosotros, el efecto fue casi inmediato, el lobo dejo de tener una expresión atemorizante que paso a ser una de confusión. Mi postura también se relajo cuando mi loba dejo de percibir una amenaza de su parte.

Dudoso y cauteloso el ojiverde dio un paso en mi dirección y por más que su dulce aroma me estaba hipnotizando fue mero instinto que mi lomo se erizara y mis colmillos quedaran a la vista. Después de todo, mate o no mate, él seguía siendo una presencia desconocida para mi, y los años de entrenamiento no se olvidan fácilmente.

Él dejo salir una especie de gruñido mientras agachaba la cabeza y aplanaba las orejas, en muestra de paz. Siguió avanzando poco a poco y mi loba paso a estar más nerviosa que asustada. Cuando ya estábamos prácticamente cara a cara el instinto hizo lo suyo mientras ocultaba los colmillos y alzaba la cabeza en busca del tacto de mi pareja.

No me dejo esperando su hocico olfateo mi cara para después lamerme mientras se frotaba en mi lado, un leve gruñido de satisfacción salió de mi cuando su aroma por fin me envolvió haciéndome olvidar hasta mi nombre.

Todo tipo de sonidos se escuchaban de parte de mi pareja, que parecía tan perdido en el momento como yo. Por eso no fue sorpresa que nos diéramos cuenta demasiado tarde de la presencia desconocida de otros rouges. Al principio pensé que eran conocidos de mi pareja, (justo como la chica que seguía inconsciente detrás de mi y de la que me había olvidado momentáneamente), pero cuando el lobo chocolate oscuro ladró en advertencia caí en cuenta de lo tenso que estaba y de la pose defensiva que adopto.

El lobo de mi pareja era de mi tamaño, unos pocos centímetros más alto tal vez. Pero eso no evito que con su cabeza me empujara hasta retroceder mientras él le hacía frente a los invasores.

Cuatro lobos llegaron de frente claramente amenazándonos mientras nos enseñaban los dientes y gruñían. Y aún cuando mi propia pareja destinada era un rouge, un lobo salvaje, estos lobos parecían realmente desquiciados. Sus ojos carecían de ese brillo inteligencia humana que los cambiaformas teníamos, se encontraban increíblemente delgados, al borde la anorexia a mí parecer ya que podía contar todas y cada una de sus costillas, a parte de las incontables cicatrices que alcanzaba a ver allá dónde no había suficiente pelaje.

En otro momento me hubieran dado pena o preocupación, pero cuando los dos que estaban más cerca se lanzaron en ataque de mi mate toda consideración desapareció de mi corazón y Casiana me arrebato el control antes de que pudiera analizar lo que estaba pasando.

¡Corre!

Ordenó una voz masculina en mi cabeza y mi loba supo de inmediato que era mi mate.

Mi pareja ataco y alejo a los rouges lo mejor que pudo, pero supe que no iba a poder solo cuando un tercero saltó a atacarlo también.

Agáchate.

Empuje el pensamiento en su dirección pues a pesar de estar herida por mi pelea con Leonardo y posteriormente la loba blanca aún no estaba al límite de mis capacidades.

Ojos Color de LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora