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La música retumba en la sala de entrenamiento que tenian en casa, las luces están graduadas y por lo tanto opacas, la sala permanece sola y San sigue sin poder hacer sus pasos perfectamente.

Esta frustrado, cansado y decepcionado de si mismo. ¿Cómo es posible que no pueda pulir sus pasos después de tantas horas de ensayo? Tenía que estar perfecto o todo se arruinaría por su culpa, no quería llegar a ese nivel de incompetencia y por eso debía hacerlo bien. Quizás sólo tenía que practicar un poco más, quitar unas cuantas horas de sueño a su rutina (que claramente era algo que ya había estado haciendo en los últimos días); quizás debía pedirle ayuda a Yunho, era un excelente maestro y seguro le ayudaría, pero a esa hora ya estaría descansando (como debería estar haciendo él también). 

Eran pasadas las dos de la madrugada y posiblemente todos dormían tratando de recargar energías, pero San no se quería conceder ese descanso hasta que la coreografía no le saliera aceptable a sus ojos. Aún le faltaba mejorar, mejorar mucho.

Se detuvo por un momento tratando de nivelar su respiración, estaba apunto de desesperarse hasta no poder respirar, por lo que se dejo caer en el piso liso de la sala de ensayo buscando la fuerzas necesarias para seguir. Miro su reflejo en el espejo; se veía agotado, ojeroso y devastado. Con sólo mirarse de aquella manera le daban ganas de llorar, pero no lo haría, primero debía terminar de ensayar.

Buscaría a Yunho, quizás aún no se había ido a dormir por estar jugando algún juego online o le preguntaría a Mingi, aunque posiblemente este lo inmovilizaría en la cama hasta que lograra dormise, hasta podría preguntarle a Seonghwa, porque siempre tenia una paciencia infinita cuando se trata de ayudarlos en algo, pero definitivamente no le pediría ayuda a Wooyoung. 

Wooyoung y él habían tenido un intercambio de palabras que casi podía llegar a ser una discusión y todo porque San no quería irse a dormir, pero ¡Vamos! ¡Eran las cuatro de la tarde!, aún así insistía con que debía descansar o no lograría rendir absolutamente nada. Nadie se metió en su conversación aunque todos estaban en la habitación, era un tema que les afectaba a todos, pero la manera en que las palabras fueron dichas dejaban ver que la disputa era algo personal, algo de ellos dos. Por eso estaba seguro que Wooyoung se encontraba molesto con él, no hacia falta que se lo dijera para tenerlo claro.

El, ahora, rubio le seguía repitiendo que lo estaba haciendo bien, que iba al ritmo de todos, pero San seguía creyendo que le faltaba esfuerzo.

Lo pensó mejor y decidió que buscar a Yunho era la mejor opción que tenia (o se le ocurría) en ese momento. Seguro estaba durmiendo, pero si lo despertaba pidiéndole ayuda lo haría sin protestar tanto.

Tomo valor y se levanto para salir en busca de su supuesto salvador, cerro la puerta de la sala para que la música no saliera y molestara a los otros, y camino por el pasillo sin iluminación. Daba pasos lentos para no despertar a nadie, también se encontraba tan cansado, su cuerpo le pesaba y sus ganas también. Visualizo la puerta de la habitación en la que Yunho dormía y la abrió sin pensarlo dos veces encontrando todo a oscuras. Era obvio que dormía y aunque su plan era despertarlo no pudo hacerlo.

Yunho se encontraba envuelto entre las sabanas abrazando una almohada, con su cachete abultado por tenerlo pegado a la superficie acolchada, su cabello desordenado y sus labios levemente abiertos. No lo podía despertar, incluso se arrepentía de haber pensado en eso como una opción. Estaba siendo egoísta, que él no quisiera descansar no significaba que debía limitar el descanso de los demás y menos de Yunho, quien se esforzaba tanto en las coreografías todos los días.

Salio de la habitación tan rápido como había entrado. Se sentía mal, estaba haciendo las cosas mal.

Otra vez comenzó a desesperarse, paso la mano por su cabello intentando calmarse, busco aire en donde creía que no había y sintió como la debilidad de sus piernas volvían. No le quedo de otra que recostarse de la pared hasta que sintió el piso frió debajo de él. No era la primera vez que un ataque de ansiedad lo abordaba, sabia que hacer; debía calmarse, pero ni siquiera podía respirar correctamente. En el momento menos esperado las lagrimas aparecieron haciendo todo aún más complicado, no podía controlarlas y sólo lo hacían sentir más desesperado.

Hombro con hombro | woosanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora