Sueño heroico

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En un tiempo distinto a este un joven se levanta entre la llanura, sin familia, ni amigos, este chico pasa su tiempo ayudando a la gente e intentando conseguir dinero para apoyar a los huérfanos que cuida, alimentándolos antes que a él mismo, siempre con hambre, siempre con sueño, trata de hacer lo mejor para quienes dependen de su fuerza y es entonces que algo cambio su vida, de cero a héroe.

Era un festival de la ciudad, el calor hacia que no pudiera ni mantenerse en pie, salivaba por una gota de agua, incluso deseando la que se le daba de beber a los caballos, sin embargo no era tan cruel como su hambre que le hacía desfallecer a cada paso que daba, es como si su propio cuerpo le traicionase, pero ante todo se levantaba impasible contra la adversidad y fue entonces que su destino le sonrió o al menos eso pensó. En el centro de aquella celebración se encontraba el espectáculo principal "La espada encantada" un arma mágica que solo un ser puro de corazón podía utilizarla, un corazón que buscara justicia y felicidad para todos, un ser lleno de compasión, un héroe por derecho propio.

En ese momento el joven se sintió invadido de una presencia que jamás había sentido, animado se olvidó de sus pesares y grito a todo pulmón –"Yo blandiré la espada" – y quien administraba el evento al verle no pudo hacer más que reír ante la idea de ver el sueño frustrado de tan ilusionado joven, por lo que en un dejo de burla decidió que podía hacer el intento aunque sin nula posibilidad de éxito.

El joven con tal determinación subió a donde se encontraba el reto, la espada encerrada en su funda hacia mucho que no había sido retirada de esta, miles lo habían intentado pero todos fracasaron, por lo que se suponía que él no sería la excepción más grande fue su sorpresa que al tomar la espada esta salió de su funda con tal gracia que dejo sin palabras al joven, cayéndose de espaldas al comprobar que él realmente era el elegido para portarla, aquel que regentaba el espectáculo lleno de ira intento tomar su espada, pero cuando el joven se la entregó su mano se llenó de espinas y estas fueron subiendo través de su brazo hasta llegar al corazón, los gritos no cesaron en ningún momento hasta que su corazón entrego su ultimo latido.

Fue entonces que el reino, no solo el pueblo le reconoció como el héroe que estaba destinado a ser, quienes cuidaba pasaron de ser pobres almas en desgracia a ser parte de la familia del héroe, recibiendo privilegios y grandes honores, aquel debilucho joven creció hasta ser un hombre recto que buscaba la paz para los inocentes y velaba por la justicia en el reino y así debió ser siempre hasta que un viajero llego de otras tierras, llego buscando al héroe del reino, su armadura brillaba era hermosa, su rostro oculto tras un casco y su andar recto recordaban a un paladín de las leyendas, un verdadero Dios entre los hombres, pero este ser era lo más alejado a uno, comenzó atacando a las aldeas para atraer la atención del héroe, quien al acudir no pudo más que horrorizarse al ver el proceder de este "Paladín"

Como hombre de honor que era, le reto a un duelo público, un duelo entre el bien y el mal, donde se decidiría el destino del "Paladín" y se pondría fin al camino de cadáveres que había forjado en su andar por el reino, el héroe no concebía que un hombre que lucía tal belleza en su armadura tuviese tan podrido el corazón, casi como si este fuese de espinas, mas no retrocedió ante el miedo, decidido a avanzar lucho con gran valor contra aquel ser, sabía que con su "espada encantada" sería capaz de abatir cualquier mal, casi como si su batalla estuviese ganada desde el momento en que la desenvaina, el paladín no tuvo oportunidad, era arremetido una y otra vez, no había defensa que se opusiera a la espada encantada, luchaba, esquivaba, caía, el duelo se prolongó tanto que el atardecer se empezó a hacer presente y la oscuridad en la armadura se hizo presente como un destello carmesí.

El héroe estaba agotado, el sudor se hacía presente en su frente y estaba cansado de la lucha pero aun así no cesaba en su pelea, se enfrentaba una y otra vez a quien parecía nunca ceder, nunca agotarse, el paladín más que un humano parecía una armadura con vida que no pararía hasta derrotarle, sin embargo el sabía que todavía era un humano, le había hecho daño, lo había visto caer en el suelo y escupir sangre, podía derrotarle, y así junto con el atardecer que precede a la noche la pelea llegaba a su cúspide final, en el suelo sin su escudo y sin armas un tajo de su espada le arranco el casco, rebelando una larga y roja cabellera y un hermoso rostro femenino, era como si viese a la mujer más hermosa del mundo, pero pese a ello sabía que era una asesina, al verla el héroe dudo un segundo ante esta revelación y con una leve sonrisa la paladín hasta hace poco derrotada sonrió.

Un dolor horrible le recorrió el brazo al héroe, como si algo se enterrase desde su interior hacia el exterior, el dolor era horrible, y el mirar su brazo pudo observar espinas saliendo de su mano y estas iban avanzando, creciendo hacia su corazón, cada vez más grandes, arrancando su piel al ritmo que se abrían paso hasta llevarlo a su muerte, sin embargo se detuvieron justo cuando estaba por llegar a su corazón -¿Por qué?- alcanzo a decir entre murmullos y una voz le contesto – Eras un candidato a héroe, tenía que detenerte, así me lo ordeno porque ella es mi ama, porque es pura de corazón- levantándose la paladín tomo la espada del héroe arrancándola de su brazo que se hizo trizas –Mi corazón es puro... pura maldad, tranquilo, una vez que te mate diré que eras un hereje posteriormente explicare como es que me robaste la espada y engañaste a esta pobre gente, finalmente iré por las cabezas de quienes has amado o quizás también los acuse de herejía y los haga arder en la hoguera... eso me gusta más-

Finalmente el héroe murió entre quejidos y lamentos, entre lágrimas y maldiciones, mientras recordaba su pasado y a su familia que pronto se le uniría en la muerte, o eso creía. Como maldición por haber usurpado la espada ahora el seria parte de su funda, al igual que otros falsos héroes y observaría de primera mano cómo la paladín ejercía su justicia, hasta el final de sus días, viendo emerger y caer a otros héroes que alimentarían al ama de la espada.

Historias en las tierras olvidadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora