21. Los hubiera no existen

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/RIONA WOODS/

El apartamento donde vivían ahora era del tamaño justo para ambos, se encontraba en quinto piso de un edificio del centro de la ciudad, con tan solo entrar te sentías en casa, las paredes pintadas de coral claro, con un tapiz de flores primaverales en la parte superior de ellas, en las paredes colgaban algunos cuadros pequeños, dos de ellos con un paisaje y el otro con un florero. El comedor quedaba cerca de la cocina, los muebles en la sala junto con el estante donde estaba el televisor y el equipo de música, las ventanas decoradas con cortinas de color gris, al fondo estaban las habitaciones, tres y el baño. Tenía un balcón que daba a la vista al parque, el cual, por ser primavera, relucía con árboles lleno de flores. Les encantaba su nuevo hogar y más porque estaban en la compañía del otro.
Era lunes y estaba cansada al llegar a la casa del trabajo, tenía pensado ya lo que haría de cena, y mientras introducía la llave en el picaporte analizaba mentalmente los ingredientes que necesitaría y recordando que tendría que comprar algunos o hacer otra cosa. Al entrar la sorprendió que la mesa estuviera puesta y encima algunos recipientes que expedían un delicioso aroma.
Depositó en el mueble sus cosas, y buscó en la cocina a Aiden, el cuál no lo veía, se adentró a su habitación y no estaba, volvía al comedor cuando sintió que unas manos cubrían su cintura, giró despacio y colocó sus brazos alrededor de su cuello para besarlo dulcemente.

-Llegaste temprano hoy- comentó ella soltándolo y dirigiéndose hacia la mesa tomándolo de la mano.

-No tuve muchos pacientes está tarde-ambos tomaron asiento en la mesa quedando frente a frente. —así como me sobraba el tiempo hice la cena.-

-Todo huele muy bien, ¿tienes el antiácido cerca?-preguntó ella riendo con suavidad.

-¿Dudas de mis conocimientos gourmet?-preguntó poniéndose una mano en el pecho, como si aquella pregunta lo hubiera afectado.

-Lasaña...mmmm...la pruebo y luego te digo- se sirvió una porción de lasaña y llevó un pequeño bocado a su boca, el cual saboreo gustosa, no podía negarlo, estaba delicioso.-está muy bueno- dijo tapándose la boca con una servilleta.

-Hoy cenaremos comida- decía mientras se servía una porción. Ella lo miró con el ceño fruncido.

-¿Qué insinúas?- cenaron tranquilamente, hablando de ves en cuando sobre cosas triviales, como el trabajo, después de terminar Riona se dispuso a fregar los platos mientras él veía televisión.
Al terminar se recostó junto a él en el sofá, ella de espaldas a él, Aiden pasaba los canales sin importancia, y Riona lo observaba, admirando cada una de sus facciones, había un pequeña arruga entre ambas cejas que al fruncir el ceño se denotaba más, su cabello recién cortado, y con algunos mechones que daban a parar a su frente, los lentes en ese momento no los llevaba puesto, así que podía ver aquellos ojos verdes y penetrantes sin ningún obstáculo. Dio la vuelta para estar frente a él, se acomodó mejor y subió un poco el rostro para besarlo. Sentía como correspondía al percibir sus manos acariciando su espalda por encima de la blusa, sus labios eran suaves y apetecibles.
Ágilmente el giró para quedar encima y metió su mano por debajo de la blusa para sentir mejor el tacto de su mano con el pecho de ella. Riona comenzó a desabotonar los botones de la camisa blanca de él, de forma apresurada, la tuvo que dejar de besar para poder quitarse la camisa y quitarle a ella cualquier prenda, él se bajó el pantalón y el calzoncillo hasta las rodillas y le remangó la falda a la castaña y con los dientes descendió la braga de ella, dejándola descansar en alguna parte de la sala, tal cosa excitó a Riona, aquello sería algo rápido, pero placentero, más tarde tendría tiempo para degustarlo como era debido, pero lo necesitaba dentro, urgentemente.
Volvió a besarla y con movimientos apresurados se adentró en su cavidad, y manifestó aquel deseo incontrolable que siempre había sentido por ella. Riona movía las caderas para sentirlo más y así llegar a un orgasmo que dejo salir tras varios gemidos, al igual que él.
Tumbados en el sofá, respirando agitadamente, ella jugando con los cabellos de él, Aiden acariciando la pierna derecha de ella y descansando su cabeza en el pecho de esta. Sonreía mientras la miraba y se sintió satisfecho al comprobar lo que podría traer aquel acto, porque nunca la veía tomar la píldora y él nunca se protegía, ¿para qué? Si tener un hijo con Riona aumentaría la felicidad que siente.

Unidos sin Recuerdos (UNIDOS #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora