Era como aquel día de cuando tenía tres años, quizás cuatro. Había esperado tanto aquella mañana con la emoción que sólo un niño poseía. Con esas ansias que se tiene cada vez que estás apunto de conseguir lo que tanto habías deseado y que tus padres te habían dicho miles de veces “Pronto”, aquel “pronto” había llegado.
¿Cuántas veces se desea tener algo, pero sabes que jamás lo tendrás?
¿Y qué se siente al saber que sí se tiene?
Por muchos años había dedicado su vida a una sola cosa, y no existía más que aquella cosa. Era su forma de vivir, ella se volvió su vida. De algún modo era egoísta, jamás le había preguntado a ella si quería seguir viviendo ¿Quién no quiere vivir? Quizás para aquella pregunta existían muchos que levantarían la mano. Y los seguiría habiendo después de muchos años.
Todo había seguido el ritmo que debería seguir, así como todos decidían a dónde mover sus pies. Los malos sucesos llegan, los buenos sucesos también. Cualquiera que recibiera una noticia como aquella miraría feliz al techo y diría “es un milagro”. ¿De verdad existen los milagros? Aquellos sucesos inexplicables que eran imposibles, ¿Cuándo algo es imposible?
Felicidad, dicha, alegría, quizás eran todas estas o una de ellas solamente. Aquella tranquilidad de sentir que todo lo que has hecho durante tanto tiempo valió la pena, porque es tu mayor premio, algo que te dice “bien hecho”. Una clase de paz.
Shiroyama Yuu había vivido todos aquellos años luchando por algo que para muchos sería difícil, ¿Cómo mantener vivo a alguien cuando no puedes mantenerte vivo a ti? Sin duda era algo arriesgado contra la burbuja de todos. Muchas personas se habían alejado de los demás sin darse cuenta, ¿Acaso no podían sentir lo solos que se encontraban?, se supone que el ser humano fue hecho para vivir en sociedad pero esto estaba siendo desmentido por la gran masa de personas que no estaban juntas.
Yuu no creía que el resto eran simples sombras. Sombras que viene y que van arrastrándose por sí solas, y el resto parece que está ciego o simplemente no quiere verles. ¿Cuántas personas eran ayudadas en esos días? Al salir a la calle y alguien está siendo atacado, esta persona tiene que defenderse sola o dejarlo, nadie le ayuda. Cuando un conocido tiene fuertes problemas de los cuales no puede salir, al poco tiempo no saben de él. Cuando un familiar o un amigo tiene problemas, la mayoría de las veces se le ayuda ¿Existe la necesidad de que puedan tocar la burbuja para que les vean? Quizás no pueden ver a través de esta.
Y luego estaba aquel grupo más pequeño—desgraciadamente— que ayudaba sin saber por qué. Quizás ya no lo venían como una ayuda, era una acción más.
Y existía aquella felicidad cuando logras ver que tu esfuerzo valió la pena. Lamentablemente no era el caso de Aoi.
No estaba seguro de cuanto tiempo había pasado, la noción del tiempo le había abandonado así como ella lo hizo. Tal vez llevaba cerca de veinticuatro horas en esa posición, a un lado de la cama recargando su cabeza sobre esta mientras sujetaba la mano de la niña. La cual ahora estaba fría ¿Siempre lo estuvo? No había tenido la suficiente valentía para poder mirarle a la cara cuando todo aquello sucedió.
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The end.
Fanfiction... Si las palabras fueran importantes entonces todo el mundo podría vivir de poemas... Final.