Pequeños West II [West#2.5]

24- Descubrimientos.

Bastián

—Bradley, haz la tarea o no vas a salir a jugar —amenace y él hizo un puchero.

—Pero Brandon está a fuera —señaló la ventana y sí, Brandon estaba a fuera—. Ya terminé mi tarea de matemáticas, pero no entiendo la de español.

Verlo triste por no poder ir a jugar con su amigo me recordó a mí y a Charlie cuando éramos pequeños y no me dejaban salir a jugar porque no había hecho mi tarea. Yo sabía lo que se sentía, así que no podía hacerle eso.

—Bien, ve a jugar, pero cuando regreses hacemos la tarea, no quiero que me digas que estás cansado —sonrió.

—Trato hecho —no dije nada más y él se fue, por la ventana pude ver cuando él y Brandon se encontraron.

—Papi —me giré y ahí estaban mis dos pequeños desastres.

—Sí, ya, vamos a la piscina —ellos ya estaban vestidos con sus trajes de baño. Abrí la puerta que daba al patio y fuimos a la piscina, les indiqué dónde debían quedarse y lo hicieron.

Mi celular empezó a sonar y lo tomé.

—¿Bueno? —no me fijé quien era, porque no quería ni pestañear para no descuidar a los niños.

—¡Hey! Cariño, ¿ya te olvidaste de mí? —Charlie.

—Nunca amor mío —ambos reímos—. ¿Qué pasa?

—Primero que nada, ¿cómo está Jack?

—Ya está mucho mejor, April está con él en el hospital y me dijo que dentro de poco le dan el alta.

—Esas son buenas noticias.

—Lo son, porque ella al fin va a tener una preocupación menos.

—La otra era que mañana en la noche habrá una... es mi celular.

—Es mi trabajo —escuché a Summer—. Hola Bast.

—Hola...

—Mañana habrá una recaudación de fondos para un refugio que necesita de apoyo para alimentar a los animales que rescatan de las calles y sería bueno tenerlos ahí apoyándonos.

—Claro que sí, cuenta con nosotros, ahí estaremos, a los niños les va a gustar mucho estar ahí. Mándame por mensaje la hora y el lugar.

—Está bien yo...

—Dame, dame —Charlie aparentemente le quitó el celular.

—Ve a darle de comer a los niños —ahora Summer.

—Sigue así y te pediré el divorcio —reí. Esos dos siempre bromeaban con eso, pero se amaban demasiado para estar separados.

—No los hago perder más mi tiempo, nos vemos allá —ambos seguían discutiendo, así que colgué para seguir prestando atención a mis hijos. Ambos juegaban emocionados.

—Pude hablar con él —empezó a contarme April mientras se bañaba, porque había pasado todo el día en el hospital al lado de su papá.

—¿Y qué te dijo? —yo estaba sentado sobre la tapa del retrete.

—No mucho, el doctor le recomendó mantener la calma —asentí, viendo su silueta a través de la puerta de cristal de la ducha—, pero se alegró de verme y de que yo estuviera a su lado.

—Entiendo lo importante que es para él que tú estés ahí. Pero dime, ¿ya estás más tranquila?

—Sí, aunque lo estaré más cuando él pueda estar en su casa, tranquilo, porque odia los hospitales, aunque a pesar de eso es obediente —rió un poco y eso me hizo feliz—. Rebecca lo obliga a comer y a comportarse cuando no quiere.