IV

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Perla camina de un lado a otro, su barco dirigiéndose al fin del mundo, las aguas turbulentas preocupan a cada uno de los tripulantes, toda su flota dirigiéndose al encuentro final.

Hace tres días habían matado al hombre que la había salvado, el príncipe había dicho que era otra mujer que lo había maldecido, la familia real se había visto obligada a matarlo para que esa maldición no corriera por futuros sucesores de Christopher.

Se habían tardado en darse cuenta, tres meses habían podido ocultar sus encuentros carnales, habían podido recorrer el cuerpo del otro, y de esos encuentros Perla había salido embarazada.

Este mes iba a cumplir los cuatro meses y el único hijo de Christopher nacería en unos meses más.

Debe salvarlo antes de que sea tarde.

- suelten las velas, dejen que el aire y el agua nos lleve, suelten todo y pónganse al centro de los barcos. Solo iremos nosotros. – el joven segundo al mando grita las ordenes mientras Perla se detiene a un costado del barco, ve como los demás botes se quedan parados y el suyo sigue avanzando, su mente con la imagen del príncipe que ha robado su corazón.

El barco, fiel a su capitana, empieza a dar vueltas y vueltas hasta que un remolino empieza a tragarlos.

Todas las almas que son matadas de manera injusta se van al fondo del agua, junto con su cuerpo y con su alma, completo, el momento en el cual lo sepultan o creman, el cuerpo aparece completo, atado a una piedra y de cabeza, la familia real lo había sepultado hace un día, y estaba a un paso de encontrarlo.

Unos tripulantes empiezan a ahogarse en cuanto el océano los traga por completo, el barco se hunde hasta que toca tierra en lo más hondo, cuenta cuantos hombres le quedan, habían entrado cincuenta y ahora solo ve unos treinta a lo máximo, si quiere salvar el alma y cuerpo de su amado, debe darle algo a cambio al océano. Le ha dado veinte almas y veinte cuerpos.

En medio de toda la oscuridad busca su collar y lo abre, este ilumina gran parte y ve como junto a su amado hay miles de personas más, todas mirándola, pero ella solo va por un cuerpo, rompe la cadena mientras susurra palabras para que el agua la perdone por hacer esto.

Christopher se abraza a ella y cuando vuelven al barco, este sube hasta la superficie.

Los tripulantes que viven expulsan toda el agua de los pulmones y agradecen seguir vivos.

Perla toma el rostro del príncipe en sus manos y le da cortos besos en sus labios llenos, esta frío y parece que el océano ha tomado un poco de su alma, cuando mira a sus ojos se da cuenta de eso.

Las finas ropas que él tenía cuando la conoció ahora son solo trapos decolorados y rotos, da la vuelta alrededor de él, mira como en su espalda hay unas cuantas marcas de los latigazos que le han dado antes de matarlo, los tatuajes relucen más en la piel pálida del hombre.

Ordena a todos los barcos dispersarse y volver de donde vinieron, pero ella no vuelve al pueblo donde vivía, ahora se va junto al hombre que ama a una isla donde tenía todo preparado hace un mes, todos los tripulantes de la flota que tiene le habían hecho un tributo a la mujer por darles más cosas, y todas fueron llevadas a una isla.

Haría su nuevo hogar.

- te extrañe. – son las primeras palabras que salen de los rosados labios de Christopher. Acaricia el vientre de Perla mientras ella toma el mando del barco negro, del barco que le había regalado el mismo diablo.

- comenzaremos de nuevo, ahora nadie te va a buscar ni cazar. – le habla ella.

Él sabe que es verdad, su familia y su gente pensaría que él estaba muerto. Podría hacer una vida donde seria dueño de sus propias decisiones.


LA BRUJADonde viven las historias. Descúbrelo ahora