Las sirenas de los patrullas correr a gran velocidad se oían a lo lejos.
Las bocinas de los coches o los insultos a peatones también eran presentes.
Además, algún que otro disparo se podía llegar a oír muy a lo lejos.
Aun así, con aquel habitual escándalo que aquella ciudad por la noche solía adoptar, aquel hombre de unos 30 años parecía caminar tranquilo por las aceras de esta, relajado, escuchando una canción desconocida para él en su móvil.
Gustabo solía pasear por las oscuras calles de aquella ciudad, disfrutando de este paseo, a veces, acompañado de sus auriculares y recuerdos nostálgicos que se encontraban grabados tanto en su piel como en su conciencia.
Bueno, aquellos últimos siempre le acompañaban, solo que no siempre le atormentaban.
Últimamente no lo hacían, pues al pasar del tiempo había aprendido a cómo superarlos, acostumbrándose a ellos, para que pasaran de ser un problema a ser parte de él.
Ahora Gustabo no era Gustabo sin aquellas cicatrices o heridas.
Dio un último paso para llegar a su destino.
—Que hace un viejo decrépito como usted a estas horas en las calles de Los Santos. ¿Acaso no sabe que después de las doce salen criaturas monstruosas?— Preguntó, sonriendo tranquilamente, para posicionarse a un lado de Conway, que fumaba tranquilo allí, admirando las vistas al mar.
—Yo soy esas criaturas.— Dijo, sonriendo, una vez la colilla del cigarrillo abandonó sus labios.
Gustabo solo rio por lo bajo.
—¿Quieres uno?— Preguntó Jack, alcanzándole la caja de cigarros.
—Porque no.— Tomó uno, junto a un mechero, que había dentro de la caja.
Encendió la punta del cigarillo, para una vez ver rojiza esta, inhalar por el pequeño filtro, sintiendo como ese humo tan peligroso pero adictivo llenaba sus pulmones.
—¿Y como llevas lo de Horacio?— Volvió a preguntar Conway.
—Debo admitir que es algo costoso de asimilar. Por eso desaparecí esta última semana. Necesitaba pensar.— Levantó su cabeza, mirando el cielo oscuro y estrellado que decoraba aquella escena.— Es algo difícil de asimilar. Pero creo ya haberlo logrado.
Miro a Conway, que también le miraba, con un semblante tranquilo.
—Lo entiendo.— Le sonrió, poco, pero lo hizo.
Gustabo también lo hizo, para luego, volver a atraer el pequeño cigarillo a sus labios.
Ahora ambos, miraban al profundo mar, que no solo escondía peces y tesoros, sino que, albergaba recuerdos.
Bueno, y también cadaveres.
—Cuando pequeño, Horacio y yo pasamos una noche junto a una señora bastante anciana.— Habló Gustabo, sin despegar su mirada de las olas, sintiendo como la brisa llegaba a chocar con su rostro.— Recuerdo que faltarían unos diez minutos para que fuesen las doce de la noche. Y la señora nos dijo que nos durmiéramos, que después de esa hora, los monstruos salían a atacar a la gente inocente.— Siguió relatando, sintiendo la curiosa mirada de Conway ver atento su perfil.— Yo solo me reí, y le dije que no creía en los cuentos para niños, y que me quedaría despierto hasta la hora que yo quisiese. En cambio, Horacio si le hizo caso y se durmió. Isabel, por querer quedarse conmigo, no se fue a dormir.— Bajo levemente su mirada, recordando lo que aquella noche sucedió.— El reloj había marcado las dose, y cuando quise acordar, dos ladrones se encontraban dentro de la casa de la señora. Ella, queriendo protegerme a Horacio y a mi, ataco a los dos hombres. Pero claro, una anciana contra dos tíos de treinta y pico cada uno, sabes, la cosa ahí no estaba muy justa.— Suspiró, levantando su mirada, enfocándola ahora en el estrellado cielo de la casi medianoche.— La apuñalaron frente de Horacio y de mi, pero ella aún sin rendirse, en sus últimos segundos de vida, volvió a atacar a ambos hombres, dejándonos así tiempo a escapar. Desde entonces, Horacio le tiene miedo a los monstruos que a partir de esa hora salen. Pero creo que alguien le está ayudando a superarlo.— Miro a Conway, que fumaba un cigarillo a una pequeña distancia de su lado.— Si yo le hubiera echo caso, la amable mujer hubiera podido ver un mes después como su nieta nacía.— Sonrió lastimado, recordando como esa misma noche, unas pocas horas antes, aquella mujer les había contado a aquellos chicos que en solo un mes su única hija iba a dar a luz.
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Después de las 00:00. Intendenteplay.
Fanfiction𓅓﹔﹔𝙋𝙤𝙧𝙦𝙪𝙚́ 𝙙𝙚𝙨𝙥𝙪𝙚́𝙨 𝙙𝙚 𝙡𝙖𝙨 𝙙𝙤𝙘𝙚 𝙡𝙤𝙨 ⏋ ⎿ 𝙢𝙤𝙣𝙨𝙩𝙧𝙪𝙤𝙨 𝙨𝙖𝙡𝙚𝙣 𝙖𝙡 𝙖𝙨𝙚𝙘𝙝𝙤. 𓅓 ꓼꓼ 𝙐𝙣𝙖 𝙥𝙪𝙩𝙖 𝙢𝙞𝙚𝙧𝙙𝙖 𝙦𝙪𝙚 𝙣𝙤 𝙧𝙚𝙘𝙤𝙢𝙞𝙚𝙣𝙙𝙤 𝙡𝙚𝙚𝙧. 𓅓 ꓼꓼ 𝘾𝙤𝙣𝙬𝙩𝙖𝙗𝙤 Ⳇ 𝙄𝙣𝙩𝙚𝙣𝙙𝙚𝙣𝙩𝙚𝙥𝙡𝙖𝙮. ...