Sarangi

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Estaba oscuro, aunque no era excesivamente tarde. Las nubes estaban negras y la lluvia caía con fuerza. No hacía frío, por lo que salir a caminar bajo la lluvia podía ser bastante agradable pese a todo. Sobre todo, si la idea era meditar sobre la vida.

El gato de pelaje blanco con manchas negras se encontraba sentado sobre la baranda de un edificio. Su pelaje húmedo, pero no le importaba realmente. Estaba acostumbrado. Así era su vida. Así siempre había sido y estaba bien con eso. Le gustaba observar desde las alturas el movimiento de la ciudad. Las luces lo cegaban a veces. El movimiento de personas le llamaba la atención. Era fascinante la rapidez de la vida. El flujo. El ir y venir. El gato se sentía dueño del mundo mientras observaba.

"Soy un gato"

Pensaba mientras la lluvia continuaba humedeciendo su suave pelaje. Comenzó a moverse con pereza y elegancia. Aquella elegancia y soltura al caminar que solo los felinos tienen. El número de personas disminuía producto de la lluvia. Pero al gato no le importaba mojarse una vez más.

"Que escarba en la basura y caza"

Pasó entre algunos humanos que no les prestaron atención. Y tampoco le importó. Porque nunca ha buscado llamar la atención de ninguno de ellos. Su andar era lento a comparación del de las personas, que quería llegar a sus destinos lo más rápido posible.

"Para sobrevivir en este mundo, dependo de mis dientes y garras".

Caminó hasta su objetivo. Un montón de bolsas de basura y contenedores de un restaurant en una pequeña calle del centro de la ciudad. Era uno de sus lugares favoritos para ir a buscar comida. Rompió una de las bolsas y comenzó a escarbar.

"Soy un gato callejero orgulloso y noble"

Hizo unos ruiditos de felicidad al terminar su inspección. Se quedó un par de minutos sentado en aquel lugar. Observando la ciudad con sus profundos y grandes ojos amarillos. Una mancha negra cubría un lado de su pequeña y angulosa cabeza hasta su pequeña oreja puntiaguda. La lluvia seguía igual de intensa y las nubes aún más oscuras. Unos pasos lentos y calmados se acercaban, pero como de costumbre, el humano terminaría pasando por su lado, ignorándolo, como siempre.

El humano de cabello negro y lentes gruesos caminaba sin ningún tipo de expresión en el rostro. Con la vista baja. Sin ganas de observar la ciudad, iba concentrado en el suelo, en como las gotas chocaban contra los charcos de agua y sus zapatillas. Llevaba un paraguas de color oscuro, igual que el que la mayoría de las personas usaba. Su mano, pequeña y varonil, se aferraba de manera algo floja en el mango. Se veía algo deprimido y triste tras aquella inexpresividad.

Caminó derecho en la dirección del felino. Iba vestido de forma ligera. Un jeans negro y un polerón un poco largo y ancho, negro también y con bolsillo. Llevaba su otra mano dentro de uno de los bolsillos. Se detuvo a unos pasos del pequeño animal y extendió su paraguas hasta este, evitando que el pequeño cuerpo continuara recibiendo las gotas de lluvia. No le importó mojarse. A esta altura, ya no le importaba nada.

—¿Te gustaría venir a casa conmigo?—. Preguntó con su voz grave y profunda. Cálida y amable. La expresión decaída y sin mucha emoción.

El gato se quedó observándolo curioso. Analizándolo por completo. Su piel blanca. Sus labios gruesos. Su rostro apagado. El cabello negro cayendo desordenado sobre su frente, pegándose a ella ahora que estaba mojado. Lo lentes mojados le impedían ver a través de sus ojos.

"El chico que dijo eso olía a sándalo."

Pensó el gato mientras ponía en alerta sus sentidos. Pestañeo de manera lenta y se quedó con la vista fija en el humano.

Hermoso Humano / CHANSOO // AdaptaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora