Bienvenidos al Mundo del ISO (International Security Organization)
Una joven mujer se adentra al Mundo del ISO pasando por diferentes situaciones tras conocer a dos hombres.
Hombres cuya inteligencia y preparación sobrepasaba a cualquier ser humano...
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El recorrido final terminó en una celebración con los sujetos de entrenamiento en el pabellón. Cuando entré para verificar el espacio dejando atrás a Harper, ellos me recibieron con un alboroto inmenso.
La emoción fue tanta que vinieron y me abrazaron en grupo. Salimos al exterior todos juntos para compartir sentados en el césped, pero me negué por muchas razones, porque tenía vestido, porque los zapatos, por estar cansada, por miradas para nada disimulada del grupito de Aaron. En fin.
Él no desaprovechó el momento y se acercó a rodearme con sus brazos y para no ser grosera se lo permití, además de que unos cuantos más se habían acercado a hacer lo mismo.
La noche estaba cayendo y me sentía exhausta. Con ganas de un baño y cama. Lo bueno es que ya sabía en cual edificio me iba a quedar porque ya había llevado mis cosas del avión a mi cuarto.
Mientras subía a mi piso por el ascensor ya toda bañada y fresca, me puse a pensar en lo difícil que sería mañana. Enfrentarme al consejo, a mi equipo, el entrenamiento.
Sumida en mis pensamientos alguien me tomó del brazo y me arrastró dentro de la habitación.
— William, casi me matas de un susto— empecé a respirar pausadamente para recuperarme. De golpe me llegó a lo que estaba expuesta y busqué por todo el cuarto a Hans. Suspiré tranquila cuando no lo encontré.
— Te quedas aquí — fruncí mi ceño ante su orden.
— ¿Ya no estás enojado conmigo? — le cuestioné cuando se dirigió a la cama. Olía a jabón, pero no tenía el pijama de la Agencia.
— Estoy peor. Siento que se me acumulan todas los situaciones en la que has estado expuesta hoy y unas ganas de golpear todo a mi paso se apoderan de mí — No debería divertirme por esto pero, Hulk quería salir.
Y no estaba en condiciones de lidiar con él.
— Entonces será mejor que me vaya — bromeé para aligerar su ánimo.
— Toca el pomo de la puerta Agnes y me conocerás. Ven y acuéstate — la verdad no me iba a dejar ir y yo tampoco quería irme, quería buscar una solución a nuestro problemita.
— ¿No vendrá cierto? Porque sabes que puedo correr y salir al pasillo. Llamaría a cualquiera de las chicas y... — me callé cuando se frotó los ojos controlándose, tomó varias respiraciones y finalmente me miró.
— No vendrá — se levantó y empezó a caminar por la habitación mirando al piso — acuéstate y descansa.
Fui tranquila a la cama y me acosté en el borde posicionando mi cuerpo en forma fetal y mi cabeza sobre mi antebrazo mirándolo caminar de un lado a otro esta vez observándome nervioso a la vista de la lámpara blanca sobre la mesa de noche a mis espaldas.
