Le ha parecido oír la alarma de Luis sonar hace un buen rato, aunque no ha comprobado que hora era. Únicamente ha notado cómo se ha deslizado de la cama tratando de ser cuidadoso al tiempo que ella se daba la vuelta.
Ella se ha desvelado y echa de menos su presencia en la cama. Asume que no va a poder volver a quedarse dormida, así que después de una parada obligatoria en el baño, recorre descalza el piso en su busca.
La puerta vuelta del despacho le da una idea dónde está. Se muerde el labio por la ternura que le produce encontrarle dormido en el sofá con el portátil encima.
Aitana dirige una mirada al reloj y averigua que no son más de las siete de la mañana de un sábado en el que deberían estar alargando las horas de sueño.
El trabajo sigue extendiéndose demasiadas horas fuera de la oficina y Luis le dijo que aún tenía que corregir un par de artículos para que entraran in extremis en el número de ese mes.
Toma asiento en la alfombra apoyando la espalda en el sofá donde Luis aún no ha reparado en su presencia.
Coge con delicadeza el portátil y al mover el ratón encuentra un documento abierto que se dispone a corregir.
El talento de Luis sigue ahí, se deja entrever entre la presión del tiempo y la carga de trabajo.
Sin embargo, las líneas le atrapan y enseguida empieza a hacer anotaciones. Enfrascada en el último párrafo al que ve necesario dar una vuelta porque Luis lo escribió el día anterior bien entrada la noche, nota el rastro que deja un beso en su hombro.
-¿Haciendo horas extra?-susurra Luis apoyado en un codo aún desperezándose.
Aitana se gira con una media sonrisa y alza la mano en una caricia en su rostro somnoliento.
-Creo que si te quiero más reviento-susurra Luis acercándose a su boca antes de atrapar su labio entre los suyos.
-Me he desvelado y no estabas. Este ya está corregido. Échale un vistazo y déjame ver el otro, y mientras te echas una mini siesta hasta que Alba se despierte.
Suena, cuanto menos, tentador cuando se fue a la cama al filo de las dos y la alarma le ha taladrado el cerebro a las cinco y media.
Lee por encima las correcciones de Aitana fiándose de su criterio. Intenta sentirse útil mirando por encima del hombro de Aitana, concentrada ya en el segundo texto.
Cuando Luis se despierta bien pasadas las nueve, el portátil descansa apagado sobre la mesa y el cuerpo de Aitana le da calor dormido junto al suyo.
Sus labios solo tienen que avanzar un par de centímetros para posarse con delicadeza en su frente parcialmente despejada de su flequillo.
Aún planea la forma de salir del sofá sin despertarla para ir preparando el desayuno, cuando siente los brazos de Aitana acercándole más hacia sí misma.
Acaricia su mejilla con el dorso de la mano haciendo que a Aitana se le dibuje una media sonrisa con los ojos aún cerrados.
-Este sofá es más cómodo de lo que parece.
-Vamos a estar molidos después, ya verás -susurra ella aleteando las pestañas con cansancio.
Sigue la mirada de Luis, que se pasea con curvando levemente sus labios por toda la estancia.
Aitana adivina lo que está pensando acomodándose más en su cuerpo porque el día que empiecen a recoger cada uno de los objetos que han colocado en esa estancia, todo se volverá aún más real e inminente.
ESTÁS LEYENDO
Canción Desesperada (II)
RomanceSegunda parte de Canción Desesperada. 5 meses después. ¿Cuando lo has perdido casi todo, por qué merece la pena seguir?