Llamadas

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-¿Redonda o cuadrada?-pregunta Luis deslizando el dedo por la pantalla de su móvil enseñándole de nuevo las dos opciones de alfombra que más les han gustado.

-¿A ti cuál te gusta más?-le rebota la pregunta a Luis con la cabeza apoyada en su hombro sin cambiar de postura sentados ambos en el suelo.

El primer mueble en llegar fue el armario que, afortunadamente, montaron los de la tienda sin necesidad de que Luis interviniera. En unos días llegará la cuna porque hubo una confusión con el color y han tenido que pedirla de nuevo.

Luis ha insistido en que la cuna la montará él. Además, tiene la esperanza de que al verle entre tornillos e instrucciones, Alba quiera participar en el proceso y contagiarle algo de ilusión. 

Afortunadamente, ya no ignora a Aitana, simplemente el hecho de que esté embarazada. Al menos es un paso después de las tardes llorando en público y en privado por sentir que la había perdido.

No habla del bebé y parece hacer oídos sordos cuando sacan cualquier tema relacionado con él o ella. Ni siquiera quiere acariciarle la tripa o ayudarles a elegir ropa cuando se lo proponen.

Aunque a Luis le dio la sensación de que el domingo al despedirse de ellos, la niña tuvo tentaciones de despedirse también de su futuro hermano o hermana por cómo se detuvo con la mano a medio camino en dirección a Aitana antes de darse la vuelta y entrar en el piso en busca de Hugo.

Fue en realidad la madre de la niña la que consiguió que Aitana sonriera después de unos días complicados. Es verdad que empezaba a no serle ocultarlo con la ropa, pero al llevar la cazadora medio cerrada, era difícil de intuir.

-Por cierto, enhorabuena-dijo Noelia señalando su vientre antes de cerrar- Me lo dijo Alba hace unos días y a Luis ya se lo había dicho, pero a ti no te había visto.

Así que, al menos, dentro de la indiferencia de Alba, lo consideraba un hecho lo suficientemente relevante como para contárselo a su madre.

-En realidad solo hay una opinión que importa-sonríe Luis cuya mano pasa de acariciar la melena de Aitana a subirle la camiseta fascinado con su piel tersa y redondeada. 

No le es difícil buscar una excusa para deslizar su mano en una caricia por su tripa en la recta final del segundo trimestre.

Hace un par de semanas, Aitana salió del baño con una sonrisa después de que hubieran acostado a Alba.

-Cierra los ojos-le susurró en ropa interior antes de haberse cambiado.

Luis sonrió con muchas ideas en la cabeza sobre cómo no dormir esa noche.

Aitana avanzó hasta él quejándose porque no le hacía caso entre risas.

Agarró su muñeca y sostuvo su mano en el aire mientras ella masajeaba con caricias su barriga. Cuando lo notó puso la mano de Luis donde segundos antes reposaba la suya. 

Los ojos de Luis estaban empañados cuando los abrió y una lágrima se precipitó desde su mejilla intensificando la sonrisa de Aitana ante las caricias suaves de la mano de Luis.

-Es...es increíble-balbuceó al sentir por primera vez el movimiento de su hijo o hija al otro lado de la piel cálida de Aitana-Hola, peque, soy papá.

Fue entonces cuando las lárgimas y la sonrisa de Aitana acompañaron a las de Luis mientras le acariciaba la cabeza.

-Una patada la redonda, dos la otra-propone Luis ejerciendo una leve presión en su tripa para hacer que se mueva.

-Ahora está muy tranquilo, no va a moverse-le pica Aitana dejando un beso en su cuello.

-Pues entonces se quedará sin alfombra-insiste en broma buscando sus labios-Aunque bueno, si está dormido podemos aprovechar y...

Canción Desesperada (II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora