La increíble muerte de mi adolescencia

El soñador.

Querido soñador,

Me había rendido.

Había decidido superarte, tenía todas las maneras de hacerlo, estaba dispuesta a querer a alguien más, y en realidad solo te deje pasar por el despecho que me dejo otra persona, ambos estábamos un poco desesperados.

Sin embargo, a pesar de mi decisión de superarte- porque a decir verdad me dolías mucho- vuelves, te disculpas y me dices todo lo que había soñado que me dijeras.

¿Pero adivina qué? Me he quitado mi venda, ya no estoy ciega. Sé que esto no está bien. Tu y yo no podemos ser. Porque a pesar de que era todo lo que había soñado, no se sentía sincero ni real, y eso me enfermo. Mi fantasía se rompió demasiado rápido, tenía un estima tan grande de ti, pensaba que tenías un pensamiento crítico y revolucionario, pero terminaste siendo demasiado hueco y genérico, me arruinaste mi fantasía de estar con un chico bohemio y anarquista.

Y tengo varias razones para pensar que tu y yo no duraríamos mucho, es más ni siquiera tuvo que haber empezado. No te equivoques, esto no es una decisión desenfrenada o algo por el estilo. Este capítulo será mi último hablando de ti, porque mi primera razón para todo esto es que me cansé de tu drama. Me cansé de ti, en realidad. Te haces un nudo por lo más mínimo y sobre todo, no me gusta tu dramatismo, tu necesidad de victimizarte me llego a la cúspide mi nariz.

Deseaba que me desearas, pero tú solo tacto me da asco... y veo que en tus ojos no puede entrar el amor en una alma que vive invadida por el dolor. Y es que no tengo porque quitarte el dolor y cargarlo yo. ¿Por qué tendría que atarme a ti?... ¿por qué tendría que estar a tu lado? Cuando por mi no harías lo mismo. Me canse de ti. Me canse de la idea de estar contigo y me canse de tu aburrido dialogo robado y discurso mal hablado. Me canse de tu perfume barato y tus chocolates azucarados. Porque no eres más que eso.

Y yo no me voy a conformar con eso.