(1) Meraki

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Víctor Perry es un poco reconocido pintor de un pequeño pueblillo cerca de Londres. Su vida se resume a sus amores y entre ellos están las acuarelas y el lienzo, y la hermosa Laine De Niro, el amor de su vida.

Cómo cada día apenas salía el sol, Víctor ya había montado su bloc de lienzo y acomodado sus acuarelas a su alrededor, este día empezaría algo especial y estaba emocionado. Con la paciencia con la que se caracterizaba se colocó un delantal de cocina y tomando uno de sus pinceles lo hundió en el frasco con pintura de color azul y trazó la primera línea en el blanco lienzo.

Así pasaba la mañana, sumergiendo pinceles en colores y agua para cada vez cubrir más en ese liso y blanco lienzo. Cuando hubo avanzado decidió que era mejor idea culminarlo en un lugar más privado, pues no era algo que hacía para exhibir al público en general, por lo que agarrando todas sus cosas, pasadas las cuatro de la tarde, se instaló en su cochera y ahí tranquilamente continuó con su trabajo.

Era casi media noche, pero Víctor no parecía querer moverse, no mientras no haya terminado su obra de arte. Con el dorso de su mano secó la fina capa de sudor de su frente y suspiró al ver como tomaba forma su trabajo. Decidió ir a la cocina en busca de una taza de café para mantenerse despierto. Se sacudió y volvió a tomar un pincel, un fino y largo pincel que remojó en un frasco con pintura negra, y luego con suavidad y determinación lo pasó por la pintura que ya cubría el lienzo que hace más de unas horas había dejado de ser blanco.

04:35 AM era la hora que marcaba el reloj digital cuando Víctor lo miró, sonrío para sus adentros mientras terminaba de cubrir su obra de arte con el papel de regalo que había comprado hace algunos días. Con sumo cuidado colocó la pintura en su mesa de comedor mientras se dirigía a tomar una ducha.

Una vez seco su cuerpo, se dispuso a vestirse con las mejores prendas que encontró en su perchero, peinó el poco cabello que le quedaba hacia un lado y abrió la boca para verificar su dentadura, poco a poco la cerró hasta formar una mueca triste.

Saliendo de la casa su reloj mostraba las 06:50 AM, suspiraba mientras caminaba con la rapidez que sus pies y su debilidad muscular le permitían, con ambas manos sostenía la pintura como si fuera su tesoro más preciado.

Durante más de media hora caminó, hasta que llegó al lugar que quería. Miró el edificio de arriba abajo como lo hacía cada vez que lo visitaba, pero esta vez lo miró por más tiempo, luego, con lentitud abrió la puerta y caminó por el pasillo que ya conocía tan bien.

Se detuvo cuando llegó a su destino y se preparó con su mejor sonrisa fingida antes de abrir esa última puerta. Apenas escuchó el chirrido que las bisagras provocaban la mujer giró con lentitud la cabeza, dando una pequeña sonrisa al ver que se trataba de Víctor.

"Pensé que me habías abandonado al final del camino", le dice ella, pausando en cada palabra. Víctor se acercó, haciendo todo lo que posible por mantener esa sonrisa que sabe que su amada ama tanto. Le da un beso en la frente.

"Jamás te dejaría, cariño, aún cuando me dejes tú a mí primero", afirmó, sintiendo el nudo obstruir su garganta. Ella toma su mano dándole un ligero apretón.

"Ya hablamos de esto, Víctor". Ella apoya su cabeza en sus piernas como solían hacer en sus días cuando su amor estaba a flor de piel, y así como él peinaba su cabello en ese entonces también peinaba hoy esa blanca y casi nula cabellera con sus arrugados dedos aún manchados de pintura.

"Te he traído algo", le dice, a la vez que extiende su brazo para tomarlo. La mujer se levantó con lentitud hasta quedar casi sentada. Víctor, con una pequeña sonrisa, deja el regalo en su regazo. La ayuda a quitar el papel con cuidado hasta que todo queda descubierto.

"Oh, Víctor", suspira, pasa sus manos lentamente por el lienzo cubierto de pintura.

"¿Lo recuerdas cariño?", le pregunta con dulzura.

"Por supuesto que lo recuerdo, es el lugar donde nos dimos nuestros primer beso, donde me pediste ser tu novia, donde hicimos por primera vez el amor, donde me propusiste matrimonio, y ahí estamos nosotros, haciendo cada una de esas. Oh, Víctor, es hermoso". Víctor estaba sorprendido, era la primera vez desde que su amada enfermó que había dicho tantas palabras juntas.

"Lo hice para ti, cariño, es tuyo, puedes ponerle un nombre" afirma besando su frente.

"Meraki", dice luego de unos cuantos segundos.

"Siempre te ha gustado esa palabra. Entonces ese es el nombre, Meraki"

"Me gusta porque te representa, en todo lo que haces"

Ella sube la cabeza y acaricia con su nariz la de Víctor, una costumbre que tenían desde siempre.

"Te amo" le dice con lágrimas en sus ojerosos ojos, él las seca con sus pulgares.

"No llores cariño, me rompes el corazón"

Ella se recuesta en el hombro de su amado y pasan así unos cinco minutos, en donde él deja pequeños besos en su canosa y casi calva cabeza.

"Quiero dormir". Víctor contuvo la respiración al escuchar esas palabras por parte de su amada, pero se obligó a mantenerse tranquilo y la abrazó con fuerza.

"Descansa cariño, estaré aquí contigo. No me iré"

La respiración de la mujer se hacía más pesada y los brazos de Víctor la sostenían tan fuerte como podían, como si intentara evitar que se rompiese.

Aunque Víctor sabía lo que pasaba todo se hizo real para él cuando escuchó el pitido de la máquina a la que su mujer había estado atada desde hacía diez años. Las lágrimas de Víctor no se detenían mientras abrazaba el ahora sin vida cuerpo de su amada. Un estruendoso lamento salió de su garganta llevando el nombre de su amada por todo el edificio.

"¡Laine!"

No podía parar aún cuando las enfermeras que acudieron debido a su grito intentaban despegarlos del cuerpo sin vida.

"Señor, está muerta, debe soltarla..." La enfermera siguió hablando, pero la palabra 'muerta' retumbaba en la cabeza de Víctor. Miró por primera vez el cuerpo de su amada, que aún sostenía con fuerza y no se había atrevido a mirar, su impresión fue tal que sintió una presión tan fuerte que lo obligó a soltar una sola mano y colocarla en su pecho.

Al percatarse de la situación las enfermeras abandonaron el cuerpo yaciente de Laine y acudieron a Víctor, pero este abrazó más fuerte a su mujer y con el último fuerte latido de su corazón y aliento dijo las dos palabras que más amaba escuchar Laine, aunque sabía que ya no podía escucharlo.

"Te amo"

Las enfermeras presenciaron esta escena con el corazón en las manos.

Ella murió por un monstruo llamado Cáncer, él no aguantó un corazón roto.

Y es aquí donde Víctor y Laine rompieron esa promesa que delante de un cura hicieron hacía sesenta años, que se amarían hasta que la muerte los separase, he aquí que ellos no se dejaron de amar, porque la muerte era tan buena amiga del amor que a ambos los llevó al mismo lugar.

Fin.

~Neftalí Sánchez V.

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⏰ Última actualización: Oct 26, 2021 ⏰

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