«Perdu dans l'innocence»

O1.

Cuando el mayor provocó su entrada con su glande, no pudo evitar gemir fuertemente con la desesperación calándole los huesos, y sin más le rogó en voz baja que lo penetrara de una vez, mientras aquellas palabras se perdían entre jadeos y lloriqueos.

—H-Hyung, hyung, por favor, mgh.

Expuso más su cuello cuando sintió la respiración del mayor en él, dándole a entender que podía hacer lo que quisiera con aquel recoveco entre su clavículas y rostro.

—Ahora prepárate para gritar, amorcito, quiero que gimas hasta correrte —pronunció su mayor, besándolo con hambre.

El menor asintió rápidamente ante las órdenes del otro y devolvió los besos haciendo de la situación una desastrosa. La saliva brillaba en sus morros hinchados y se juntaba en la comisura de éstos debido a lo fuera de sí que se encontraba, su corazón latiendo dolorosamente contra su caja torácica.

Cuando el otro se embistió contra él, no pudo evitar el gemido desgarrador que salió de su garganta mientras por fin, las lágrimas caían por el costado de sus orbes. Tiró la cabeza hacia atrás, sintiendo todas las sensaciones intensificarse y el nombre Jinyoung se escapó repetidas veces de sus labios como una plegaria.

Clavó sus uñas pulcramente cortadas en los hombros y en la extensión de la espalda del adverso mientras se acostumbraba al tamaño del mayor, y cuando lo hizo, cuando su entrada se aflojó obligadamente alrededor de ese grueso falo, el otro comenzó a moverse quitándole todo el aire de sus pulmones.

—Dios, ¡J-Jinyoung!

Gimoteó tan fuerte que su garganta quedó ardiendo. Pedía por más, más rapido y más profundo; mientras se abrazaba al cuello ajeno y juntaba sus frentes. Sus ojos aún seguían errados y podía sentir cómo los testículos del mayor golpeteaban con la curva de su trasero, creando un sonido obsceno que lo hizo lloriquear.

-Hyung... hyung, más. Por favor. Rómpeme. Hazme olvidar de todo. Ya sabes que puedes ser cuan rudo quieras...

Siguió gimiendo y soltando el nombre del ajeno, con un tono completamente pecaminoso para complacerlo, pues sabía que al mayor le gustaba que hiciera aquello.

-Joder, Yugy, me aprietas tan bien, amor.

Susurró con la sensualidad desbordando por los poros, tomando el hinchado pene del menor -el cual ya botaba líquido preseminal- para comenzar a masturbarlo de arriba hacia abajo, permitiéndole oír al menor decir su nombre entre ruidos placenteros debido a la sobre estimulación.
Se sentía demasiado cerca, su miembro palpitaba dentro del menor, avisando de que ya estaba por el borde del orgasmo. Acercó por completo su cuerpo hacia Yugyeom, lo tomó un poco de la nuca para que sus respiraciones volvieran a mezclarse, haciendo que sus labios se tocasen de manera desesperada y delirante.

-Gime mi nombre, Gyeomie. Que todo el vecindario escuche el nombre de la persona que te folló en esta jodida cama. Que todos sepan quién te hace gritar de tal forma que pierdas la voz de tanto gemir.

Demandó con aquella mirada oscurecida, aumentando sus movimientos de caderas, al igual que el movimiento sobre el miembro del menor. Quería que ambos se corrieran juntos, como siempre lo hacían.

—Despierta, Yugyeom.

¿Qué? Pero.

—Cariño, despierta.

¿Por qué Jinnie tiene la voz tan chillona?

—¿¡YUGYEOM?! ¡DESPIERTA, SE TE HARÁ TARDE!

—¡AHHHHH! —un grito fue lo primero que pronunció el menor cuando sintió la fuerte voz de su tía despertándolo, fue tanto el susto que se llevó que no pudo evitar caer de su propia cama, golpeándose fuertemente en el trasero—. ¡Ay, ay, ay! Dios, Ajumma, qué...