-¿Qué? – Preguntas nervioso, Alfred lleva rato con la mejilla recargada en su puño, mirándote con atención mientras tu intentas terminar tu trabajo de inglés.
-¿Puedo tocar tu cabello?- Paras de escribir, levantas la mirada y lo observas confundido.
-¿Disculpa?- El hace un ruido de frustración.
-Es que tu cabello me molesta
-¿De qué mierda estás hablando, Alfred?- Observas asombrado ( y de cierta forma enternecido) como infla sus mejillas, formando un puchero.
-¡Es que es tan raro!
-¿Mi cabello es raro?- Te sientes indignado.- Yo no he dicho nada sobre tu estúpido mechón antigravitatorio!- Alfred se cruza de brazos y mira a otra parte.
-Cállate, mi mechón es genial. - Tú te permites reír burlón.
-Sí, lo que digas, si eso te hace sentir feliz. – como el no responde, asumes que la conversación por de más extraña que han tenido, ha acabado, por lo que devuelves tu vista a tu cuaderno.
-Uno creería que siendo tu caballero recibiría cierto buen trato. - Rompes la punta del lápiz por la impresión, estas totalmente seguro que tus mejillas están incendiándose.
-¡Vete a la mierda! ¡Tú no eres mi caballero! - El asiente, con la mano bajo el mentón, en pose pensativa.
-Tienes razón. - Suspiras aliviado, tomas tu sacapuntas e inicias a darle vueltas a tu lápiz para reponer la punta perdida. - Soy tu héroe. - Ahí va otra punta. -
-¿Qué?- Ok, Alfred tiene que dejar de decir cosas tontas, porque de lo contrario vas a parecer semáforo de lo rojo que estas.
-Sí, eso de ser un caballero creo que te queda más a ti, ya sabes. - Hace un ademan con la mano, como mostrando lo obvio. - Por eso de ser británico y eso. - Sus ojos se vuelven brillantes y tú tienes que apartar la mirada un momento, pero tus ojos no tardan en volver a los suyos. Maldita sea, simplemente no puedes dejar de verlo, por más vergonzoso que sea el momento. - Yo soy más como un héroe que lucha contra las injusticias ¡Como Batman!-
Y él se ve tan alegre con su resolución, tan brillante, y es de cierta forma atractivo y tú no puedes despegar tu mirada de la suya. La atmosfera se ha vuelto rara, y tú sigues sin poder despegar tu mirada de la suya.
Y él es tan él.
-Jodete.- Tomas tus cosas apresuradamente y emprendes la huida.
-¡Espera, Arthur! ¿Dije algo malo? - Él te persigue, preguntando una y otra vez que ha hecho mal, pero tú no te detienes a responder que lo único que ha hecho mal es ser tan él.
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La vida de adolescente de Arthur Kirkland. Hetalia
Hayran KurguEmociones que suben y bajan como en una montaña rusa, un joven en la flor de su juventud con la actitud de mierda típica de un adolescente. Ese era exactamente Arthur Kirkland. Un chico mas en la "bendita" etapa de la adolescencia.