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Todo comenzó con un bebé brillante, un ser inesperado que traería consigo un futuro extraordinario: una sociedad repleta de singularidades que, por defecto, formaría una población mundial de superhumanos.

Sí, lo has leído bien. Personas con poderes. Una gran fantasía que se ha hecho realidad.

Nuestra realidad.

En medio de esta diversión, pocos se dieron cuenta de cómo esos "fantásticos" poderes afectarían la sociedad. Ya existían suficientes problemas entre los simples humanos, y la multiplicación de singularidades solo los agravaría. Así, comenzaron a surgir héroes y villanos, dividiendo a la población. No había personas buenas o malas; solo individuos con ideologías diferentes, moldeadas y envenenadas por su entorno, como las caras de una misma moneda.

Las acciones de la gente responden a sus propios intereses; no son más que simples egoístas.

Pero, ¿quién soy yo para juzgar?

[...]

Impotencia

Un estruendo resonó cuando una botella impactó contra el suelo, rompiendo el silencio que envolvía el diminuto hogar.

La fría brisa entraba por las ventanas abiertas, sacudiendo las plantas que adornaban la casa. Una castaña se erizó, sintiendo un escalofrío recorrer su espalda.

La joven mordió su labio inferior, frustrada, intentando asimilar la escena que tenía frente a ella. No podía creer lo que veía.

Dio un paso, provocando que la madera del suelo chirriara. Otro más, sobresaltándose al pisar una envoltura de frituras tirada en el suelo.

A medida que se acercaba, sentía una punzada en el estómago y un impulso de vomitar que crecía con cada paso.

Un paso más, y se dio cuenta de que estaba de pie sobre algo mojado. Un olor metálico y amargo invadió sus fosas nasales, haciéndola fruncir la nariz.

Todas las acciones tienen sus consecuencias.

Y allí estaba ella, frente a una escena explícita. Vidrios rotos de la botella esparcidos por el suelo resonaban como una campana funeraria. Un charco color carmesí manchaba la blanca alfombra. Y lo más alarmante: el cuerpo de un hombre adulto yacía en el suelo, con una hemorragia en la cabeza que no dejaba de derramar litros de sangre.

—Mierda—

A veces, uno debe enfrentar el rumbo que toma la vida tras decisiones impulsivas. Así son las consecuencias.

No estaba arrepentida de lo ocurrido. Para nada. Era algo que él había buscado y que ella había deseado sin parar. Sin embargo... ¿Ahora qué? ¿Eso era todo? ¿Dónde estaba el gran final que tanto anhelaba? Las cosas no deberían acabar así; no podía ser posible.

No es que le importara la vida de aquel hombre que había distorsionado su propia definición de estar viva. Era el hecho de ver el cuerpo de quien debía ser su padre lo que resultaba abrumador para una joven de 16 años. A pesar de los abusos, gritos y amenazas, fue así como se crió. No era un padre como los de los cuentos de princesas, pero era el único hombre en su vida que había conocido.

—Qué desgracia—

Resopló mientras comenzaba a recoger los vidrios para desecharlos. Caminó hacia su habitación en busca de una hoja blanca y un lápiz. Se sentó en una silla del comedor y comenzó a escribir lo que sería la carta de suicidio de su padre, para que la escena del crimen apuntara a lo obvio. Escribió solo asuntos superficiales, como el típico "No tengo ganas de vivir." Al terminar, dobló el papel en cuatro y lo dejó sobre la mesa.

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⏰ Última actualización: Sep 29 ⏰

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Zafiro |Dabi y tú|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora