Señorita | Grayson Dolan | TERMINADA

30

Madison.

Son cerca de las cinco de la mañana y Jona va conduciendo por la carretera. Supuestamente, en unas horas estaremos en Los Ángeles.

Yo desvío mi mirada hacía la ventana, mientras  intento cubrir mi cuerpo con mi chaqueta.

Estoy totalmente perdida.

Ya tengo aceptado que vamos camino a otra ciudad, gigantísima, lejos de todo. No tengo un celular conmigo como para comunicarme, y apenas recuerdo bien el número telefónico de Bella. No sé nada de ella, ni menos de Grayson. Estoy cada vez más lejos de todos ellos.

Y hace poco más de una semana estaba todo bien. Tenía esperanzas de que las cosas salieran bien. ¿Y ahora? ¿Qué se supone que debo hacer?

Quisiera correr hacía los brazos de Grayson. Buscarlo, recuperarlo, explicarle todo lo que sucedió, decirle que todo es una mentira; que es él con quién quisiera estar para siempre.

Pero si llego a tener contacto con él temo lo que  Jona podría hacerle. O sus matones, mejor dicho, porque él es un cobarde.

Pero no puedo dejar de pensar en él. ¿Acaso tengo que renunciar a nosotros así de rápido?

¿Querrá renunciar él a mí?

Tengo tantas dudas y casi ninguna posibilidad de obtener respuestas. Y eso me está comiendo por dentro.

(...)

Luego de exactamente dos horas, Jona entra a la ciudad. Conduce por unas calles lejanas a las avenidas principales por bastantes minutos, hasta que lo veo detenerse frente a un local absolutamente negro. Es un edificio plano, no tiene carteles, y las ventanas están blindadas.

"Espérame aquí."

Se desabrocha el cinturón y luego abre el vehículo en la parte trasera. El resto de los minutos lo pasa descargando todas las cajas que contienen paquetes de su mercancía.

Yo comienzo a temer cada vez más. Esto es más que ilegal, y estoy rogando para que nadie lo descubra, porque eso también me involucraría a mí. ¿Qué pasa si termino en la cárcel o algo así?

Aunque es irónico tenerle miedo a perder mi libertad. Porque claramente la perdí hace mucho tiempo.

Al poco rato Jona vuelve al vehículo.

"Esta mierda es buena." Es lo primero que dice. Y yo ruedo los ojos, mientras le veo guardar un fajo de billetes en su bolsillo trasero. Y luego se voltea a verme. "¿Qué?"

"¿Me trajiste sólo para esto? ¿Eso era todo?" Pregunto, un poco molesta.

Él suelta una risa por lo bajo. "¿Crees que volveremos?"

Yo lo miro seria.

"¿De qué hablas?"

"Espero que hayas empacado todas tus cosas. Aunque puedo darte dinero para que compres algo nuevo si quieres, porque no volveremos."

Yo lo miro frunciendo el ceño. Me quiero bajar de este auto, ahora más que nunca.

"¡¿Y qué se supone que haré contigo aquí, en esta ciudad?!"