Una mano, o dos.

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-¿Qué... Qué estás haciendo?

-¿Yo? Nada-, contestó el mohicano mientras apoyaba su barbilla sobre tu hombro, observando cómo cortabas los vegetales para la cena de esa noche.

-Qué quieres decir con nada~ ¿Y estos?- Miraste abajo a tu cintura, donde sus brazos te acorralaban contra la mesada.

Esto era extraño. 

Siempre que el moreno hubiese tenido un día largo solía abrazarte apenas llegase a casa, quedándose prendido a ti un buen rato, aunque se resignaba con un mohín en caso de que lo corrieras de la cocina, necesitaras buscar algo en el refrigerador o poner algo en la lumbre, un tanto temeroso de ser una molestia o el culpable de que te quemaras.

Hoy sólo estaba ahí, detrás tuyo, haciéndote compañía.

-¡Oh, te refieres a estos~!- Shorter alzó las cejas fingiendo sorpresa, continuando con su juego.-Se movieron por si mismos. Ellas pensaron que podrías necesitar una mano, o dos-, añadió a la vez que levantaba ambas palmas, refiriéndose a ellas.

Automáticamente se te dibujó una sonrisa en el rostro.

No podías pedir un novio más tierno que él.

Y realmente querías mimarlo tanto como él te mimaba a ti, o más.

-Está bien, amor, no te preocupes~-, dijiste entrelazando tus dedos con los suyos, girándote lo suficiente para darle un beso en su mejilla. -Debes estar cansado de cocinar en la tienda todo el día, ¿verdad? Ve a ponerte cómodo y déjame hacer esto por ti, al menos.

-Pero quiero ayudarte-, gimoteó dejando un rastro de besos en tu cuello, su pelo violáceo rozando tu clavícula. -, y ellas también-, agregó moviendo sus dedos de manera graciosa, robándote una risita.

Te llenaba el corazón la dulzura con la que hacía sus tonterías. Por mucho que el cansancio se le notara a kilómetros, insistía en ayudarte con todo.

-Prometieron portarse bien, sólo diles qué hacer.

-¿Les digo?-, preguntaste divertida, siguiéndole la corriente.

-O muéstrales. Dijeron antes que... que si no les dejabas hacer algo por ti, se pondrían tristes, querrían abrazarte y... y no te dejarían ir. Sabes que les encanta lo suave que eres-, ronroneó Shorter, comenzando a rodearte la cintura como de costumbre,-justo aquí.

El cuchillo que sostenías cayó sobre los vegetales ahora desparramados por doquier; tu risa desprevenida resonaba en la cocina te retorcías desesperadamente para escapar de las manos juguetonas y rápidas del moreno, haciéndote cosquillas a tus lados sin piedad.

-¡De acuerdo, ya entendí, ya entendí!¡Detente...!- Suplicaste entre carcajadas, forcejeando con los grandes y fuertes brazos que te mantenían en tu lugar, sintiendo diminutas lágrimas asomándose por las esquinas de tus ojos.

-¿Dejarás que te ayude?

-¡Sí, sí! Sólo, detente ya~

-Promételo.

-Lo prometo.

Estabas tan acostumbrada a su toque que cuando te hacía cosquillas realmente te tomaba por sorpresa.

Suspiraste agotada cuando te dejó ir, dando un vistazo a la cena a medio hacer mientras pensabas con qué podía ayudarte. -Veamos, entonces....- Aunque te encantaba la idea de hacer cosas juntos por muy ordinarias que éstas fueran, querías que tu bebesote se relajara, que se olvidara de sus responsabilidades y te dejase consentirlo. -Bien, ven aquí.- Desplazándote frente a la estufa con Shorter detrás, tomaste su brazo y cerraste su palma alrededor de una cuchara de madera. -Toma, sigue moviendo esto mientras le agrego lo que falta. Ten cuidado de no quemarte~



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 Espero que les haya gustado, gracias por leer~ uwu <3

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Una mano, o dos. [BANANA FISH][Shorter Wong x lector] ESP.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora