Salgo del baño envuelta en una toalla y me encuentro con una bandeja en la cama, se encuentra con muchas cosas para desayunar y con toda el hambre que tengo de seguro no quedará nada.
Primero me cambio, el clóset está lleno de ropa de todo tipo, incluso cajones lleno de ropa interior, también zapatos nuevo.
¿De quién es todo esto? Nadie me prohibió no hacer eso, porque claro yo respeto la privacidad pero sea de quien sea todo esto es... todo mi talla.
¿Será que ya todo estaba aquí para mí? Es solo que ver todo esto y ser cada cosa mi talla es muy sospechoso. Me cambio de ropa en el baño, no sé si hay cámaras.
Me siento al borde de la cama y comienzo a comer despacio, sin tener prisa por acabar. Me recuerda cuando Thierry y yo desayunamos juntos, yo lo hacía despacio para pasar más tiempo con él pero el me apuraba a tal punto que casi me ahogaba. Siempre fue apurado en todo.
El sonido de la cerradura me saca de mis pensamientos, busco un tenedor y lo dejo en mi mano para esconderlo entre la manga larga de la blusa. Luego me pongo de pie mirando por la ventana.
Miro por mi por mi hombro pensando que sería él pero no, es la chica. Con ella entra una señora que se lleva la bandeja.
— Gracias por el desayuno —le digo antes de que se vaya, ella me sonríe pero no dice nada.
Cruzo mis brazos guardando bien el tenedor en mi mano derecha, si mi vida corre peligro no dudaré en usar ese tenedor.
— Veo que te adaptas bien —dice con su habitual tono burlesco.
— De hecho, no está mal —digo sin importancia— ¿el tuyo es así? Me imagino que vives aquí y por la tanto creo que tu habitación debe de ser mucho más espaciosa. Tu clóset enorme con prendas justamente hecha a tu medida, eso me ha pasado a mi cuando llegué aqui ¿a ti no te pasó? —quise saber, aunque ya sospecho la respuesta.
— Entiendo tu punto solo que no obtendrás respuesta de mi —sonríe, como si hubiera ganado una batalla.
— Tranquila, solo comparto cosas poco comunes —me encojo de hombros, prestándole toda la importancia al tema, aunque muy en el fondo no era así.
El hecho es macabro, ¿como alguien desconocido sabe hasta el tipo de ropa interior que usas los jueves? De solo pensar en eso siento horror porque ¿que pasa por la mente de ese psicópata de mirada endemoniada?
— Dante te espera abajo —dice, como si estuviera esperando esto. Pero, ¿qué puede empeorar?
Cuando me dispongo a salir, ella sostiene parte de mi hombro y brazo, y lo primero que pienso es como se dio cuenta de que tengo algo escondido.
— Hoy nadie está para tus rebeldías, así que solo coopera y todos felices —me suelta y aputa hacia la puerta, para que vaya adelante.
¿Mi rebeldía? Esto no es rebeldía, es alguien que no se deja humillar ni doblegar ante nadie.
Mientras soy guiada desde atrás, veo como todo es elegante, limpio y perfectamente acomodado. Dejo de ver y me concentro en el camino.
La puerta está un poco abierta, ella toca y cuando la voz le dice que pase ella abre la puerta para mi y cuando paso le susurró un gracias, solo que ella se lo tomó como si me estuviera burlando.
El hecho de que estemos solos hace que apriete un poco más el tenedor.
— Como tu estancia aquí será muy larga quiero mostrarte tu nuevo hogar —termina de arreglar los papeles que están en el escritorio y se acerca a mi.
Dejo mis brazos caer a los lados y me hago la que se sube los pantalones para poder esconder el tenedor entre ellos.
— ¿Necesitas que te lleve a la enfermería? —alza mi rostro y lo examina, no lo miro porque es incomodo y las ganas de empujarlo crecen pero si hago eso solo lograré que me encierre donde estaba antes.
— No me duelen tanto —no me aparto por completo pero claramente no quiero su toque.
Rodea mi cintura apretándome contra él, instintivamente pongo las palmas de mis manos contra su pecho, buscando espacio.
— ¿Porqué te resistes tanto? —con su mano libre acuna mi rostro y lo acerca al suyo.
Cuando ve que no hago nada para alejarme pega sus labios a los míos y yo le respondo.
Pero en ese beso, algo cambió.
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En El Olvido ©
Short StoryCassandra Jenkins sintió que su vida se derrumbaría luego de haber perdido a sus padres y a su hermana pequeña en un incendio. Sentía que ya nada tendría sentido sin ellos y no tenía ganas de vivir. Pero luego llegó él para evitar que se derrumbase...