Prólogo: César está muerto
Solo te quedas ahí y miras como me quemo
Solo te quedas ahí y miras como lloro
No puedo decirte lo que realmente es,
solo puedo decirte lo que se siente.
Y ahora mismo hay un cuchillo de acero en mi garganta.(Love the wat you lie- Rihanna ft Eminem)
_____________________________________________________________________Era la madrugada del 7 de mayo, fría pero allí en el salón de la universidad Nuevo horizonte aquel aire gélido de afuera no se sentía. Allí la música no paraba de sonar y el ambiente era de diversión pura. La música estaba alta y los estudiantes allí presentes no paraban de bailar como tampoco de beber. Gritaban, saltaban todo era un descontrol total. Todo estaba tan bien que parecía que nada podía enpsñarlo.
En un rincón estaba él; un joven alto de músculos marcados, una exuberante piel maní que lo hacía parecer un muñeco, una sonrisa seductora y un rostro fino e inocente pero con ojos llenos de maldad...casi la descripción perfecta del ángel malo que un día se reveló a los buenos. Aquellos ojos negros y profundos trataban de observar todo lo que lo rodeaba pero había algo en aquella fiesta que le interesaba más que cualquier cosa; aquella alta y delgada pelirroja que estaba en el otro extremo del salón. Ella estaba sola en una esquina con la fría mirada pérdida como si no le interesara nada de lo que allí ocurría. Cruzada de brazos ignoraba cualquier cosa que pasará a su lado incluidas las negras miradas de ese joven ven de chaqueta de cuero que sonrió de medio lado como si algo estuviera planeando en su cabeza.
_oye ¿Tienes algo?- pero sabremos si algo planes o no ya que una voz masculina lo hizo desviar la mirada de la pelirroja la cual se limpió una lágrima. Él volteó a ver al recién llegado; no lo conocía pero no le importó.
_siempre hay algo- le respondió.
_quiero lo mejor que tengasEl pelinegro sacó del bolsillo de su chaqueta un papelillo para luego tendercelo al otro que no pasaba de los 18 años seguramente era de los de primero pero sus ojos rojos y su irk desgastada le daban un aire de muerto viviente y envejecido.
_el dulce- le dijo abriendo un poco el papel donde una pequeña pastilla parecida a una aspirina resaltó resaltó en la blancura por su color carmín. El chico la miró como hipnotizado con la actitud parecida a la de un vampiro cuando vé sangre. Rebuscó en el bolsillo de su pantalón y le tendió unos billetes sin dejar de mirar aquel dulce que casi le arrebató de las manos. Al instante se perdió entre la multitud de estudiantes que seguían imparables a pesar de que faltaba poco para las 4 de la madrugada pero así eran las cosas, ellos no se cansan nunca...siempre quieren más de lo que sea que se ofrezca. El pelinegro se rió solo cuando al contar los billetes descubrió que le había dado más de lo que valía por eso amaba verder esas pastillas rojas cuando la jornada estaba avanzada pies además de ser su dulce más fuerte también la más cara y por la desesperación de sus clientes siempre acababan dándole más de lo que costaba sin que si siquiera de dieran cuenta y él amaba ganar más dinero.
_¡Emilio! - exclamó un tipo de su misma edad de desordenado pelo arrubiado cuyos pardos ojos estaban iguales o peor que los de su reciente cliente. Era de contextura delgada pero aún así se veía fuerte, su blanco rostro le daba un cierto aire angelical que lo hacían un tipo que saca suspiros. Era muy guapo con porte de galán pero esa noche se veía muy desgastado como nunca lo habían visto. Se tambaleaba de lo borracho que estaba. En su mano derecha tenis un vaso a medio tomar mientras que con la otra palmeteaba el hombro de su amigo- ¿Te he dicho que...erres..hip...mi mejor amigo?- le preguntó riéndose.
_sí, muchas veces- le contestó el otro rodando los ojos pero divertido de ver a su amigo en ese estado.
_¿Sabes Emilio?, tú eres más que mi amigo ¡eres mi parner!. ¡El que siiiempre ...me apaña en todas!- el rubio volvió a echarse a reír como loco mientras que el pelinegro movió la cabeza negativamente al tiempo que intentaba sostenerlo.
_sí César pero ya deja de tomar que la Rayanne se va a enojar.
El chico bebido abrió sus pardos ojos y miró hasta ese rincón donde aún estaba la pelirroja inmóvil. Sonrió de una firma maniática.
_ah Rayanne- dijo suspirando- dime si no es la niña más linda de esta universidad- su amigo asintió mirando a la joven - yo la amo, la amo tanto que no voy a dejar se me vaya ¡nunca! porque ella es mía, solo mía y pobre del que me la quite. Es más mira, ¡se lo voy a gritar a los cuatro vientos!-. César se subió a un banco que estaba justamente detrás suyo aunque con mucha dificultad debido a su estado-. ¡Oigan!- gritó- ¡escuchen todos!- la gran mayoría dejó lo que hacía para poner atención a ese chico al que gran parte veían como un ser querido y respetado. Algunos se sorprendieron de verlo así borracho pues era bien sabido por todos que al siempre correcto César no gusta de alcohol y drogas. Rayanne lo miró pero de inmediato volteó el rostro avergonzada, deseando no estar alli-.¡Quiero que todos sepan una cosa, que yo César Salazar estoy muy pero muy enamorado de Rayanne Duarte!. ¡Aquí lo digo delante de todos que te amo de aquí al infinito y para siempre!.
La ola de alocados estudiantes aplaudió a coro la curiosa declaración del estudiante de leyes pero hubo a una persona a la que aquello no le hizo gracia; una rubia que desde el fondo de la barra miró todo con un claro enojo. Fue tanta su impotencia que se bebió de un sorbo lo que quedaba de su caso para luego irse de allí sin siquiera darle una explicación al castaño que estaba a su lado.
César en tanto bajo de su improvisado escenario con una sonrisa de oreja a oreja y tambaleante se acercó a su novia abrazándola tan efusivamente que casi la bota al suelo. Ella quiso quitárselo de encima pero acto seguido el joven la besó lo que causó aún más molestia en la rubia que justo en ese momento pasó por el lado de ellos. La pelirroja solo quería soltarse pero él más la aferraba a su cuerpo.
Luego de la pausa impuesta por su declaración de amor el ambiente volvió a encenderse aunque esa energía que los dominaba esa noche no logró acorsgiae a un chico castaño claro que estaba sentado en barra bebiendo con cara de funeral ya que hace tan sólo segundos su rubia novia se fue sin siquiera tomarse la molestia de decirle algo. En lugar de parecer un joven de 22 años en plena fiesta universitaria parecía un ejecutivo lateado en algún bar bohemio.
A su lado llegó un chico de su edad de corto cabello negro, contexto un poco más gruesa que la suya y con evidente mejor cara. Venía abrazado a una rubia a la cual no conocía ni el nombre, ambos bebían de una botella pero al llegar a la barra la dejó volver a la pista.
_vaya que lo estás pasando bien -le dijo el castaño mirándolo de reojo.
_la vida es una sola mi Lucas y tú deberías hacer lo mismo- el pelinegro se echó a reír mientras se acabó la botella de un sorbo-. Espero que no se lo digas a Alexia-. Su amigo no contestó pero aún así él supo que no lo haría. Lucas es una tumba y jamás le diría a su novia que estuvo toda la noche con una chica desconocida ya que al final no siquiera la besó pues a pesar de su alma de loco su corazón solo pertenece a Alexia por mucho que últimamente ella no quisiera acompañarlo a las fiestas.
_¿Qué hay con ella? ¿Se pelearon?- preguntó el castaño con el mismo ánimo que un estudiante sale al pizarrón.
_está muy rara. No sé que le pasa que ya casi no quiere salir a ningún lado, hasta siento que me está evitando-. Al pelinegro se le borró la sonrisa, realmente estaba preocupado por el futuro de su relación al ver los raros cambios de su novia. Si bien eran como el blanco y el negro, ella sería y responsable y él un alocado y fiestero pero como los polos opuestos se atraen a pesar de eso se quieren sin embargo las cosas estaban muy extrañas de un momento a otro Alexia ya no quería salir a ninguna parte ni a una fiesta ni a caminar. Quizás por eso esta noche ha bebido más de normal.
_¿Qué les pasa Andrés? ¿Se están poniendo raros igual que esos dos?-. Lucas apuntó con la mirada a César y Rayanne los cuales continuaban en un rincón besándose. Ni Lucas ni Andrés podían escuchar pero vieron como la pelirroja se lo quitó bruscamente de encima. César le dijo algo, algo que ella respondió enojada para luego irse. El rubio la siguió al momento. La rubia novia de Lucas los siguió.
_esos dos sí que son raros- dijo Andrés- hace raro César le declaró su amor delante de todos y ahora están discutiendo.
_están discutiendo desde que llegaron - no sólo Lucas podía afirmarlo, casi la mitad de los asistentes a esa fiesta han visto a lo largo de la noche como la pareja ha discutido prácticamente desde que llegaron cosa que a los más chismosos ha mantenido interesados.
_yo no sé cómo César aguanta- Andrés puso mala cara y Lucas alzó una ceja sin entenderlo- Rayanne lo humilla todo el tiempo.
_no exageres.
_no exagero Lucas, todos sabemos cómo es Rayanne realmente, una zorra que trata a César cómo un estropajo. Todos en la U sabemos que lo engañaba con el que se le pasa por delante.
_es muy feo que hables así de una mujer, además no creo que todo lo que se dice de Rayanne sea cierto. Sabemos cómo son de chismosos aquí en la U.
_si claro, tú dices eso porque le tienes bronca a César porque Romina sigue enamorada de él a pesar de estar contigo.
Dicho esto Andrés se bebió otra botella para luego lanzarse a bailar a la pista dejando a su amigo con un mal sabor en la boca. Era verdad, más que defender a Rayanne de la pésima e injustificada mala fama que tiene dentro del medio universitario, Lucas mostraba el resentimiento que tenía en contra de César. Romina, la rubia que ardía de furia mientras el estudiante se declaraba a su enamorada era su novia pero es un secreto a voces que sigue queriendo a César el nunca ha correspondido sus sentimientos. Por eso sentía un rechazo por él aunque nunca le buscaba pelea no puede negar que lo vé como un enemigo.
_¿Estás aburrido?- le preguntó una voz femenina a su lado. Él le dió una desanimada media sonrisa a modo de respuesta. Ella le devolvió el gesto dulcemente. Era una niña baja y menuda de facciones finas y mirada inocente. Tenía un largo cabello azabache ondulado y ojos marrones oscuro que miraban con una dulzura genuina a su compañero-. ¿Por qué mejor no vamos a bailar?- intentó animarlo media tímida aunque eso de mover el esqueleto no va mucho con ella, es más nunca lo ha hecho pero quería animarlo.
_no Pía, de verdad no tengo ganas - le contestó sin ánimo.
_pero ven, vamos- Pía tiró de brazo suavemente logrando sacarle al menos una media sonrisita.
_está bien, tú ganas- él de levantó pero no alcanzó a ir a ningún lado pues en ese momento llegó su novia.
_¿A dónde se supone que van?- preguntó enojada.
_nada, solo intentaba llevar a Lucas a bailar un poco-. La seguridad que Pía había demostrado hace unos instantes se desvaneció por completo, soltó el brazo de Lucas cómo si quemara y agachó el rostro volviendo a ser la niña tímida de siempre. La soberbia de su amiga la dominaba por lo que no quería que pensara cosas que no eran.
_Lucas es mi novio, solo yo bailo con él- le dijo Romina mirándola fijamente.
_¿En serio soy tu novio?- le reprochó él- te has pasado más tiempo detrás de César que conmigo.
_no empieces con tus cosas, alguien tiene que hacerle ver que la estúpida de Rayanne no lo merece. No sé cómo él dirneo tan bueno se fue a fijar en una zorra como esa.
_¿Y en quien debió fijarse? ¿En ti?. ¿Sabes Romina? me estoy cansando de esto. No sabes cuánto odio a tu querido César- dicho esto Lucas se fue dejando a ambas chicas con la palabra en la boca.
_se enojó- fijo Pía mirándolo alejarse.
_ no importa, ya se le va pasar. Si hay algo que tiene bueno es que está loco por mi por eso tiene tantos celos de César y por más que se enoje siempre vuelve a mi-. Romina se sentó en la barra despreocupada. Había cambiado de humor, hasta hace poco parecía echar chispas por los ojos pero ahora su semblante se veía un poco más tranquilo-. ¿Sabes una cosa? creo que César dejará pronto a Rayanne.
_siempre dices eso. ¿Qué hiciste esta vez para separarlos?, has hecho de todo y nada te ha funcionado.
_esta vez yo no hice nada y creo que será verdad. Los vi discutir hace un rato, ella le dijo que no lo quería así que creo que es la última noche que estarán juntos....
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Mientras Romina fantaseaba con el ansiado termino de la relación de César y Rayanne, lejos de allí en el gimnasio para ser más exactos había un pesado silencio. El lugar era la perfecta antítesis de lo que estaba sucediendo en el salón de la fiesta. Lo único que se escuchaba aquí eran unas agitadas respiraciones, los gritos y la música de la fiesta solo eran traídos por distantes intervalos del viento. El lugar era frío y hueco, la oscuridad y el aire helado que el agua de la piscina despedía le daban un cierto aire tétrico. Algo estaba sucediendo, el aire estaba pesado y de pronto alguien se quejaba. Unas pisadas sonaron huecas seguidas por algo que hizo "crack" en el suelo. Un celular de color negro cayó sobre la baldosa pero no fue eso lo que resonó por todo el recinto sinó el fuerte chapoteo del agua de la piscina provocada por la caída del cuerpo de César Salazar, el borracho enamorado que cayó en medio de esta.
Tres o cuatro o cinco segundos más tarde el celular que estaba allí tirado en el suelo sonó pero nadie contestó porque su dueño estaba flotando sin vida en la piscina. Eran las 4:27 de la madrugada.
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En otro punto de la ciudad, en un silencioso y oscuro departamento de la zona residencial un hombre alto de espadas anchas, desordenado cabello castaño oscuro y ojos pardos que parecían los de un felino estaba sentado al borde de la cama en dirección contraria a su compañera que dormía pesadamente. No fue el cargo de conciencia que le bajaba cada que se deleitaba con su amiga lo que lo despertó a esa hora de la madrugada sino que fue un sobresalto extraño como si algo hubiese tirado se él haciéndole abrir los ojos de golpe. Era una sensación extraña, una cierta intranquilidad que le impidió volver a dormir. En lo primero que pensó fue en su hermano, hace semanas que no lo veía; según estaba muy ocupado estudiando. Se preocupó por lo que agarró su celular y lo llamó sin importarle la hora pero...no contestaba. Insistió pero...nada.
_César contesta- susurró muy preocupado.
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El viento parecía haber roto las paredes que protegían el gimnasio pues se sentía tan frío que cualquiera que entrara podría creer que había ido de excursión al polo norte. Un papel pasó volando por sobre el negro celular que siguió vibrando sobre la baldosa.
En un rincón estaba ella con el rojizos cabello desordenado. Abría los ojos con dificultad mirando para todos lados asustada. Quiso estirar las piernas o mover sus brazos pero no pudo; le dolían y además le pesaban como plomo. Respiraba con dificultad, su blanco rostro de porcelana estaba rojo, sus ojos y sus azules llenos de lágrimas. Miró hacia la piscina y ahogó un grito por lo que vió. Cerró fuertemente los ojos aterrada. Lloraba. Se llevó las manos a la nariz dándose cuenta que sangraba, buscó algo para limpiarse pero no tenía nada, al moverse cayeron al suelo un par de botones desprendidos de la blusa roja a cuadros que vestía misma que se hallaba muy fuera de lugar. Sintió que se moría; el cuerpo le dolía horrores, una punzada le atravesó la cabeza y de pronto todo comenzó a dar vueltas. En ese momento escuchó a alguien...
Emilio estaba alli, de pie frente a la piscina donde vió flotar en medio del agua el cuerpo inerte de su amigo. Volteó y vio a Rayanne en un rincón como un animalito asustado. Se pasó las manos por la cara y cabeza con claro desespero para luego acercarse rápidamente a la chica.
_¡César está muerto! - exclamó. Ella lo miró con la más fría de sus miradas como queriendo parecer segura pero temblaba -. ¡César está muerto Rayanne!-. Ella no contestó y él tampoco espero respuesta. Salió corriendo de allí para ir al salón donde la fiesta seguía. Música, alegría, descontrol ¿alguien podía acabar con eso?.
Emilio se abrió el paso entre los estudiantes que no entendían el desespero que lucía el rostro de lobo hambriento que habitualmente tenía. Con el corazón acelerado, la respiración agitada y las piernas temblando llegó al centro de la pista y gritó.
_¡César está muerto!- todo se detuvo. El DJ dejó de tocar y los jóvenes dejaron de bailar. Romina dejó caer su vaso al suelo y fue lo único que hizo ruido en medio de aquel silencio que se hizo ante semejante noticia-. Está muerto en la piscina- Emilio tenía el rostro desencajado y los chicos no estaban en mejores condiciones...todo se volvió pesado en un abrir y cerrar de ojos todo cambio rotundamente. De la alegría y las risas ahora pasaban al miedo, al desespero, al llanto...aquella madrugada todo cambio rotundamente.
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Dulces mortales
RandomEl dulce rojo es la droga sintética de moda que tiene de cabeza a la policía local y qué es furor entre los jóvenes a pesar de saber que ha causado la muerte de algunos de sus consumidores. Su última víctima es César Salazar, intachable estudiante d...