Ella dice que no se piensa cortar el pelo ni cuando sea vieja. Que su melena es bandera y viento. Que ella no es nadie sin su pelo. Sansón a su lado parece pequeño, un estúpido principiante. Ella es reina de las curvas, del cuerpo sinuoso, de un atractivo imnotizante. Cuando sonríe se convierte en niña de nuevo, y eso que últimamente le cuesta y su boca parece un engranaje oxidado que duele, y cruje al forzar el gesto. Dice que últimamente se ven los dientes más pequeños, que ni en la boca la edad perdona. Esto es lo que tiene tanta vida mordiendo piedras para defender a quien se quiere. Se arregla coqueta ante un espejo que crece con ella. Se mueve, se contonea. Se niega a convertirse en presa de las arrugas, de las cuentas atrás, del tiempo.
Cuando duerme, se le inflan los mofletes como si colocaran sobre sus pómulos dos globos perdidos de las manos de un niño en una feria. Por momento se sonroja como una quinceañera frente al chico que le gusta. Ella, que ha sido la reina del Guateque, cuenta cuando suenan algunas canciones, que los chicos hacían sonar la música cuando ella entraba a los bares. Y ahora, con tantos años enfrente, mira con nostalgia aquellas noches de bailes. Tambien tiene la piel suave, es curioso como la piel al tacto, es idéntica a la de un bebé intacto, y la de una cicatriz. Adivinen a que pertenece su piel de lino, si no es de haber tocado un infierno con sus propias manos, quemandose con tal de no ver como el fuego, comia a los suyos. Ella es capaz de volar, nadie sabe cómo lo hace, y aunque siempre llega tarde, cuelga de los relojes retando al tiempo. Ella muy chula, muy torera, muy desafiante, tan, mira no me toques los cojones... tan elegante como un asesino con guantes. Por eso todavía también pide que le graben CDs con música, canciones de las de antes, ese chico que tanto le gusta, es decir su esposo... Ahora incluso empatiza con Sabina. Y Llévame a ese concierto dice, y allá que nos vamos, sea Paris, Venecia o Roma. Mujer de copa en mano, no perdona ni el vino al mediodía ni el de la cena, tampoco la cerveza, que si no la toma le baja la tensión, Dice. El caso es que el agua ni la prueba, quizás no la necesite, lleva toda la vida regando primaveras. Ella es fuerte, es un roble; una margarita; ese mar, al que tanto necesita. Ella es una leona que ha defendido a sus crías, con la maestría de un quirófano operando a un paciente, en mitad de un ataque de convulsiones. Lucha, y sé fuerte ahora, que aún tengo muchas más locuras de las que hacerte cómplice.