Dos personas.
Dos mundos opuestos.
Una relación falsa.
Una noche de fiesta ha bastado para dar un giro impredecible en la vida de Nicole Carson y Maximiliano Dimitriou, una estudiante universitaria y un magnate hotelero.
Uno nunca se ha enamorado y...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Narrando Maximiliano Dimitriou.
No pude dormir.
Las pocas horas que tuve disponibles para dormir, la pase viendo a Nicole descansar, mientras por dentro me seguía cuestionando por qué no le pude decir que la amaba cuando ella lo compartió conmigo.
¿Qué me pasó?
¿Qué me detuvo de decirlo?
La amo.
La amo tanto que no creí volver a querer a otra persona como lo hago por Nicole, después de mi expareja. Me siento frustrado conmigo mismo porque, cada que trato de decir esas palabras, nada más no pueden librarse de mi boca.
Lo intenté cuando se despertó. Lo intenté desayunado juntos. Lo intenté cuando se despidió para revisar unos documentos de su trabajo. Y ninguna de las ocasiones pude decirlo.
No quiero que piense que no la amo, pero sé que lo hará, así que necesito poner mi mierda en orden antes de perder a la mujer más significante que tengo delante mí.
—Tengo una duda —habla, acomodando sus codos en el mantel elegante del restaurante al que decidí traerla a comer.
—¿Cuál?
No parece muy afectada por la carencia que hay de mostrar mis verdaderas emociones, o a lo mejor está siendo muy buena para ocultarlo.
—¿A qué habitación se conecta el elevador? He recorrido la suite y no he visto ningún elevador aparte del que nos sube y baja al vestíbulo.
Me aclaro la garganta, recordando cuando Jayson, Grigory y yo éramos más jóvenes y teníamos ideas calenturientas metidas en la cabeza.
Esa suite nos pertenece a los tres, tiene cosas que cada uno quiso incluir. Un ejemplo, agregar un elevador en la recámara de cada uno, que termina conectando con una habitación que tiene una barra repleta con todo tipo de alcohol, unos cómodos sillones individuales con el panorama de una tarima con tubos que, claramente, no usamos nosotros, si no contratamos mujeres para que bailen en ellos.
He imaginado a Nicole bailando en él desde el momento que bromeó con que regresaría a su antiguo trabajo.
En cierto punto, por algo decidí venir a Guangzhou, sin embargo, no me he atrevido a llevarla ahí, por miedo a que piense que no la puedo amar más allá de su cuerpo, ahora con la revelación de que me ama. Es incorrecto y me odiaría a mí mismo si llegara a tener el efecto negativo en Nicole.
—¿Max? —insiste.
Respiro profundo, preparándome para ser honesto con ella.
—Los tres cuartos tienen elevadores que se conectan con una sala del primer piso. Digamos que es un club striptease que mandamos hacer Jayson, Grigory y yo.
