[voz masculina]
Las veredas descansan de madrugada, se entristecen cuando ese farol despierta conmovido por los gritos de un linyera.
Las persianas silban una milonga para dormir a los niños, botijas que discuten hasta el ocaso por un gol muy mal cobrado en el baldío. Canchita de barro, con charcos que gotean el área. Los arcos tiemblan cuando llora una vieja. Allí aparece el habilidoso de las siestas nocturnas, el chupado que es un nene (aunque juegue como un grande), con arrugas y sonrisas camufladas en el rostro.Puñalada a su razón de vago enganche
firuleteador mezquino
mezcla pena, ardor y hambre.Ambidiestro, no del bobo ni las piernas
medio tosco, un tanto lerdo
en lo que refiere a hembras.[voz masculina 1]
Es de noche y los hombres salen a pasear sus esqueletos por los bares, un traguito de ginebra y a la cama de algún yiro (si una sombra se emborracha, parpadean las ventanas su resaca de tristezas mal cocidas). Los sueños ya no tienen escamas, se deshacen, se perfilan pa’ la zurda y revientan una mancha en la pared.
El sudor seco y sin cosquillas se refriega en las pieles de otros, ese sudor que se pega sin saberlo y se vuelve saliva entre los dedos. Y son ellos, los otros, anónimos que transpiran todo el tiempo, los que pueden esculpir un hueso casi sin murmurar.[voz femenina]
En una serie de pensamientos confusos, la mañana llega. Un abismo rodea las paredes y el hoyo de la puerta.
[voz masculina 2]
(El hoyo de tu boca que ha vuelto a la mía alcantarilla abominable. Por el deseo de tus ojos en mí, tus ojos limpios en mi encrucijada de miércoles que no llega a viernes.)
La mañana llega. A través de un cortinado de muselina (intrusa de otro tiempo), colándose entre el olor rancio de cigarros consumidos y vasos pegoteados. Una delgada luz que huye, tímida, del cotidiano ruido, casi un zumbido, que también comienza a despertar.
Pero hay toques de bandoneón en las esquinas, en un Arrabal de los tiempos que corren…[voz masculina 2]
No voy a desandar mi tiempo
por levantar muertos
que solos cayeron.Pese a la sutil duda de verlos,
velas extinguidas,
que una vez calor me dieron.[voz femenina]
Entre el sudor de sábanas de una mala noche, se revuelca y abre los brazos al día, desde su pensión de la calle Ayacucho. Habrá que levantarse, habrá que entrar (como todos los días) en la noria de las calles, las largas filas de gente como hormigas y quizá un roce, uno sólo (tal vez esperando para cruzar, tal vez en el alineado caótico del colectivo de las 7.25), que prenda como un chispazo, como un calor, aunque no sea más que un tibio sintético de un cuerpo que emana la usanza.
Y volver ya tarde, no se sabe si por querencia o ultraje, a la pensión de la calle Ayacucho, cuando el sueño le duela el cuerpo en su canto más urbano. Y otro canto le salga de adentro, que busque desgranar cada año pasado separando, como cuentas señaladas, aquellos que marcaron su vida de paria.Chiquilín [voz masculina 1]
Chiquilín de enorme hambruna
y baja estirpe,
¿qué anda haciendo por la calle,
hacia dónde se dirige?Habla solo con vistazos,
muy bajito,
llueve y nadie sabe cómo
Pan de Azúcar es su nido.Noches de plazas paridas,
moribundas,
tú respiras humo al canto
de los grillos y la estufa.No esperaba que me vieras
espiando
picaduras de tu sombra
que está muda hace algún rato.Los milicos no le silban
la mirada,
se traga un mar, desenrolla
las olitas que se traban.
ESTÁS LEYENDO
A represa abierta
Любовные романыUna historia de amor no "correspondida". Un contrapunto entre la narrativa y la poesía, donde la vida es apenas, lo único que se interrumpe. Locos, turbias, trovos, tangos, muerte, dicha y abandono, son algunos de los personajes que sufren a punta d...