Capítulo 32 Mis memorias

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Príncipe Phillip de Eridio

Desde el momento en que observé a Lya por primera vez, cuando me senté a su lado en nuestra clase de cerámica, tuve la sensación de que ya nos conocíamos, sin embargo, no recordaba haberla visto hasta ese momento y pensé que tan solo la había confundido con alguien más.

Siempre sentí una fuerte vínculo al estar con Francis, pero la respuesta a ello era nuestra relación de hermanos que generaba pasar mucho tiempo juntos, con Alicia y Henry sentí igual pero no me pareció extraño al conocerlos desde los 10 años.

Por lo que recuerdo mi infancia fue bastante fuera de lo usual, estuvimos viajando por diferentes países antes de establecernos hace 6 años. Mi madre siendo una experta en idiomas me instruyó para poder hablarlos con fluidez de igual manera, también tuve clases para aprender a tocar diferentes instrumentos, me gustaba, sin embargo no entendía el motivo, clases de etiqueta, danza, incluso aprendí sobre muchas materias antes de la edad que correspondía.

Aprendí mucho en esas lecciones que me permitieron ser un estudiante, y no tardé mucho en darme cuenta de que mi comportamiento era diferente en comparación con otros niños.

—¡Mamá! Cómprame un caramelo, solo uno, por favor, por favor ¿sí? aunque sea solo unooo —pedía alguien a mi lado con insistencia.

—De acuerdo, de acuerdo, pero cálmate un poco por favor —respondía la señora.

Ver esa escena hizo que llegara, a lo que consideré, mi primera reflexión sobre la vida a la corta edad de seis años.

¿Por qué ese niño de mi misma estatura y posiblemente de mi misma edad estiraba el pantalón de su madre? Si yo hiciera lo mismo, ¿madre cumpliría en darme lo que le pida?

Definitivamente no, posiblemente me regañaría y no obtendría las galletas que quería, además yo no podría imitar su intensidad frente a ella.

—Madre, me gustaría comer unas galletas

—¿Dulces o saladas? —preguntó ella sujetando mi mano.

—Saladas, por favor —respondí y acarició mi cabeza mostrando una sonrisa

—Que lindo, su hijo es muy educado señora, nunca había escuchado a un niño hablar así —escuché comentarios parecidos varis veces, mamá no prestaba atención a esas palabras enfocándose más en tapar mis oídos para que no las escuchara.

Seguí notando cosas así en mis clases en casa, los comentarios de los maestros al acabar eran bastante parecidas entre sí.

—Como se esperaba del joven, es muy amable y considerado.

—El joven aprende muy rápido, ya se esperaba de él.

 —No esperaba menos de mi joven estudiante, muy parecido a su madre.

Fueron agradables al principio, pero llegaron a cansar con el paso del tiempo siendo mis únicos momentos de libertad estar con Francis y Robin practicando esgrima.

—No tienes que hacerlo perfecto a la primera, obsérvame y luego repite ¿si? 

Prestaba mucha atención porque era divertido —Hermano ¿lo hice bien?

—Bastante bien, irás mejorando con el tiempo —sus palabras eran reconfortantes y me parecieron mejor que los continuos halagos.

Gracias a Francis descubrí también mi gusto por la fotografía, mis padres lo veían como un buen pasatiempo, pero yo esperaba convertirlo en algo con mayor significado. Mi hermano me regaló una cámara en mi décimo cuarto cumpleaños y era mi regalo más preciado lo que nos hacía cada vez más cercanos, a pesar de que al principio nos mantenían algo distantes.

El Destino De La SeñoritaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora