Gilipollas insoportable. Me meto en la habitación dando un buen portazo para que sea consciente del cabreo que tengo ahora mismo encima por su culpa. Me tumbo en la cama sin siquiera cambiarme de ropa y escondo la cabeza debajo de la almohada.
Que está celoso el tío. Y me acaba de montar el pollo de su vida principalmente por no haber estado más tiempo con él en la fiesta. El imbécil, que ni siquiera se imagina que todo ese rato que he pasado con Carlos ha sido contándole absolutamente todo lo que estaba pasando entre nosotros. No soy una persona ingenua y soy consciente de que entre nosotros hay una atracción latente desde el día en que nos conocimos y que, si yo hubiese dado pie a ello, podría haber pasado algo entre nosotros, pero es que ni quise ni quiero. Que se empieza a plantear si estar así conmigo es la mejor opción dice. Es que no quiero ni pensarlo más. A ver si la que se lo va a plantear soy yo, pero de verdad.
Estoy insultándolo hasta en arameo en mi mente cuando siento como abre la puerta. Mi mano se dirige de forma autómata a por el cojín que tengo al lado y lo lanzo con toda la puntería y fuerza de la que soy capaz. Hubiese sido perfecto si el cojín al menos hubiese rozado su cara, pero se estrella en la pared antes de caer al suelo.
- Déjame tranquila, Flavio.
A él le entra por un oído y le sale por el otro lo que le digo porque al segundo lo tengo tumbándose a mi lado en la cama. Vuelvo a esconder la cabeza bajo la almohada y la giro en dirección contraria a él mientras siento como pasa su brazo por mi espalda. Este es tonto si se piensa que con unos mimitos se me va a pasar.
- Perdón – dice, pero ni se molesta en ocultar la felicidad que tiñe su voz. Es que no lo soporto.
- Pides demasiado perdón últimamente.
- Lo sé, lo siento – otra vez – Samantha, pero mírame – intenta darme la vuelta aplicando presión en mi cintura pero me resisto. – Por favor.
Cedo porque soy tonta, no hay más explicación que esa. Me giro y él se encarga de quitarme la almohada de encima y yo siento como me empieza a bullir otra vez la sangre al ver la expresión de felicidad que lleva impresa en la cara.
- Podrías disimular al menos que no estás contento, eh, no sé, digo yo.
- Perdón – ahora sí que no puedo evitarlo y cojo la almohada que había dejado a mi lado para atizarle con ella aunque por suerte para él, y para sus gafas, es capaz de parar el ataque quitándomela de las manos. – Vale, vale, no pido más perdón. Ven, Samanthi – abre sus brazos.
- No.
- Pues voy yo – rueda hasta atraparme, aunque me resisto y lo haría con más ahínco si no fuese una blanda que se derritiese al mínimo contacto suyo.
- Que no, Flavio, que estoy enfadadaaaaa – todo esto en vano porque el otro, sabiendo que voy de dura pero en el fondo soy una blanda, empieza a llenarme la cara de besitos e incluso algún mordisco que logran sacarme alguna carcajada.
Puedo asegurar que pasamos un rato largo así porque Flavio sostiene mi cara con sus manos para que no pueda huir y yo termino con dolor de barriga de tanto reír. Por suerte, va bajando la intensidad del ataque a traición antes de que a mi me de algo. En un momento dado, aprovecha que yo tengo la guardia baja y me da un beso, bueno es más bien un roce, en los labios antes de decir:
- Yo también lo quiero contigo todo – hostia, qué cursi, que yo he dicho eso primero. Una parte de mi se debate entre reírse por la novela adolescente que estamos formando y la otra por esconderse de la vergüenza que me ha dado. Claramente, ocurre la segunda. Siento como mis mejillas se van poniendo rojas al instante y no se me ocurre nada más que pegar la cara a su pecho para intentar ocultar las pruebas del delito. - ¿Te has puesto roja? – demasiado astuto.
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Siempre tú
FanficSamantha y Flavio se vuelven a reencontrar después de más de medio año sin haber tenido contacto. Ella, dolida y orgullosa, ha construido una muralla a su alrededor que no va a ser tan fácil traspasar. Pero Flavio tiene un objetivo en la mente y no...